Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 26

Camil

Rodrigo siempre tenía esa habilidad de meterse en cualquier plan, y por supuesto, no iba a dejar pasar la oportunidad de acompañarnos hoy. Sus bromas y su energía desbordante podían ser agotadoras a veces, pero también eran parte del caos divertido que era mi hermano.

Terminé mi desayuno mientras él seguía hablando sobre lo mucho que iba a “ayudar” en los preparativos. Sus comentarios iban desde sugerencias absurdas, como incluir una banda de rock para la ceremonia, hasta ideas realmente útiles que me sorprendieron.

—¿Listos? —pregunté mientras dejaba la servilleta sobre la mesa, mirando a Alexei y luego a Rodrigo.

—Siempre listo, hermanita —respondió Rodrigo con una sonrisa amplia, levantándose con entusiasmo.

Alexei, por supuesto, ya estaba preparado. Siempre tan impecable, ajustó ligeramente el reloj en su muñeca antes de tomar mi mano.

—Vamos, mi fénix. El día nos espera.

Mientras nos dirigíamos al auto, Rodrigo seguía hablando sobre las ideas que tenía para “mejorar” la boda.

—¿Qué tal un pastel que sea una obra de arte moderna? Algo que nadie haya visto antes.

—Rodrigo, ya tenemos citas con los mejores proveedores de pasteles. No necesitamos un concepto loco como ese —respondí, intentando mantener la calma.

—Solo digo que deberías considerar algo más arriesgado. Es tu boda, después de todo.

Alexei apretó suavemente mi mano, sonriendo con calma.

—Rodrigo, si quieres planear una boda innovadora, siempre puedes hacerlo en la tuya.

—Tienes razón, Alexei. Lo haré cuando llegue el momento. Pero mientras tanto, estoy aquí para ayudarles a ustedes —respondió, guiñándome un ojo.

Me limité a suspirar mientras subíamos al auto. Rodrigo se acomodó en el asiento trasero, claramente emocionado por estar involucrado en todo, mientras Alexei y yo intercambiábamos miradas cómplices.

Sabía que el día sería intenso con mi hermano cerca, pero también sabía que su presencia haría que los momentos fueran más memorables. Y, aunque no se lo admitiría en voz alta, estaba agradecida de tenerlo con nosotros, incluso con sus ideas extravagantes.

Cuando llegamos al lugar donde nos reuniríamos con la organizadora del evento, no pude evitar admirar lo impecable y elegante que era el lugar. Alexei estacionó el auto, y Rodrigo salió casi saltando, como si fuera más su boda que la mía.

—¿Están listos para la magia? —preguntó con ese tono dramático que siempre usaba cuando intentaba llamar la atención.

Alexei y yo simplemente compartimos una mirada divertida antes de entrar.

Una mujer elegante, con un porte profesional pero cálido, se acercó a recibirnos. Su cabello estaba recogido en un moño impecable, y su sonrisa iluminaba toda la habitación.

—Bienvenidos, señorita Vega, señor Ivanok. Es un placer recibirlos —dijo mientras estrechaba nuestras manos con amabilidad. Luego, su mirada se dirigió hacia Rodrigo, y en ese instante, su expresión cambió.

Rodrigo se quedó inmóvil, con la boca ligeramente abierta, claramente sorprendido.

—¿Sofía? —preguntó finalmente, su voz llena de incredulidad.

Ella también parecía sorprendida, aunque rápidamente recuperó su compostura.

—Hola, Rodrigo. No esperaba verte aquí —dijo con una pequeña sonrisa.

Yo, por supuesto, no pude evitar notar la tensión en el aire. Rodrigo seguía mirándola como si hubiera visto un fantasma, completamente mudo.

—Rodrigo —lo llamé, alzando una ceja mientras cruzaba los brazos. —Cierra la boca, que te van a entrar moscas.

Alexei soltó una risa baja, mientras Rodrigo finalmente parpadeaba y cerraba la boca, aunque su mirada seguía fija en Sofía.

—¿Tú eres la dueña de este lugar? —preguntó finalmente, su tono lleno de asombro.

—Sí, lo soy —respondió ella con naturalidad, aunque había un leve rubor en sus mejillas.

Era evidente que había algo más entre ellos, y mientras Alexei y yo intercambiábamos una mirada cómplice, decidí dejar que la conversación siguiera su curso. Después de todo, parecía que este día tendría más sorpresas de las esperadas.

Sofía recuperó su compostura rápidamente, mostrando una sonrisa profesional mientras nos invitaba a sentarnos en una elegante sala privada. Rodrigo, sin embargo, seguía aturdido, como si no pudiera creer lo que veía.

—Por favor, tomen asiento. Les explicaré el itinerario que hemos preparado para hoy —dijo Sofía, señalando la mesa donde estaban dispuestos varios catálogos y muestras de colores.

Alexei y yo tomamos asiento, pero Rodrigo permaneció de pie, mirándola fijamente.

—¿Vas a quedarte ahí parado como un árbol, Rodrigo? —pregunté con sarcasmo, mientras Alexei trataba de contener una risa.

Rodrigo reaccionó finalmente, sacudiendo la cabeza como si intentara despejarla, y se sentó a mi lado, aunque no apartó la vista de Sofía.

—Bueno, como les decía —continuó Sofía, ignorando el comportamiento extraño de Rodrigo—, hoy revisaremos opciones para la decoración, las flores y los colores de la ceremonia. También tenemos una selección de postres y bebidas para que puedan probar más tarde.




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