Lazos Corrompidos | 0.5

Capítulo 01

LOS SUEÑOS DE CASSY

Siento la dulce brisa de la tarde otoñal golpear en mi rostro. En la larga calle se puede oír la dulce melodía del violín y los murmullos de las personas que han salido a dar un paseo como es de costumbre en el pueblo; el canto de los pájaros y el golpear de la pezuña de los caballos contra el suelo de piedra.

Mi piel siente la suave textura de mis guantes de seda que envuelven con delicadeza desde la punta de mis dedos hasta por encima de mis codos. Una sensación a la que me encuentro acostumbrada. A mi lado, mi acompañante, no para de hablar. Pero mis oídos parecen ser sordos, pues no logro oír nada de lo que me comparte. Mi vista se ha perdido en los ojos negros del joven que camina en mi dirección, pero sin venir a mí. Es el hombre más atractivo que mis ojos han percibido. Es un hombre elegante.

—¿Me has escuchado?

Parpadeo, algo confundida. Regreso mi mirada a la suya y le dedico una sonrisa de culpa. Ella, con su impecable sonrisa, suelta un resoplido y vuelve su vista al frente para continuar con la caminata sin prisa por la acera empedrada.

—No me sorprende, ahora que veo en qué dirección se encuentran tus ojos, querida—comenta con delicadeza—. Me pregunto si tus pensamientos están igual de distraídos en él.

Siento como mis mejillas se calientan y mi rostro entero se ruboriza al ser descubierta.

—No sé a qué te refieres. —miento con cinismo.

—No has dejado de ver al joven apuesto de allá. —lo señala con la mirada y dice con tal obviedad—. Y no te culpo. Es muy atractivo. El más atractivo jamás antes visto.

—No creo que un hombre sea merecedor de tal atención y tal alago. No obstante, eres libre de opinar sobre quien desees. He de aclarar que mi atención no estaba en él sino en ti.

Desvío mi mirada para saludar con una sonrisa a unas personas que pasan por mi lado, además de elevar mi mano con cierta delicadeza para moverla de un lado a otro de manera lenta.

—Se llama Max—continua de igual manera—. Maximilian Beaumont.

Cuando menciona su nombre, es como si el joven apuesto de colorimetría oscura lograra oírla, pues sus ojos se centran en mí. Puedo sentir que así es. Incluso siento como una brisa corre desde su dirección hasta la mía haciéndome llegar una ola de su aroma.

—Dicen que acaba de llegar de París. Pertenece a la élite parisina, ¿puedes creerlo? —menciona algo emocionada—. Alguien así es muy buena opción de matrimonio. El futuro de todas las generaciones estaría a salvo. Asistir a las mejores escuelas. Viajar. Una vida lejos. Incluso más que tu vida.

—Sí—suelto un suspiro como que si fuera el dato más irrelevante que he oído en toda mi vida—. Sin duda es una buena opción de matrimonio. Ahora hace falta que al joven Beaumont le parezca que alguien de aquí este a su altura—bromeo con una risa suave.

—Puede que alguien sí que lo sea, señorita—dice una voz varonil.

Cuando levanto mi vista lo miro aquí. Justo de pie frente a mí. Detallando cada una de mis facciones faciales.

🦇🦇🦇

Noviembre, 11, 1950.

El sueño de esta madrugada me ha dejado un poco helada.

¿Por qué soñé con Maximilian? Ni siquiera le conozco. He vivido toda mi vida aquí. En Blairsville. Pero nunca le he visto en persona. Tampoco es que él se preste para ello. El señor Beaumont es una persona bastante ocupada e indiferente. Y eso es lo que me causa justo mayor intriga. ¿Qué tiene que ver él conmigo? Siempre se ha rehusado a aparecer en público. Sabemos lo que es, y lo que hace. Es algo a lo que hemos estado acostumbrados durante los últimos años. Durante mis 65 años no le he visto ni en los periódicos. No sé cómo es en persona.

Explicando un poco acerca de mi edad... soy un hada. Los primeros 18 años de nuestra vida a partir de nuestro nacimiento traspasan de manera normal como a cualquier mundano. Pero, a partir de ahí el tiempo para todo ser sobrenatural trascurre diferente. Y esto también depende de quién seas. Para un hada, deben de pasar 32 años para que se note un año mundano. Simplificando un poco más: han pasado mis primeros 18 años de manera normal los cuales físicamente se ven reflejados. Pero para que yo parezca alguien de 19 deben de pasar 32 años más. Es decir, que en nuestro mundo tendré 50 años (18 +32), pero aparentaré los 19. Esto nos sirve para protegernos de los demás y pasar desapercibidos. No somos inmortales al tiempo, pero el nuestro sí que se alarga demasiado. Y esta es justo mi apariencia actual: 19 años. 17 años más mi apariencia será de 20 años.

En todo el día no he parado de pensar en mi sueño. Incluso me siento agotada. Ni siquiera he revisado las nuevas gerberas. O hacer ramos. Yo amo hacer ramos. Pero me he quedado detrás del mostrador. Mirando un punto muerto. Dándole vueltas a mi sueño. Ahora me causa intriga.

Y es por ello que mi hermana menor, Lauren, nota rápido que algo me pasa. Apenas cinco minutos después de que ha entrado a la floristería me hace la pregunta que tanto temo a responder.

—¿Otra vez tuviste un sueño-pesadilla? —pregunta mientras acomoda unas rosas dentro de una cubeta con agua y la coloca en una repisa de madera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.