Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 23

Camil

El sonido del teléfono interrumpió el silencio de la habitación, donde solo nuestras respiraciones entrelazadas llenaban el espacio. Me quedé quieta por un momento, intentando ignorarlo, pero sabía que no podía dejarlo sonar eternamente.

Suspiré suavemente, todavía sintiendo el calor de Alexei a mi lado. Sus brazos seguían envolviéndome con fuerza, como si no quisiera que me moviera.

—Tu teléfono está decidido a arruinar este momento —murmuró él con una voz grave y ligeramente adormilada.

Sonreí, dejando un beso en su cuello antes de deslizarme fuera de la cama. Busqué algo para cubrirme y vi su camisa en la silla junto a la cama. La tomé y me la puse rápidamente, disfrutando de la sensación de su aroma envolviéndome mientras los botones quedaban algo desajustados.

—Volveré en un segundo —le aseguré mientras me dirigía al escritorio donde estaba mi teléfono.

Lo tomé y vi la pantalla: era Julia, mi asistente. Fruncí el ceño, preguntándome qué podría ser tan urgente como para llamarme a esta hora.

—¿Todo bien? —preguntó Alexei desde la cama, apoyándose sobre un codo para observarme, sus ojos recorriéndome con una mezcla de diversión y deseo al verme con su camisa.

—Es Julia. Debo responder —le dije, mientras deslizaba mi dedo por la pantalla para contestar.

—Julia, dime, ¿qué sucede?

Mientras hablaba con ella, podía sentir la mirada de Alexei sobre mí, su atención completamente fija en cada uno de mis movimientos. Y aunque intentaba concentrarme en la llamada, no podía ignorar cómo su presencia hacía que cada palabra que decía se sintiera secundaria.

Terminé la llamada con Julia, asegurándome de que todo estuviera bajo control. Ella solo quería confirmar unos detalles sobre un documento relacionado con el proyecto que lideraba, pero nada urgente. Dejé el teléfono sobre la mesa y me giré para encontrar a Alexei mirándome desde la cama, con una expresión tranquila pero curiosa.

—¿Qué pasa, mi fénix? —preguntó, su voz profunda rompiendo el silencio mientras se apoyaba en un codo para observarme.

Me acerqué lentamente a la cama, jugando con el borde de su camisa que llevaba puesta.

—Nada grave, solo Julia asegurándose de que todo esté en orden con el proyecto. Ya está todo resuelto —respondí, sentándome en el borde de la cama mientras él me estudiaba con esos ojos que siempre lograban dejarme sin aliento.

Alexei se incorporó, inclinándose hacia mí con una sonrisa ligera, pero sus manos ya se movían hacia mi cintura, atrayéndome hacia él.

—¿Eso significa que puedo seguir disfrutando de tu compañía sin interrupciones? —dijo con un toque de diversión, sus dedos trazando suavemente líneas en mi espalda.

Sonreí, dejándome llevar por su cercanía mientras nuestros rostros quedaban a pocos centímetros.

—Eso significa que soy toda tuya, Alexei.

No necesitó más. Sus labios encontraron los míos en un beso que comenzó suave, pero pronto se llenó de intensidad. Sus manos se deslizaron por mi cintura, acercándome aún más mientras mis dedos se enredaban en su cabello.

El mundo exterior desapareció nuevamente, dejándonos en nuestra burbuja donde solo existíamos nosotros. Cada beso, cada caricia, era un recordatorio de cuánto nos pertenecíamos, y nada podía interrumpir eso ahora.

El sonido del teléfono de Alexei rompió el momento que compartíamos, resonando en la habitación con insistencia. Nos separamos lentamente, y él suspiró, claramente frustrado por la interrupción.

—¿Quién será ahora? —murmuró mientras se inclinaba para alcanzar su teléfono en la mesita de noche.

Miró la pantalla y frunció levemente el ceño antes de responder.

—Es tu padre —dijo, mirándome con una mezcla de curiosidad y diversión.

—Ponlo en alta voz —le sugerí, sonriendo mientras me acomodaba a su lado, ya anticipando lo que mi padre tendría que decir.

Alexei aceptó, deslizando su dedo por la pantalla y activando el altavoz.

—Señor Vega, buenas tardes —dijo Alexei con su tono usualmente calmado y respetuoso.

—Alexei, ¿dónde está mi hija? —La voz de mi padre sonaba seria, aunque sabía que también había un toque de cariño detrás de su tono autoritario.

Alexei sonrió ligeramente, mirándome mientras respondía.

—Está conmigo, señor. Está bien cuidada, como siempre.

—Eso espero, Alexei, pero recuerde que aún no están casados. Así que le pido que, por favor, la lleve a casa. Su madre y yo queremos verla, y además, aún tenemos muchas cosas que organizar antes de la boda.

Rodé los ojos, divertida, mientras escuchaba a mi padre. Siempre protector, siempre buscando asegurarse de que todo estuviera en orden.

—Por supuesto, señor. La llevaré a casa más tarde —respondió Alexei, manteniendo su tono cortés.

—Bien. Los esperamos para cenar esta noche. Ah, y Alexei… confío en usted para cuidar de mi hija, pero también para recordarle que aún tiene un hogar aquí con nosotros.

La sonrisa de Alexei se amplió, y me miró con una mezcla de ternura y diversión.




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