Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 28

Camil

La luz suave del amanecer se colaba por las cortinas de mi habitación cuando abrí los ojos. Por un momento, me quedé mirando el techo, dejándome envolver por la emoción y los nervios que me invadían. Hoy era el día. El día en que comenzaría mi vida como la esposa de Alexei.

Me levanté con cuidado para no despertar a Sofía, quien seguía profundamente dormida, y me dirigí al baño. La ducha era exactamente lo que necesitaba para relajarme y despejar mi mente. El agua caliente recorría mi cuerpo, llevándose consigo cualquier rastro de tensión.

Después de vestirme con una bata ligera, salí del baño, y Sofía ya estaba despierta, sentada en la cama con una sonrisa en el rostro.

—Buenos días, novia —dijo, estirándose ligeramente. —¿Lista para tu gran día?

—Más que lista —respondí, aunque mi sonrisa delataba mis nervios.

—Perfecto, porque todo está en marcha. Los proveedores ya están en el lugar, y la habitación donde te arreglarás está lista.

Asentí, agradecida por su eficiencia, mientras ambas nos preparábamos para salir. Nos despedimos de mis padres rápidamente, quienes prometieron estar en el lugar más tarde, y subimos al auto que nos esperaba en la entrada.

El trayecto hacia el lugar de la boda fue tranquilo. Cada kilómetro recorrido aumentaba mi emoción, pero también mi ansiedad. Sofía notó mi expresión y colocó una mano sobre la mía.

—Todo saldrá perfecto, Camil. Confía en mí.

Al llegar, el lugar era un sueño hecho realidad. Los jardines estaban decorados con luces, flores y detalles en dorado que se ajustaban perfectamente a lo que había imaginado.

Sofía me guió hacia una de las habitaciones del lugar, donde varias personas ya esperaban para comenzar con mi arreglo. El espacio estaba lleno de espejos, luces suaves, y una pequeña mesa con bocadillos y bebidas para mí y mis damas de honor.

—Esta es tu habitación —dijo Sofía, abriendo la puerta con una sonrisa. —Tómate tu tiempo y disfruta cada momento.

Respiré profundamente mientras entraba, dejando que el ambiente me envolviera. Hoy era mi día, y todo estaba exactamente como lo había soñado.

El ambiente en la habitación era relajante, con música suave de fondo y un aroma floral que llenaba el aire. Antes de que empezaran a maquillarme y peinarme, mi madre, siempre atenta a los detalles, entró en la habitación con una sonrisa luminosa.

—Camil, querida, ¿cómo te sientes? —preguntó mientras se acercaba para abrazarme.

—Un poco nerviosa, pero emocionada, mamá —respondí, devolviendo el abrazo.

Sofía, que estaba a mi lado, intervino con una sonrisa cómplice.

—Tiene todo el derecho de estar nerviosa. Hoy es su gran día, después de todo.

Mi madre rió suavemente antes de volverse hacia el equipo que estaba a cargo de mi arreglo.

—¿Podemos hacer algo para que se relaje un poco más?

Una de las asistentes sonrió y asintió.

—Por supuesto. Tenemos un servicio de masajes preparado para la novia. Pero si lo desean, también podemos incluir a usted y a la señorita Sofía.

—Eso suena maravilloso —dijo mi madre, mirando a Sofía, quien parecía un poco sorprendida por la sugerencia.

—¿Yo también? —preguntó Sofía, con un leve rubor en las mejillas.

—Claro que sí, Sofía. Has hecho tanto por esta boda que te lo mereces —respondí, sonriendo.

En pocos minutos, prepararon tres camillas en un rincón de la habitación, cubiertas con toallas blancas y rodeadas de aceites aromáticos. Me recosté en una de ellas, dejando que las manos expertas del masajista empezaran a trabajar en mis hombros y espalda.

—Esto es justo lo que necesitaba —murmuré, cerrando los ojos mientras sentía cómo la tensión desaparecía poco a poco.

Mi madre y Sofía, en las camillas a mi lado, parecían igual de relajadas.

—Camil, esto fue una idea fantástica. No sé cómo no pensamos en esto antes —dijo mi madre, su voz llena de satisfacción.

—Estoy de acuerdo —añadió Sofía, con los ojos cerrados. —Un masaje antes de un evento importante debería ser obligatorio.

Riendo suavemente, dejé que el momento me envolviera. Sentí cómo los nervios se desvanecían poco a poco, reemplazados por una sensación de calma y gratitud. Estaba rodeada de amor, apoyo y las personas que más significaban para mí.

Cuando el masaje terminó, me sentí renovada, lista para enfrentar el resto del día. Era mi boda, y sabía que sería perfecta en todos los sentidos.

Después del masaje, me sentía renovada y lista para lo que seguía. Me senté frente al gran espejo mientras el equipo de estilistas comenzaba a trabajar en mi maquillaje y peinado. El ambiente en la habitación seguía siendo relajado, y mi madre y Sofía se habían acomodado en un sofá cercano, conversando tranquilamente mientras me observaban.

Los pinceles deslizándose por mi rostro, los productos delicadamente aplicados, y las manos expertas trabajando en mi cabello eran casi hipnóticos. Todo parecía tan irreal, pero al mismo tiempo, perfecto.




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