El primer día del nuevo año comenzó muy tarde en la casa de los Black. Cuando Tyler bajó, ya Jason estaba en la cocina con una taza de café en las manos y absorto mirando al vacío.
Pocos minutos después comenzaron a bajar los demás y Sirius al último como era usual. Jason notó que había unas sombras oscuras alrededor de sus ojos, y su expresión era si no de preocupación exactamente, sí como de cierto malestar. Recordó lo que había escuchado de la conversación de Sirius y Bill, y la curiosidad superó al pleito consigo mismo por no estar siendo capaz de ocultar sus sentimientos. Mientras se llevaba la taza a los labios, no resistió la tentación de mirar qué demonios preocupaba a aquel individuo, pero al minuto siguiente abrió mucho los ojos y casi se atraganta con el café, pero luego miró a Rowena y seguidamente a él y sonrió con malignidad.
Ya todos estaban acostumbrados a aquellas batallas verbales, de modo que nadie les prestaba atención, pero si lo hubiesen hecho, habrían notado cómo los ojos de Sirius adquirían el doble de su tamaño. Aquel mocoso desgraciado estaba hurgando en su mente y él ni cuenta se había dado, pensó Sirius. Ya Harry los había hecho partícipes de sus sospechas con respecto a la inusual habilidad de Jason, y aunque él había reconocido que era hábil para la Legeremancia, tanto Harry como Hermione sostenían que era mucho más que eso. Pero no tuvo ocasión de seguir pensando en el asunto, porque en ese momento hizo su entrada Lyra.
Lyra sonrió y le dio un beso en la mejilla mientras él sonreía con verdadera alegría, y era una sonrisa completamente diferente a la habitualmente irónica. De modo que ahora fue el turno de Sirius de sonreír con malignidad, solo que Jason no le estaba prestando ni la más mínima atención.
Pero mientras él tenía expresión de disgusto, ella reía divertida y le cogía la taza de las manos a Jason, algo que tampoco pareció contribuir a mejorar el humor de Anthar.
Sabiendo como sabía Lyra, que a Jason tampoco le gustaba el té, supuso erróneamente que se trataba de chocolate, de modo que no prestó atención y en cuanto el líquido tocó sus labios, hizo una mueca.
Sin embargo, no hubo tiempo ni para que le contestase a Lyra ni a Sirius, porque en ese momento una ráfaga plateada que adoptó la familiar figura de un ciervo, se posó sobre la mesa.
Harry y Ginny se habían levantado cerca de las diez de la mañana, y antes de salir de la habitación escucharon un golpe, un quejido y a Lily gritándole a James, para variar.
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Editado: 09.02.2023