Lavanda Y Cuero

CAPITULO 48

El abrazo se sintió más largo de lo que Caleb hubiera imaginado. No era solo Violet pegada a su pecho; era la sensación de pertenencia, de algo que nunca había experimentado antes.

—Bien —dijo al fin, aflojando un poco el abrazo—. Ahora deja de llorar.

Violet se separó apenas y lo miró con una sonrisa entre lágrimas.

—No me mandas.

Caleb resopló.

—Técnicamente, no. Pero… estaría bien si dejaras de mojarme la camisa.

Ella rió suavemente y pasó las manos por su rostro para secarse las lágrimas. Luego bajó la mirada hacia su mano y giró el anillo en su dedo, observando la inscripción en el interior.

"Donde estés, estaré."

Sintió un nudo en la garganta.

—¿Tú grabaste esto?

Caleb miró hacia otro lado.

—No me lo robaron en la tienda, si es lo que preguntas.

—¿Eso significa que lo mandaste a hacer? —insistió, con una sonrisa divertida.

Él apretó los labios, algo incómodo.

—Solo… quería que significara algo.

Violet sintió que su pecho se llenaba de calidez. Ese hombre, seco, distante, incapaz de demostrar emociones abiertamente… había hecho esto por ella.

—Es perfecto —susurró.

Caleb bajó la mirada hasta su vientre y frunció el ceño.

—¿Tú crees que el bebé ya escucha?

Violet arqueó una ceja.

—¿Por qué?

Él se cruzó de brazos, mirando de reojo su barriga.

—Pues… si escucha, creo que ya me odia. No he sido precisamente amable con todo esto.

Violet rodó los ojos, divertida.

—No te odia, Caleb. Además, tú mismo dijiste que ibas a estar ahí. Y lo importante es que estás aquí.

Caleb tragó saliva. No era algo a lo que estuviera acostumbrado. Que alguien lo viera y lo aceptara tal como era, sin pedirle que cambiara.

Soltó un suspiro y la miró de nuevo.

—Bueno, pues ya dije lo que tenía que decir —dijo, sacudiendo sus manos—. ¿Ahora qué se supone que hagamos?

Violet lo miró con ternura.

—Podemos quedarnos un rato aquí.

Él miró alrededor. La brisa movía la hierba suavemente, las luces que había colocado titilaban con la llegada de la noche y el lago reflejaba el cielo estrellado.

Suspiró y se sentó en la manta, con los brazos cruzados detrás de la cabeza.

—Supongo que está bien.

Violet sonrió y se sentó a su lado, recostándose suavemente en su pecho.

Caleb se tensó por un momento, pero luego simplemente se acomodó para que ella estuviera más cómoda.

—Nunca creí que terminaría en esto —murmuró, más para él mismo que para ella.

—¿En qué?

—En todo esto —hizo un gesto vago con la mano—. Tú, el bebé, este lugar…

Violet levantó la cabeza y lo miró fijamente.

—¿Te arrepientes?

Caleb frunció el ceño y giró el rostro hacia ella.

—¿Por qué demonios me arrepentiría?

—No sé… —murmuró Violet, jugando con su anillo—. A veces siento que te estoy metiendo en un lío.

Caleb chasqueó la lengua, negando con la cabeza.

—Me metí solo, Violet. Y si tuviera que hacerlo otra vez… lo haría.

Ella lo miró con los ojos brillando.

—Eres un tonto.

—Y tú eres un caso perdido —murmuró él.

Violet sonrió y se acomodó mejor contra su pecho, cerrando los ojos con una sensación de paz. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba exactamente donde debía estar.




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