Camil
Había pasado un mes desde la operación, y cada día me sentía un poco más fuerte, más cercana a la vida que había dejado atrás. Alexei estuvo a mi lado en cada paso, asegurándose de que descansara, que siguiera el tratamiento, y sobre todo, recordándome que ya no había nada que temer. Su apoyo había sido mi ancla, y saber que hoy estaría con él en mi regreso a la empresa me daba una seguridad que hacía mucho no sentía.
Miré mi reflejo en el espejo una última vez, alisando las arrugas en mi blusa. La imagen que veía era la misma de siempre, pero en mi interior, me sentía distinta. Había algo renovado en mí, una fuerza que había encontrado en medio de las dificultades. Me tomé un momento para respirar hondo, dejando que esa sensación de renacimiento me llenara antes de bajar las escaleras, donde Alexei me esperaba.
Al verme, me recibió con una sonrisa que hizo que mis nervios se disiparan un poco. Me acerqué y él tomó mi mano con ternura, llevándosela a los labios en un gesto de apoyo silencioso.
—¿Lista para volver? —me preguntó, sus ojos reflejando un orgullo que me hacía sentir más segura.
Asentí, dándole una sonrisa que intentaba reflejar toda la calma que me transmitía.
—Lista. Ha sido un mes largo, pero ya no quiero esperar más. Es hora de volver a la normalidad… o a una nueva normalidad —dije, sintiendo cómo mis palabras también eran una promesa de volver a mi vida, sin miedos ni sombras.
El viaje a la empresa fue tranquilo, ambos sumidos en nuestros pensamientos. Alexei se aseguró de que yo estuviera cómoda, y al llegar, sostuvo mi mano mientras caminábamos hacia el edificio. Los empleados nos saludaron con sonrisas cálidas, y noté algunas miradas de alivio y apoyo, como si también hubieran estado esperando este momento.
Cuando entramos a su oficina, Alexei me indicó una mesa donde ya había algunos documentos y una laptop lista para mí. Había preparado todo para que mi regreso fuera sencillo y cómodo, y eso me hizo sentir más tranquila.
—He mantenido las cosas organizadas, pero nada se compara con tenerte de vuelta —dijo, acercándose y colocando una mano sobre mi hombro—. Sé que hoy es tu primer día, así que no te preocupes por presionarte. Ve a tu ritmo.
Lo miré, agradecida por su consideración y apoyo incondicional, y asentí.
—Gracias, Alexei. Significa mucho para mí que estés a mi lado en este regreso. No sabes cuánto he esperado volver a esto, sentir que puedo ser útil otra vez.
Me senté frente a la laptop, mis dedos temblando ligeramente al posarse sobre el teclado. Pero al mirar a Alexei, esos nervios desaparecieron, reemplazados por la certeza de que, a su lado, podía enfrentar cualquier cosa.
Me acomodé en la silla frente a la laptop, observando la pantalla en blanco y sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Era increíble pensar en todo lo que había pasado en este último mes, y ahora estaba aquí, de vuelta en el lugar que tanto extrañaba, lista para retomar lo que tanto amaba hacer. Justo cuando estaba sumergida en mis pensamientos, Alexei se acercó y se inclinó un poco hacia mí, con esa sonrisa suave que siempre lograba tranquilizarme.
—Pronto podrás volver a tu oficina en el área de diseño —dijo, con su voz suave pero llena de seguridad—. Pero por ahora, estarás trabajando aquí, junto a mí. Así me aseguro de que no te exiges demasiado. Quiero que te sientas cómoda y, sobre todo, tranquila.
No pude evitar sonreír ante su consideración. Me conocía bien y sabía que era capaz de sumergirme en el trabajo sin medir las consecuencias, sobre todo ahora que sentía esa urgencia de demostrarme que podía recuperar el ritmo. Pero él estaba ahí, recordándome que no necesitaba apresurarme, que podía ir paso a paso.
—Gracias, Alexei —murmuré, sintiendo un calor familiar en mi pecho—. Me hace bien saber que estaré aquí, cerca de ti. Y prometo ir con calma, aunque sabes que voy a dar lo mejor de mí.
Él rió suavemente, y se inclinó un poco más, colocando una mano en mi hombro.
—De eso no tengo ninguna duda, Camil. Pero recuerda, lo importante es que disfrutes del proceso, que te sientas bien en cada paso que des. Aquí no hay prisa, y no tienes nada que demostrar. Ya has hecho más de lo que cualquiera podría imaginar.
Sus palabras me reconfortaron más de lo que él podía imaginar. Me quedé unos segundos en silencio, mirándolo y sintiéndome increíblemente afortunada de tener a alguien como él a mi lado. Alexei había sido mi roca, mi refugio, y ahora se convertía en mi compañero de trabajo en esta nueva etapa de mi vida.
—Prometo ir poco a poco —le dije finalmente, mirándolo a los ojos y apretando su mano con agradecimiento.
Él asintió, satisfecho, y luego me dedicó una última sonrisa antes de regresar a su escritorio. Observé el espacio que compartíamos, sintiendo la calidez que él aportaba incluso en este entorno de trabajo. Tenerlo a mi lado hacía que cada paso de mi recuperación fuera un poco más fácil, y supe que, mientras él estuviera ahí, podría enfrentar cualquier desafío que viniera en el camino.
Con una última mirada a Alexei, me puse a trabajar, sintiéndome en paz y motivada. Este era solo el comienzo, y sabía que juntos, podríamos construir un futuro lleno de sueños cumplidos.
El día transcurría con una calma que hacía mucho no experimentaba. Trabajar al lado de Alexei, compartiendo el espacio de su oficina, había sido reconfortante, como si cada tarea y cada conversación silenciosa entre nosotros reforzara nuestra conexión. Sin embargo, después de un rato, sentí la necesidad de despejarme un poco, de moverme y tomar un respiro.
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Editado: 02.12.2024