Lavanda Y Cuero

CAPITULO 35

El sol ya estaba alto cuando Caleb, Violet y Eli llegaron al rancho. La caminata hasta allí fue silenciosa, pero la atmósfera parecía más tranquila ahora que Violet había aceptado salir un poco de la casa. Caleb, que no era muy dado a hablar de más, caminaba al frente, mientras que Eli iba un paso detrás de Violet, lanzándole miradas curiosas pero sin hacer preguntas.

El rancho estaba rodeado por un paisaje árido, con montañas lejanas que se dibujaban en el horizonte. A lo lejos, se podía ver el polvillo levantado por los caballos y las vacas pastando sin prisa. Violet se sintió un poco desconectada de todo aquello, como si todo fuera parte de una vida ajena, algo que no terminaba de encajar con su propia realidad.

Al llegar, Tomas salió a recibirlos. El capataz, un hombre alto y de expresión seria, la miró con una intensidad que no pasó desapercibida para Violet. Su rostro reflejaba preocupación, y cuando habló, su voz grave no dejó de mostrar la tensión que había sentido desde el incidente con James.

—Violet —dijo Tomas, acercándose con paso firme. Su mirada era algo más suave cuando se dirigió a ella, aunque no ocultaba el cansancio. —Es un placer verte, pero… las cosas no han estado fáciles. Carla y yo hemos estado preocupados por ti.

Violet asintió, comprendiendo la carga de sus palabras. No era solo el hecho de que ella hubiera estado en peligro, sino también lo que James había provocado en el rancho y en la familia.

—Lo siento por todo esto —murmuró, bajando la mirada.

Tomas observó su gesto, pero no la presionó. Simplemente la miró con seriedad, como si intentara evaluar si realmente estaba lista para enfrentarse a lo que venía.

—No tienes que disculparte —dijo, y luego dio un paso atrás. —Te daré un poco de espacio. Si necesitas algo, me avisas.

Violet le agradeció con una sonrisa pequeña pero sincera, y Tomas, aunque preocupado, pareció conforme con su respuesta. En ese momento, Carla apareció desde la puerta de la casa, su rostro reflejando tanto el cansancio como el alivio al ver a Violet.

—Violet —dijo Carla, acercándose rápidamente. —Me alegra verte. Tomas y yo hemos estado tan preocupados, no sabíamos qué habías pasado ni cómo podíamos ayudarte. James… ese hombre ha causado más problemas de los que imaginas.

Violet, al ver la genuina preocupación en los ojos de Carla, sintió una extraña mezcla de emociones. A pesar de no ser de su familia, esa mujer había mostrado más interés por ella que muchas personas que se suponía que deberían hacerlo.

—Gracias, Carla —dijo Violet, luchando por no dejar que la emoción la dominara. —Sé que no puedo hacer que todo vuelva atrás, pero me siento más tranquila aquí. Gracias por darme este espacio.

Carla la miró con una sonrisa cálida. —Te entiendo, pero no olvides que aquí tienes un lugar. Tomas y yo, y los chicos, estamos aquí para ti.

Con esas palabras, Violet sintió un alivio inesperado, como si una pequeña carga se hubiera levantado de sus hombros. No todo se solucionaría de inmediato, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que podría encontrar algo de paz.

Eli, que había estado observando todo desde lejos, se acercó con una sonrisa más relajada.

—Entonces, ¿qué tal si nos distraemos un poco con el trabajo? —sugirió, tratando de romper la tensión.

Violet sonrió, agradecida por el gesto.

—Sí, me gustaría.

Los tres hombres la acompañaron hacia los establos, y aunque el silencio seguía siendo pesado, Violet comenzó a sentir que ese pequeño paso era todo lo que necesitaba para empezar a sanar. A lo lejos, el campo extendido ante ella parecía prometer nuevas oportunidades, y tal vez, por fin, la posibilidad de dejar atrás el caos.




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