NO ES MIEL SOBRE HOJUELAS
Diciembre, 01.
Hoy es el día de la feria. El día en el que Maximilian y yo anunciaremos nuestro matrimonio. He de decir que papá no está nada contento con ello. Claro que me apoya, pero no es algo con lo que se encuentre satisfecho. Sabe que es algo sobrenatural ante lo que nadie se puede oponer. Ni siquiera un padre preocupado por su hija. Pero Maximilian no es la opción que él quisiera como esposo para mí. No dada su reputación. Ni a su especie.
Me veo en el espejo de mi habitación ajustando mi vestuario. He probado mil combinaciones hasta encontrar una que me termine convenciendo. Mientras me lo quito y me pongo algo más cómodo para comenzar a maquillarme escucho el timbre de la entrada. Papá y Lauren han ido a la floristería y debido a mis obligaciones de más tarde han decidido dejarme el día libre.
Me habría gustado comprar un vestido algo más elegante, pero es un gasto que no me puedo dar cuando hay otras necesidades.
Camino en dirección a la puerta. Cuando la abro me topo con una chica de amplia sonrisa y ojos grandes color avellana. Además de ello, lo que más llama mi atención es su bien cuidada cabellera del mismo color que sus ojos.
—Buenas tardes, señorita Rusell—saluda con un tono bastante amigable y cálido mientras extiende su mano en un saludo formal—. Mi nombre es Eva Tatcher. El señor Beaumont me ha enviado para que pueda auxiliarla con su apariencia para la importante noche.
Frunzo el ceño mientras respondo a su saludo. Trato de mantener mi sonrisa después de oír sus palabras.
—¿Mi apariencia? —repito.
—Sí—mantiene su sonrisa—. A vestirla y maquillarla—tira de la enorme maleta que hasta este momento no había visto—. Me ha dado órdenes exactas.
Parpadeo. Bastante confundida. Mirando boquiabierta como pasa de mi lado y entra a mi casa tirando de su enorme maleta en color naranja chillón de cuero.
—Pero yo ya...
—Oh, no se preocupe, señorita Rusell. Cuando sea la señora Beaumont dejará de preocuparse por ello. ¿Qué mejor que comenzar a habituarse? —me corta—. ¿Comenzamos? Faltan apenas unas cuantas horas para que el evento de inicio. La futura primera dama debe estar preparada a tiempo.
Me congelo y automáticamente asiento.
La llevo hasta mi habitación donde ella extiende todas sus herramientas. Me sienta de frente a una ventana y comienza a hacerme el peinado.
—Empezaremos por aquí para que se amolde adecuadamente mientras hago el resto, ¿le parece? —comenta mientras me cepilla mi oscuro cabello—. Así al finalizar sólo hará falta un retoque de ser necesario.
¿Me parece? ¿En qué momento mi punto de vista ha tomado relevancia en esto? No es que sea su culpa. A fin de cuentas, sólo está haciendo su trabajo. Pero, ¿cómo puede preguntarme eso? Incluso me parece una enorme ofensa.
—Sí—termino diciendo, anonadada.
Después de unos minutos veo a través del espejo mi cabello el cual está peinado hacia atrás en un moño alto y voluminoso en la parte posterior de mi cabeza. En la parte frontal sobre mi frente hay dos mechones delgados y definidos que caen con suavidad en forma de ondas de modo que enmarcan mi rostro de una forma delicada.
—¿Le gusta? —cuestiona mientras me observa girar mi cabeza para poder verme desde todos los ángulos.
Sonrío genuinamente.
—Sí.
Vaya, que no va nada mal. No es algo ni siquiera parecido; a lo que yo he lucido. No lo consideraría como algo de mi estilo. Pero no está nada mal.
—Me alegra que le guste.
Ella comienza hablar sobre lo nerviosa que la mantenía venir y hacer esto. Ya que ahora no soy sólo Cassy un hada irrelevante que vive en una colonia sin relevancia al final de la calle y que trabaja en la floristería familiar con su padre y con su hermana menor. En unas horas pasaré a ser la señorita Rusell futura primera dama de Blairsville. Esposa de Maximilian Beaumont. La señora Beaumont.
Pierdo el hilo de la charla al cabo de unos momentos. Imagino un poco el cómo cambiará mi vida. Y en cómo ya lo ha hecho en poco tiempo. No me había detenido a pensar con determinación en ello. La vida que mantiene Maximilian no es nada comparada a la vida que mantengo yo. Mis rutinas sin duda cambiarán y es algo que me aterra. No sé nada de él mucho menos de su mundo. Así como él no sabe nada de mí ni de mi mundo. ¿Cómo es que nos acoplaremos uno al otro? No nos conocemos de nada. Y somos muy diferentes. Jamás imaginé que mi compañero sería un vampiro.
No he vuelto hablar con Maximilian ni lo he vuelto a ver desde esa noche. Él tampoco se ha visto interesado. Ni por enviar una carta o Scott. He de admitir que a lo largo de los días esperaba que lo hiciera. Poco a poco me he ido decepcionando. He caído en cuenta que de igual manera él ni siquiera habría querido esto... a mí. Mencionando que incluso trató de hipnotizarme para que olvidara todo.
Quizá no soy lo que él esperaba. Ha vivido muchos años. Ha conocido a muchas mujeres y terminó siendo compañero de un... hada. La especie que más odia. Lo que él y los de su especie más odian.
Cuando Eva termina con todo me paro frente al espejo que me permite verme de cuerpo completo y la imagen que veo me decepciona bastante. No es para nada el estilo que yo usaría. No es que me vea mal, es que esta imagen no soy yo. El maquillaje consiste en lápiz blanco en el lagrimal, sombra café en el parpado y un delineado bastante sutil. Máscara de pestañas, rubor e iluminador. En cuanto a los labios me ha colocado un labial rojo intenso y a delineado mis labios de un color muy semejante.