Lavanda Y Cuero

CAPITULO 39

Cuando salieron de la clínica, Violet sintió una ligera calma en su pecho. Saber que el bebé estaba bien le dio un respiro, pero a la vez, dejó que una nueva ola de emoción la invadiera. Ahora que todo parecía estar en orden, no podía evitar pensar en lo que vendría: la pequeña vida que llevaba dentro de ella, el futuro incierto, y el pequeño ser al que tendría que darle todo su amor y protección.

Mientras caminaban hacia la camioneta, vio que Caleb no había dicho una sola palabra desde que salieron. Miraba al frente, con la mirada fija, como si estuviera en su propio mundo. Violet se mordió el labio, dándole una última mirada antes de hablar.

—Oye, Caleb... —dijo, dudando por un momento antes de continuar—. ¿Te importaría si vamos a alguna tienda? Quiero comprar algunas cositas para el bebé.

Caleb la miró de reojo, como si estuviera midiendo sus palabras antes de responder.

—¿Ropa para el bebé? —preguntó, levantando una ceja, claramente no entendiendo del todo la necesidad.

Violet asintió con una sonrisa suave. —Sí, aunque no sé si es niña o niño hasta la próxima consulta, pero quiero comprar algunas cosas... ya sabes, ropita, tal vez algunas cositas para la cuna. Siento que necesito hacer algo por él o ella... aunque sea algo pequeño.

Él la observó en silencio por un momento, con su expresión seria de siempre, pero algo en su rostro cambió, como si entendiera, aunque no lo dijera en voz alta. Finalmente, suspiró y miró al frente, arrancando el motor de la camioneta.

—Está bien. Vamos —dijo con una calma sorprendente.

Violet no pudo evitar sentirse aliviada al escuchar su respuesta. Aunque Caleb no era el tipo de persona que solía expresar mucha emoción o entusiasmo, en ese momento algo en su actitud le dio el valor para seguir adelante.

El viaje hacia la tienda fue tranquilo, aunque Violet no podía dejar de sentir una mezcla de nervios y emoción al mismo tiempo. Miraba por la ventana, el paisaje pasando rápidamente, mientras pensaba en las decisiones que había tomado. La vida con un bebé, un futuro lleno de incertidumbre, pero también de nuevas oportunidades.

Al llegar a la tienda, Caleb aparcó cerca de la entrada, pero no dijo nada cuando Violet abrió la puerta de la camioneta y empezó a caminar hacia la entrada.

—No necesito que me sigas, puedes esperar afuera si prefieres —le dijo a Caleb, pero él simplemente se quedó allí, observándola, y no contestó.

Cuando entró en la tienda, la amplia selección de productos para bebés la dejó un poco atónita. Ropa de todos los colores, juguetes, mantas suaves, y todo tipo de accesorios para la cuna y la habitación del bebé. Violet sonrió para sí misma mientras comenzaba a caminar por los pasillos, deteniéndose frente a cada artículo con una mezcla de emoción y duda.

—¿Qué opinas de esta? —le preguntó a Caleb, quien seguía a una distancia prudente, sin involucrarse demasiado. Violet le mostró una pequeña camiseta de algodón de color verde claro.

Caleb observó la prenda sin mucho entusiasmo, pero de alguna manera no podía evitar fijarse en el tono suave de la tela, en cómo se sentía ligera.

—Está bien, supongo —respondió con su tono habitual, aunque un poco más suave que antes.

Violet estaba mirando con atención una canasta de juguetes blandos cuando, de repente, sintió una presencia a su lado. Caleb había dejado de caminar por la tienda para quedarse observándola desde un par de pasillos atrás. Ella lo miró de reojo, ya acostumbrada a que él estuviera cerca sin ser especialmente comunicativo.

—¿Qué opinas de estos? —preguntó Violet, señalando unos peluches suaves y coloridos. Pero antes de que pudiera recibir una respuesta, Caleb ya estaba mirando otras cosas.

—¿Por qué no probamos con algo diferente? —dijo, señalando hacia una esquina de la tienda donde había una sección de juguetes de madera. —Eso debe ser más... práctico.

Violet lo miró confundida. ¿Práctico? ¿Juguetes de madera?

—¿Práctico? —preguntó, levantando una ceja.

Caleb no le prestó mucha atención a su expresión y comenzó a caminar hacia la sección de madera. —Sí, sabes, algo que dure. Los peluches pueden ser bonitos, pero no sirven de mucho cuando el bebé crezca.

Violet lo siguió con una sonrisa divertida. Caleb, en su estilo peculiar, no podía dejar de ser él mismo, incluso cuando intentaba ser "práctico". Se detuvo frente a una colección de juguetes rústicos y un poco antiguos, con formas de animales y colores apagados.

—Mira esto —dijo, tomando un pequeño caballo de madera pintado de verde—. Esto podría gustarle al bebé, ¿no?

Violet lo miró en silencio durante un momento, tratando de contener la risa. El caballo de madera parecía sacado de una película vieja, y no podía imaginar a un bebé pequeño jugando con algo tan... ¿serio?

—Es... interesante —dijo Violet, conteniendo una sonrisa—. Pero, no sé, Caleb, ¿seguro que esto es lo que quiere el bebé?

Caleb frunció el ceño, como si no entendiera el tono de broma en su voz. —Es lo que tiene que tener. Tiene que ser algo que dure, que sea útil.

Violet no pudo evitar reírse un poco. Caleb, tan serio como siempre, había elegido lo que, en su opinión, parecía lo más práctico y duradero. Pero ella no podía dejar de pensar que el bebé, aún no nacido, probablemente necesitaría algo más tierno y suave.




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