Emma.
4 años atrás.
Me alejé corriendo de todos.
¿Qué me estaba pasando?
Me escondí detrás de un árbol lejos de mi grupo de amigos y me miré las manos, sentía un hormigueo en ella que no era normal. Asomé la cabeza por el árbol y vi que nadie del grupo estaba preocupado por mi ausencia todavía.
Me sobresalté al escuchar un trueno a lo lejos, la tormenta eléctrica que me había advertido mi mamá se acercaba, tenía que ir a casa, pero en este estado no podía.
Escuché otro estruendo más cerca que el anterior y de mis manos salieron chispas.
—¿Qué? —exclamé casi sin aliento al ver las chispas saliendo de mi piel—. No, no, no. —repetí una y otra vez como si eso fuera a desaparecer las chispas.
Había escuchado de personas que tenía rarezas como me estaba pasando a mí, pero eran mal vistas ¿Qué debía hacer? Miré de nuevo hacia mi grupo de amigos y vi que había comenzado a llover. Todos se estaban yendo a sus casas.
No podía volver.
Tragué saliva y miré el cielo, grandes gotas de agua caían y lo único que me mantenía seca era el árbol. Solté un suspiro y comencé a correr, adentrándome en el bosque.
No era una buena corredora, por lo que me tropecé y caí unas cuantas veces hasta que me agoté y apoyé mi espalda en un árbol. Miré hacia arriba, solo podía ver las ramas y hojas de los árboles.
Bajé la mirada a mis manos y las chispas seguían ahí ¿Cómo hacía para que vuelvan de dónde venían? Yo no las quería.
Las moví de un lado a otro y no hubo ningún cambio, todo a mi alrededor estaba oscuro y desierto, no sabía qué hacer. Me sobresalté al escuchar un trueno y de mis dedos salió disparado una luz púrpura y verde.
—¿Qué? —susurré mientras el terror se apoderaba de mí.
La luz causó una explosión a unos cuantos metros de mí en un árbol y supe al instante que era un rayo ¿Cómo lo había logrado?
Respira, tranquila, todo va a salir bien.
La voz de mi hermana mayor invadió mi cabeza y cerré los ojos, lleve mis piernas a mi pecho y trate de normalizar mi respiración. Hacía unos meses en el centro hubo una revuelta entre la policía y algunos comerciantes, había entrado en pánico cuando quedamos en el medio del conflicto y mi hermana mayor me abrazo, me dijo que me calmara, su voz y su abrazo protector lograron que me calmara, como lo hacían ahora, me imagina sus brazos alrededor de mi cuerpo.
Poco a poco fui cerrando los ojos y me dormí abrazada a mis rodillas.
Sentí una cálida mano apretando suavemente el hombro, abrí los ojos de golpe y me encontré con el rostro de mi hermana mayor, lleno de alivio.
—¿Qué haces acá? —me preguntó con la voz llena de preocupación.
—Yo… —le quise responder, pero no lo recordaba.
Miré a mi alrededor y unos metros vi un árbol chamuscado, los recuerdos empezaron aparecer en mi cabeza. Miré a mi hermana y ella acarició mi mejilla con ternura.
—Está bien, lo sé, no pasa nada. Solo… —suspiró y miró a nuestro alrededor, el sol ya empezaba a filtrarse entre las hojas ¿Cuánto había dormido?—. No le contemos a nadie, no hasta que yo te lo pida ¿Si?
Asentí y ella me abrazo.
—Volvamos antes de que mamá nos mate por hacerla esperar a la hora del desayuno —me dijo sonriendo para animarme.
—¿Porqué no me preguntas nada? —le pregunté con cautela mientras me ayudaba a levantarme.
—No lo veo necesario. —respondió encogiéndose de hombros—. Si te alejaste tanto fue para protegernos, aunque no lo hayas hecho conscientemente.
🗲
Cole.
12 años atrás.
—No lo podés hacer entrenar tanto a esta edad, hermano —se quejó mi tío.
Mi padre se agacho para quedar a mi altura y clavó su mirada en la mía.
—¿Te estoy presionando mucho, hijo? —me preguntó mi papá.