Iba a comenzar con el típico había una vez, pero no soy de las autoras que lleva a sus lectores a un viaje de cuentos y fantasías. Esta historia que ahora les cuento empezó en la Secundaria donde las niñas mostraban los obsequios de mama y papa, pero bueno algunos eran privilegiados otros no. Y yo soy una de esas, mi nombre es Alexa Martin, vivo en Santiago de Chile y con esto quiero demostrar mi vida hace ya unos años.
El primer día de clases era la novata. Mis padres se habían mudado en las vacaciones y no tuve tiempo de hacer amigas. Así que como toda novata busco el asiento mas lejos del pizarrón. Yo llegue con las ilusiones de obtener buenas calificaciones para entrar en una beca. Ese iba hacer el regalo de mi familia. Bueno no los voy a desviar de mi primer día de clases. Apenas me siento llega el maestro para informar mi presencia en la escuela cosa de que me pongo tímida. En ese momento sentí que preferia que me tragase la tierra. Con mi cara penosa y probablemente ruborizada me levante y me presente ante toda el aula.
Después de las presentaciones nos habían mencionado el lugar donde teníamos que recoger los libros. Y lo único que mas deseaba en ese momento es encerarme en mi mundo (o sea escuchar música clásica). Al contemplar mi salón de clase me di cuenta de que era una mezcla de niños. Veía en la fila del frente a las típicas nerds de las clases. Esas que son las que ayudan a los más débiles de las clases y se pavonean por ser súper inteligentes. A mi izquierda estaban los niños más molestos de las clases esos que solo saben molestar y burlarse de los demás para pensar que son superiores. Detrás de mi asiento están las hijas de mama y papa que todo lo que deseen le consienten, que pueden llegar hacer odiosas. Viendo las mezclas en que estaba involucrada me hacía difícil conseguir amigos pues me sentía un fantasma en el mundo.
Luego sonó mi salvación el timbre del recreo, el momento donde las niñas van a hablarse entre sí, contando su vida como si de chisme tratasen y yo solo esperaría a que mi hermana Annie me pasara a saludar. Ella es más grande que yo y la chica más popular de la escuela y me trata como si fuera una cosa del otro mundo. A veces pienso que me tiene odio. Mi hermana me trato igual que siempre bruscamente. Por primera vez me sentía que estaba sola en este mundo.
Saliendo del cole me tropecé con mi amiga Shaya, ella es de otra región, pero la conozco desde que tengo memoria. Ella está enferma mentalmente, pero eso no me importo ella sabe expresar mejor los sentimientos que las personas que no presenta su condición. Muchas personas aprovechan las debilidades de otros para sentirse superiores. Y eso es malo.
Todos los años mencionan en la tele sobre un fenómeno grupal llamado el buling y yo sé lo que es eso. Que vayas al cole pensando que tendrás un buen día y que venga niños de otras edades superiores (mayormente) y te golpeen solo para después subirlo a la Internet. Sé que estamos en tiempos modernos, pero arruinar la vida de los otros por un like o un me encanta. Solo por fama, no vale la pena.
Pues bien, volviendo a mi día a día ella me iba comentando que se había mudado recientemente a unas cuadras de mi casa, me alegre porque ver a una amiga prácticamente, una hermana, después de tres años de estar separadas. Mientras me acompañaba a mi casa me preguntaba que como me había ido en la escuela. Sinceramente no tuve valor de decirle que pésima pues era la nueva y todos odian a los nuevos.
Llegando a casa mis padres me reciben como si no me hubieran visto en años y todos con la misma pregunta ¿Cómo te fue en la escuela? ¿Hiciste nuevos amigos? La que más preguntaba era mi madre (que si yo había hablado con nadie) y para que no siguieran con su cuestionario, dije, que me fue normal.
Lo único que yo quería que se me acabaran las horas mientras forraba los libros y cuando tuve un chance mi teléfono comenzó a sonar era la llamada de mi hermano mayor que se quedó en Colombia donde vivía antes de mudarme hacia aquí. Preguntándome que como me había ido las clases y lo único que decía que bien.
Los días en esa escuela pasaban como el viento en el desierto y yo seguía destacándome en las asignaturas. Al final Shaya se mudó a mi escuela, lo cual, me puso contenta. Tenía a mi mejor amiga para que hablar en los recesos intensos y para sentarnos juntas a comer. Poco a poco fui dejando de ser la fantasma del mundo. La Sra. Wilson de la biblioteca, me había ofrecido ser su asistente en tiempo completo, lo cual acepte.