Lazos de Amor

Cap. 46 Minutos críticos

 

Lyra había estado abrazada a su madre, pero repentinamente y luego de que todo el caos causado por James se calmara, sintió un miedo atroz y se aferró a Hermione que la miró con preocupación.

  • ¿Hija?  --  dijo mirándola, pero como la chica no reaccionaba  --  ¡Lyra!  --  exclamó sacudiéndola levemente por los hombros, pero nada  --  ¡Remus!  --  gritó

Remus que había estado pendiente de Harry, se volvió y corrió hacia su mujer y su hija, pero tampoco entendía por qué Lyra estaba pálida, con los ojos a punto de salírsele de las órbitas y parecía que se le dificultaba respirar.

Ya la mayoría había notado que algo sucedía con Lyra y la estaban mirando. Albus se apartó de sus padres, caminó hacia los Lupin y le bastaron unos pocos segundos para entender lo que estaba sucediendo y miró a Grace y a Rowena con cara de inmensa pena, algo que no pasó inadvertido a Bill que enseguida sintió que el corazón se le encogía aún sin saber por qué.

La situación era de una tensión extrema, Lyra se encontraba en un estado del que nadie parecía poder sacarla, esto sumado a la angustia general hicieron que, aunque Harry había probado tener una paciencia infinita con todo lo que estaba sucediendo, ya sus nervios no aguantaban más. De modo que caminó con decisión hacia la puerta de la Sala. Bill tuvo la intención de detenerlo, pero Fleur se lo impidió.

  • Déjalo Bill, es su hija  --  le dijo  --  ¿Imaginas cómo estarías tú si se tratase de alguna de nuestras hijas?

Y en realidad Bill no podía ni imaginárselo, porque si bien era cierto que después de Remus Lupin, él era considerado el sujeto más paciente del Departamento, no era menos cierto que cuando se trataba de sus hijos, Bill Weasley perdía la perspectiva. Pero no tuvo tiempo de razonar aquello, porque Harry había abierto la puerta y se había quedado paralizado, ya que lo había hecho justo en el momento que Jason hacía denodados esfuerzos por traer de vuelta a Sirius.

Albus y Louis habían sido los primeros en reaccionar, el uno porque había visto con toda claridad lo que pasaba por la mente de su padre y había dejado de cuestionarse si esto era posible o no, y había corrido en dirección a la Sala, y Louis seguramente por puro instinto al ver la reacción de su tío había decidido que la peor de las desgracias se estaba desarrollando y había corrido también. De manera que apartando sin ceremonias a Harry los dos chicos habían entrado a la Sala. Los demás tardaron solo segundos en reaccionar y los habían seguido, pero no hubo gritos ni palabra alguna salió de sus asustadas gargantas, solo fue audible cómo todas las respiraciones parecían haberse detenido. Vieron con angustia que Jason ponía todo su empeño, sus conocimientos, su energía y sobre todo su extrema terquedad en recuperar a Sirius.

Tyler estaba aterrorizado, no había reaccionado como Anthar porque él sabía que aún había esperanza y se aferraba a ella con todas sus fuerzas.  Abigail se había hecho cargo del mayor de los Black, pero no estaba muy segura que fuera buena idea reanimarlo. Sin embargo, decidió hacerlo, porque tanto si Jason lo lograba como si no, era mejor que el chico estuviese consciente.

Los otros dos sanadores atendían a la niña administrándole la Poción y vigilando su reacción, pero no dejaban de mirar hacia la cama de Sirius y el drama que se desarrollaba allí. Todos en el Hospital conocían de memoria la historia de Jason, se había convertido en ejemplo y punto de referencia, tanto por su legendaria participación en la guerra contra Voldemort, como por su tenaz dedicación a devolver la salud a los enfermos, y era temido y admirado a partes iguales. De modo que los dos sanadores no se habían perdido detalle de todo lo que él hacía, pero dudaban mucho que en este caso hubiese mucho más por hacer, porque si bien era cierto que habían estado haciendo todo cuanto les habían indicado y los habían mantenido con vida hasta ese momento, no era menos cierto que aquel sujeto llevaba seis días sufriendo los estragos de un despiadado ataque a todos sus órganos vitales, y aunque había demostrado una fortaleza digna de admiración, por fuerza ya su cuerpo estaba exhausto. De manera que no estaban muy seguros ni siquiera que fuese juicioso intentarlo, pero evidentemente aquel personaje no era de los que se daba por vencido.

Ninguno de los presentes fue consciente del ruido de la puerta al abrirse, ni de que la Sala había sido repentinamente invadida, concentrados como estaban en la figura del sanador que parecía estarse dejando la vida en recuperar la de Sirius.

Y ciertamente así era, porque Jason seguía empeñado en lo que hacía, aunque Silver y Abigail veían el asunto tan difícil e improbable como los otros dos sanadores, y ya Silver estaba preparándose para detener a Jason cuando el pecho de Sirius volvió a moverse. Silver y Aby se miraron con incredulidad, pero el sanador se apresuró a ayudar a Jason que intentaba deslizar en la boca de Sirius la poción.

Tyler había respirado, pero Anthar aún temía alegrarse, de modo que solo se aferraba al brazo de su hermano mientras veían a Jason ocuparse de todo. Después de asegurarse que Sirius volvía a respirar, Jason hizo una comprobación rápida del funcionamiento general de su organismo y luego le administró la poción. Miró a Silver y éste asintió ocupándose de comprobar las constantes vitales mientras él controlaba la acción de la poción en el sistema inmune.

Después de los primeros minutos críticos y de lo que les pareció un tiempo interminable, durante el que nadie se había movido y escasamente habían respirado, Jason cerró los ojos y cayó de rodillas al lado de la cama apoyando la cabeza en el borde de la misma. Nadie parecía saber qué hacer, que sentir o cómo reaccionar suponiendo que hubiesen podido hacerlo en cualquier sentido.




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