Lavanda Y Cuero

CAPITULO 41

Caleb caminaba junto a Violet, los dos en silencio, mientras ella terminaba de saborear su helado. Sus pasos eran firmes, pero había algo en su mirada que indicaba que algo había cambiado, aunque no fuera evidente para Violet. Pasaron frente a una librería pequeña y, sin pensarlo mucho, Caleb se detuvo de repente.

—Espera aquí un momento —dijo abruptamente, deteniéndose en seco. Violet levantó la vista, sorprendida.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, sin poder evitar la curiosidad.

Caleb la miró un momento antes de responder, con una ligera incomodidad en su expresión.

—Voy a... voy a entrar un momento —dijo, sin mucha explicación. Violet frunció el ceño, pero asintió, decidiendo darle espacio. Caleb la había sorprendido tantas veces que no sabía qué esperar, y no iba a hacer preguntas. Sólo asintió y se quedó afuera, observando las calles.

Al entrar en la librería, Caleb se sintió un poco fuera de lugar. No era su tipo de establecimiento, pero algo dentro de él le decía que debía hacer algo, algo para... entender mejor todo lo que estaba pasando. Se acercó a las estanterías, mirando las etiquetas, buscando con rapidez. Entonces vio lo que necesitaba: una sección sobre embarazo, bebés, y cómo tratar con una mujer embarazada.

Comenzó a sacar libros al azar, de diferentes tamaños y colores. "Cómo calmar a una embarazada", "Los antojos y cómo manejarlos", "Lo que todo hombre debe saber cuando está esperando un bebé", y muchos más. Caleb no sabía mucho sobre el tema, pero algo dentro de él, algo inexplicable, le decía que necesitaba aprender. Si quería entender lo que Violet estaba pasando, necesitaba saber más.

Por unos momentos, Caleb estuvo rodeado por libros, hojeando con rapidez. No entendía todo lo que estaba leyendo, pero sentía que tenía que hacer esto. Sintió que algo dentro de él se removía, un sentimiento confuso que no sabía cómo gestionar. Algo que nunca había considerado, nunca se había imaginado: ser parte de algo tan... vulnerable.

Al fin, con varios libros en las manos, se acercó a la caja para pagar. La cajera, una joven con una sonrisa amable, lo miró de arriba abajo mientras procesaba su compra. Luego, con una mirada simpática, comentó:

—Felicitaciones por ser padre, es un momento tan especial.

Caleb se quedó congelado por un segundo, un nudo formándose en su estómago. Se sintió un poco incómodo con la insinuación, aunque no era algo que la cajera hubiera dicho con mala intención.

—No, no es... —comenzó a decir, su voz grave y tensa—. No es lo que piensas. No es... de mí.

La cajera lo miró un poco sorprendida, pero luego sonrió, como si no le sorprendiera. Respondió con una amabilidad que lo dejó pensativo:

—Oh, bueno, a veces los caminos en la vida son raros. Pero, no importa quién lo tenga, lo importante es que va a ser tuyo de alguna manera. Ser padre no es solo biológico, sabes... es lo que haces con el amor y el cuidado que das.

Las palabras de la cajera se quedaron flotando en el aire, y Caleb, por un momento, no supo cómo responder. La idea de ser "padre" lo golpeó con fuerza, aunque no fuera algo que él hubiese elegido o planeado. La imagen de Violet con su vientre creciente, las conversaciones sobre el bebé, y el hecho de que el niño iba a depender de alguien... de él, hizo que un hormigueo extraño se extendiera por su pecho. Aunque no podía aceptar aún la idea, esas palabras se quedaron en su mente.

Pagó rápidamente y salió de la librería, regresando a donde Violet estaba esperándolo en la acera, todavía disfrutando de su helado. Cuando Caleb se acercó, Violet no pudo evitar notar que él parecía algo diferente, algo pensativo, como si estuviera procesando algo.

—¿Todo bien? —preguntó ella, alzando una ceja. Caleb, al verla, volvió a esa actitud tan suya, distante y un tanto fría, pero había un cambio sutil en su mirada, algo que no podía ocultar.

—Sí, todo bien —respondió, pero algo en su tono delataba que no estaba siendo completamente honesto.

—¿Qué hiciste? —insistió Violet, sabiendo que algo había pasado mientras él estaba dentro de la librería.

Caleb levantó una mano, como si no quisiera hablar de eso.

—Nada, solo... olvídalo —respondió, y aunque su tono no invitaba a profundizar en el tema, algo en su mirada estaba distinto, como si ese pequeño momento le hubiera dado algo en qué pensar, algo que no sabía cómo manejar.

Violet no insistió. Sabía que Caleb tenía sus maneras de ser y no siempre se podía obligar a alguien a hablar. Pero, por alguna razón, sentía que lo que había pasado en la librería había hecho algo en él. No sabía si eso significaba algo bueno o malo, pero lo que sí sabía es que Caleb estaba cambiando. Y aunque él no lo admitiera, era algo que podría cambiarlo para siempre.




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