Lazos Corrompidos | 0.5

Capítulo 03

UN CUMPLEAÑOS AZUL

Estoy sentada frente al comedor mientras el personal de servicio comienza a servir la cena. Miro el reloj de péndulo en pie y me percato que mi padre está retrasado por 20 minutos. Afuera ya está oscuro. E incluso ha comenzado a llover. Padre no suele retrasarse, mucho menos a una cena.

Recorro la silla hacia atrás para ponerme de pie. En el pasillo, mientras salgo de la sala del comedor me encuentro con una muchacha.

—Disculpa, ¿sabes en dónde está mi padre?

—Buenas noches, señorita, sí. Está en el despacho hablando con un joven. —responde con amabilidad.

—Gracias—le devuelvo la sonrisa.

Continúo por el pasillo hasta el salón principal y subo las escaleras hasta el pasillo del segundo piso y me dirijo a la puerta del despacho. Cuando estoy a punto de llamar, esta se abre y me encuentro de frente con el mismo chico. Maximilian Beaumont.

Al instante en que sus ojos conectan con los míos una sonrisa se pinta en su rostro mostrando su blanca y bien cuidada dentadura.

Siento cómo mi garganta se ha resecado y cómo mis manos han comenzado a temblar. Su presencia me altera en todos los sentidos. Me parece un hombre intimidante, pero no creo que esa sea el porqué de mis reacciones.

—Buenas noches, señorita. —saluda, regresándome a la realidad.

—Buenas noches—tartamudeo y miro al suelo centrando mi atención en la alfombra roja con detalles dorados.

—Oh, querida—mi padre sale del despicho y cierra la puerta. Mantiene sus labios en una línea y alterna la vista entre el joven de colorimetría fría y oscura; y yo. —¿Qué haces acá? Pensé que estarías en el comedor, ya es hora de la cena—sus palabras suenan con prisa. Parece algo inquieto.

—Sí, padre. Justo he venido a buscarte debido a que ya han pasado algunos minutos de las siete y dos cuartos...

—Oh, lo siento, querida. El señor Beaumont y yo hemos tenido una larga charla que me he olvidado de mirar el reloj. De igual forma—su vista se clava en el joven de una manera menos amigable y más como si le fuese a clavar una estaca entre esos ojos negros. Justo en la respingada nariz que tiene—, él ya se va. ¿Cierto? Tendrá cosas que hacer, me imagino.

—De hecho no, alcalde. —le sonríe de forma burlesca—. Creo que incluso me podría quedar a cenar—su mirada se posa en mí—. A menos de que a la señorita le moleste.

Mi cabeza de forma automática se mueve de un lado a otro en un gesto de "no". Lo que a mi padre le quita la oportunidad de dar una respuesta.

—Bien—continúa—, creo que me quedaré un momento más.

—Vamos, querida—mi padre pasa por su lado y me engancha mi brazo al suyo, tirando de mí para caminar hacia el piso de abajo en dirección a la sala del comedor.

Desvío mi mirada disimuladamente hacia atrás. El joven nos persigue a pocos metros. En su rostro mantiene una sonrisa que no sé muy bien cómo debería describir. Pero sí puedo decir que tiene una pizca de triunfo y... maldad.

🦇🦇🦇

Cuando abro los ojos me duele la cabeza. Veo a mi padre sentado a mi lado en el borde de la cama. Apenas escucha mi quejido comienza a removerse. Veo cómo es que llama a mi hermana. No puedo oírle, pero lo sé cuando llega tras apenas unos segundos.

—Cass, Cass —me dice ella, arrodillándose al lado de mi cama y tomando mi mano para llevársela a los labios y darle un suave beso—. ¿Cómo estás?

—Querida, ¿cómo te te encuentras? ¿Necesitas algo?

Trato de desacomodare en la cama recostando mi espalda en el pilar de almohadas. Suelto un quejido de dolor. Siento como si me hubiesen clavado mil estacas por todo el cuerpo.

—Estoy... bien. —respondo en un tono de voz muy bajo. Toco mi frente sudorosa—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Te desmayaste—explica padre.

Lauren me mira con los ojos cristalizados. Un cristal frágil y delgado a punto de estallar en añicos.

—¿Cómo he llegado aquí? ¿Me ha triado Maximilian?

Padre y Lauren intercambiaron una mirada entre sí.

—No—explica el primero—. Te ha traído Scott. El alcalde se lo ha pedido—asiente—. Cuando te desmayaste te cargó en sus brazos y te entregó a Scott.

—Pero vino a verme—digo más como una afirmación que como una pregunta.

Para mi desgracia mi padre niega.

—El alcalde no se ha presentado.

—Pero no ha pasado mucho—insisto, para convencerme.

—Dos días.

Mi mirada se pierde.

—No es mucho. —murmuro—. Seguramente está ocupado—levanto la mirada y la alterno entre ambos—. Sí, eso es. Es el alcalde. Está ocupado. Seguramente tiene muchas cosas que hacer. Cosas de alcalde. Cosas que tienen que ver con el pueblo. Eh... una obra, reparar algo, firmar papeles, juntas y... —comienzo a balbucear, ansiosa.

—Sí, seguramente así es—dice Lauren. Claro que seguro es más para convencerme a mí que a ella—. ¿Quieres un baño? Te puedo preparar la tina.




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