Camil
La alarma suena antes de lo habitual, pero no me molesto en apagarla de inmediato. Permanezco en la cama por un instante, mirando el techo de mi habitación, dejando que el sonido se convierta en parte del silencio que me rodea. Mis pensamientos siguen agitados desde la noche anterior, revoloteando en mi mente como mariposas atrapadas. Las flores anónimas, la confrontación con Irina, y las emociones que Alexei provoca en mí... Todo parece una mezcla caótica y desordenada.
Finalmente, apago la alarma y me levanto de un salto. No hay tiempo para quedarme sumida en mis pensamientos. Hoy tengo una presentación importante en la oficina, y eso significa que debo estar más que preparada. Me visto rápidamente, optando por un conjunto sencillo y profesional: una blusa blanca, falda lápiz negra, y tacones bajos. Me recojo el cabello en un moño alto, práctico y sin complicaciones, y apenas me maquillo. No hay tiempo que perder.
Me doy cuenta de que no tengo apetito. El nudo en mi estómago ha reemplazado cualquier rastro de hambre, así que decido no desayunar. En su lugar, tomo mi bolso y salgo de la villa, dejando atrás la tranquilidad de mi hogar por el bullicio del trabajo. El tráfico de la mañana es denso, como siempre, pero mi mente está en piloto automático, conduciendo por las calles conocidas sin realmente prestar atención.
Al llegar al edificio, noto algo extraño. No hay nadie en la entrada, ni en los pasillos. El silencio se siente pesado, casi inquietante. Camino con paso firme hacia mi oficina, esperando ver a mis colegas ya en sus escritorios, pero la zona de diseño está desierta. Sólo una figura solitaria se destaca al final del pasillo: el asistente de Alexei, un hombre joven y eficiente, siempre vestido de manera impecable.
-Buenos días, señorita Vega- me saluda con una inclinación de cabeza. Hay una pizca de formalidad en su tono, algo que siempre me ha resultado peculiar. Me acerco, sintiendo una pequeña punzada de curiosidad.
-Buenos días- respondo, tratando de sonar casual. -¿Dónde están todos? Pensé que habría más movimiento esta mañana.
El asistente de Alexei me dedica una sonrisa cortés antes de responder.
-La mayoría del personal está en una reunión de emergencia con la gerencia. Hubo algunos cambios en los plazos de ciertos proyectos. El señor Ivanok me pidió que le informara a usted que su presentación sigue en pie, pero es posible que tenga que esperar un poco más para comenzar, ya que la reunión podría extenderse.
La mención de Alexei envía un pequeño escalofrío por mi columna. Lo último que quiero es pensar en él, no después de la confusión de ayer, pero parece inevitable.
-Entiendo- digo, con un asentimiento. -Gracias por informarme. Supongo que eso me da un poco más de tiempo para repasar mis notas.
El asistente me entrega una carpeta con algunos documentos, y veo en su mirada una ligera vacilación, como si quisiera decir algo más.
-El señor Ivanok también mencionó que si necesitaba algo, no dudara en pedirlo- añade, y hay algo en su tono que me hace preguntarme cuánto sabe realmente este hombre sobre lo que está sucediendo.
Le agradezco de nuevo y me dirijo a mi oficina. El espacio se siente más vacío de lo habitual, incluso con la luz matutina inundando las ventanas. Me siento en mi escritorio y abro la carpeta, tratando de concentrarme en la presentación. Pero mis pensamientos siguen volviendo a Alexei, a la forma en que me miró la última vez que nos vimos, al mensaje silencioso en sus ojos.
No puedo dejar de pensar en su asistente, siempre tan atento y reservado. Quizás él sepa más de lo que deja entrever. ¿Qué tanto de mi vida, de mis reacciones, están siendo observadas bajo la atenta mirada de Alexei?
Intento sacudir esas ideas de mi mente. Tengo una presentación que preparar, y no puedo permitirme distracciones. Sin embargo, mientras reviso mis notas, una sensación persistente de inquietud se instala en mi pecho. Como si cada paso que doy, cada decisión que tomo, estuviera siendo vigilada, analizada.
¿Es posible que Alexei esté intentando manipularme, incluso ahora, desde la distancia? ¿O soy yo quien está creando fantasmas en mi mente, buscando un enemigo donde no lo hay?
Apoyo la frente en mis manos, sintiendo el peso de mis propios pensamientos. No tengo las respuestas, no ahora. Pero una cosa es segura: no me dejaré manipular, por nadie.
Me incorporo, respirando hondo. Sea lo que sea que ocurra hoy, estoy decidida a enfrentar cada desafío de frente. Con o sin la presencia de Alexei en mi vida.
El tiempo pasa lentamente, pero finalmente la hora de la junta llega. La sala de reuniones se llena de personas, cada uno con su propio aire de importancia. Me acomodo en mi lugar, observando cómo los demás toman asiento y se preparan para la presentación. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, no por nerviosismo, sino por la intensa sensación de cansancio que ha estado acumulándose desde temprano. Me duele la cabeza, un dolor punzante que late detrás de mis ojos, pero me obligo a ignorarlo. Hoy no es el día para mostrar debilidad.
La puerta se abre y Alexei entra con su habitual presencia imponente. Me esfuerzo por mantener mi expresión neutral mientras lo veo dirigirse a su lugar en la cabecera de la mesa. Incluso sin mirarme directamente, su presencia me afecta, como si el aire mismo cambiara a su alrededor. Trato de enfocarme en mi tarea, ajustando los papeles frente a mí y preparando la presentación en mi portátil.
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Editado: 02.12.2024