Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 30

Alexei

Mientras el avión surcaba el cielo, miré a mi lado y allí estaba Camil, recostada contra mi hombro, con los ojos cerrados y una sonrisa serena en los labios. El suave ronroneo del motor nos envolvía, creando un ambiente tranquilo, perfecto para reflexionar sobre los últimos días.

Habíamos pasado una semana increíble en las Maldivas, una semana que fácilmente podía describirse como la mejor de mi vida. Cada momento con Camil había sido un recordatorio de por qué la amaba tanto: su risa, su energía, su capacidad para hacer que incluso lo más sencillo se sintiera especial.

La isla nos había regalado amaneceres inolvidables, cenas bajo las estrellas y momentos en los que el mundo parecía detenerse, dejándonos a ella y a mí como los únicos habitantes de ese pequeño paraíso.

Pero ahora estábamos en camino a una nueva etapa, y mi emoción crecía con cada minuto que pasaba. Nuestra casa ya estaba lista, y no podía esperar para mostrarle a Camil cada rincón de ese lugar que había sido diseñado pensando en ella, en nosotros.

Volví la mirada hacia la ventana, observando las nubes mientras el avión seguía su curso. Una mezcla de emociones me invadía: felicidad, gratitud, y un profundo amor que parecía aumentar cada día más.

Cuando miré nuevamente a Camil, sus ojos se abrieron lentamente, y su sonrisa se amplió al verme.

—¿En qué piensas? —preguntó, su voz suave mientras se incorporaba un poco.

—En ti, en nosotros… y en lo que viene ahora —respondí, tomando su mano y llevándola a mis labios para besarla suavemente.

—Nuestra casa —dijo, sus ojos brillando de emoción. —¿Crees que me gustará?

Sonreí, seguro de mi respuesta.

—Te encantará, Camil. Cada detalle fue pensado para ti, para nosotros.

Ella apretó mi mano, sus ojos llenos de confianza y amor.

—Entonces no puedo esperar para verla.

El resto del vuelo transcurrió en un ambiente de expectación tranquila. Sabía que, al aterrizar, estaríamos comenzando un nuevo capítulo en nuestra vida juntos. Y no importaba lo que trajera el futuro, porque mientras estuviera con Camil, todo sería perfecto.

El avión aterrizó suavemente, y mientras bajábamos las escaleras, una cálida brisa nos recibió. Un auto esperaba por nosotros, y mientras subíamos, sentí la emoción creciendo dentro de mí. Nuestra nueva casa estaba a pocos minutos, y no podía esperar para ver la reacción de Camil al cruzar la puerta por primera vez.

Camil, sentada a mi lado, sostenía mi mano con fuerza. Sus ojos brillaban con curiosidad y una pizca de ansiedad.

—¿Estás nerviosa? —le pregunté, acariciando suavemente su mano con mi pulgar.

—Un poco —admitió con una sonrisa tímida. —Es nuestra primera casa juntos, Alexei. Es algo grande.

—Lo sé —respondí, inclinándome para besar su mejilla. —Y será perfecta, porque es nuestra.

El trayecto no duró mucho, y cuando finalmente nos detuvimos frente a la casa, sentí cómo el corazón de Camil se aceleraba ligeramente, reflejando mi propia emoción.

—¿Lista? —le pregunté mientras bajaba del auto y le ofrecía mi mano.

Ella asintió, tomando mi mano mientras miraba la imponente fachada de nuestra nueva casa. Era moderna y elegante, con amplios ventanales que dejaban entrar la luz natural y un jardín cuidadosamente diseñado que la rodeaba.

Caminamos juntos hacia la puerta principal, y con una sonrisa, abrí la puerta para dejarla entrar primero.

—Bienvenida a casa, Camil.

Ella dio un paso al interior, sus ojos recorriendo cada detalle del espacioso vestíbulo. Las paredes estaban decoradas con tonos cálidos, y los muebles eran una combinación de elegancia y comodidad, perfectamente diseñados para reflejar nuestros gustos.

—Alexei, esto es… increíble —murmuró, girándose hacia mí con los ojos llenos de emoción.

—¿Te gusta? —pregunté, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad al ver su reacción.

—Me encanta. Es todo lo que podría haber soñado y más.

Camil me abrazó con fuerza, y yo la rodeé con mis brazos, sosteniéndola cerca mientras mirábamos juntos el espacio que pronto se convertiría en nuestro hogar.

—Esto es solo el comienzo, mi fénix —le dije, inclinándome para besarla suavemente. —Aquí es donde construiremos nuestros sueños, donde haremos nuestra vida juntos.

Ella asintió, sus ojos brillando de amor y gratitud.

—Y no puedo esperar para comenzar, Alexei.

Sabía que este lugar no era solo una casa; era el inicio de una vida llena de momentos como este, compartidos con la mujer que amaba más que a nada en el mundo.

Camil se inclinó hacia mí, sus manos subiendo hasta rodear mi cuello mientras sus labios buscaban los míos en un beso lleno de amor y emoción. Suave al principio, pero con una intensidad que reflejaba la felicidad del momento. No pude evitar responder, devolviéndole el beso con la misma pasión, sosteniéndola firmemente contra mí como si quisiera que ese instante durara para siempre.

Cuando nos separamos, ella me miró con una sonrisa que iluminaba su rostro.




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