Una vez que los Aurores abandonaron la habitación donde habían estado reunidos, los Black decidieron ir a su casa, ya que no lo habían hecho desde que todo aquel desastre había comenzado, y Harry insistió en que Sirius debía descansar al menos un rato en una cama.
Dánaee volvió al lado de Joseph, los Lupin se encaminaron a ver a su hija, Ron fue al ministerio, mientras que Bill y Harry fueron a ver el estado de los Aurores que habían sido heridos durante el ataque al hospital.
Después que Sirius se bañó y estuvo listo, aunque Grace esperaba que le hiciese caso a Harry y se fuera directo a la cama, él se sentó en ésta y la miró.
Grace pensó en un centenar de posibles razones para aquella actitud, una peor que la otra. Sin embargo, se obligó a tranquilizarse acercándose a él y sentándose a su lado.
Si bien Grace se había imaginado muchas cosas, ciertamente no aquello, de modo que las palabras de Sirius tardaron unos segundos en abrirse paso y cuando finalmente lo hicieron, sintió una terrible punzada en el pecho. Hacía mucho tiempo que ella se había resignado a que no tendría más hijos, el sanador que había atendido el embarazo de Rowena le había advertido que era muy poco probable y que arriesgaba su vida con otro embarazo, naturalmente ella no le dijo eso a Sirius, siguió intentándolo y se sintió muy desdichada y con un enorme vacío al no poder concebir más y no poder darle otro hijo a Sirius ni hermanos a Rowena, pero a pesar de haberlo deseado tanto, cuando Anthar y Tyler aparecieron en su vida, de algún modo llenaron ese vacío y ella los adoraba como si los hubiese llevado en su vientre. De modo que esta noticia si bien le causó un enorme dolor y le parecía algo sumamente injusto, no podía desmoronarse. Grace era una mujer práctica e inteligente, de manera que pensó que por muy doloroso que fuese, en primer lugar, ya no tenía remedio, en segundo si había sucedido así era por alguna razón, en tercero tenía tres hijos maravillosos a los que amaba con todo su ser, y por último, aunque no menos importante, viendo a Sirius en aquel estado de desolación, ella tenía que ser fuerte.
A pesar de su pena, Sirius se sintió tremendamente aliviado de que ella no se hubiese venido abajo, porque él no se sentía con fuerzas para afrontarlo. De modo que la abrazó con fuerza, pero al minuto siguiente ella se apartó y lo miró con cierta alarma.
Aunque el dolor de la pérdida por el hijo al que no habían llegado a conocer tardaría en aliviarse, Sirius sintió que se había quitado un gran peso de encima, porque hasta ese momento se había estado ahogado con aquello, pero ahora que ya se lo había dicho, podrían continuar con su vida.
El tiempo que habían empleado los demás en tranquilizar a Sirius, era el mismo que había empleado Jason en tratar con el desafortunado sanador y en hablar con Lyra. De modo que cuando los Lupin entraron a la habitación a ver a su hija, Jason acaba de marcharse y lo primero que vieron fue una gran sonrisa en los labios de Lyra, por lo que les fue fácil deducir la razón. Sin embargo, ambos eran lo bastante delicados como para no mencionar nada si ella no lo hacía. De modo que después de saludarla, asegurarse de su estado y bromear porque todos sus primos parecían haberla abandonado, la expresión de la chica se volvió seria.
Remus que era lo bastante discreto como para entender cuando era mejor dejarlas solas, se excusó diciendo que debía hablar con Harry.
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Editado: 09.02.2023