Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 31

Camil

Estaba de pie frente al espejo, ajustándome un vestido para ir a la oficina. Era uno de mis favoritos, un diseño sencillo pero elegante que siempre me hacía sentir segura. Sin embargo, al terminar de subir el cierre, me detuve un momento y fruncí el ceño.

El vestido se sentía más ceñido de lo normal, especialmente en la cintura y el busto. Giré ligeramente, inspeccionándome en el espejo, y no pude evitar notar cómo se ajustaba a mi figura de una manera distinta a la habitual.

—¿Qué está pasando? —murmuré, tocando ligeramente la tela.

Suspiré y me senté en el borde de la cama, tratando de recordar si había cambiado algo en mi alimentación o en mi rutina. Últimamente sí había comido un poco más de lo normal, pero tampoco tanto como para que mi cuerpo lo notara tan rápido. Además, me sentía más cansada de lo habitual, como si cada día necesitara más tiempo para recuperarme.

Mis pensamientos se detuvieron cuando recordé algo más: la semana pasada, el olor a café, uno de mis favoritos, había sido tan fuerte que me mareó ligeramente. Y el otro día, mientras Alexei y yo cenábamos, noté que ciertos alimentos tenían un aroma diferente, casi desagradable.

Acaricié mi abdomen distraídamente, tratando de conectar los puntos.

—¿Será…? —dejé que la pregunta quedara en el aire, sintiendo cómo una mezcla de emoción y nerviosismo comenzaba a invadirme.

Me levanté del borde de la cama y me miré nuevamente en el espejo, esta vez con una sonrisa tenue. Si lo que estaba pensando era cierto, tenía que confirmarlo. Pero aún no quería decir nada, no hasta estar completamente segura.

Respiré hondo, dejando el vestido como estaba, y me dispuse a terminar de arreglarme. Tenía un día completo en la oficina, pero sabía que esto no saldría de mi mente hasta que tuviera una respuesta.

Mientras me colocaba los últimos detalles, escuché pasos acercándose y la voz de Alexei llamándome desde el pasillo. Me giré hacia la puerta, lista para enfrentar el día, aunque mi mente estaba en otro lugar.

Alexei apareció en la puerta, impecable como siempre, con una ligera sonrisa en su rostro. Su mirada recorrió mi figura de arriba abajo, deteniéndose un momento más de lo normal en mi vestido.

—Te ves hermosa, como siempre —dijo, caminando hacia mí con esa confianza que siempre lograba hacer que mi corazón latiera más rápido.

—Gracias —respondí, tratando de que mi tono sonara natural mientras me ajustaba el cabello frente al espejo.

Alexei se acercó por detrás, rodeándome con sus brazos y apoyando su barbilla en mi hombro.

—¿Todo bien? Pareces distraída —preguntó, su voz suave pero llena de curiosidad.

—Sí, solo estoy pensando en todo lo que tengo que hacer hoy en la oficina —mentí, aunque sabía que Alexei no se dejaba engañar fácilmente.

Él no insistió, pero sus ojos se encontraron con los míos a través del espejo, y su mirada transmitía una mezcla de ternura y comprensión.

—Recuerda que puedes tomarte el día si lo necesitas —dijo, dejando un suave beso en mi mejilla.

—Lo sé, pero estoy bien —respondí, girándome hacia él y colocando mis manos sobre su pecho. —Además, tengo que liderar una reunión importante.

Alexei asintió, aunque todavía parecía un poco preocupado.

—De acuerdo, pero prométeme que si necesitas algo, me lo dirás.

—Lo prometo —dije con una sonrisa, poniéndome de puntillas para darle un beso rápido en los labios.

Después de que Alexei salió para terminar de alistarse, me quedé un momento más frente al espejo, acariciando ligeramente mi abdomen otra vez. La posibilidad seguía rondando mi mente, y aunque aún no estaba lista para compartir mis sospechas, sabía que pronto tendría que enfrentarla.

—Primero la oficina, luego veremos —murmuré para mí misma antes de tomar mi bolso y salir para unirme a Alexei. Tenía mucho que pensar, pero sabía que, pase lo que pase, no estaba sola.

Bajé las escaleras con cuidado, escuchando el sonido de Alexei en la cocina. Al llegar, lo encontré preparando café, su concentración total mientras ajustaba la cafetera. Era una escena simple, pero verlo en esos momentos cotidianos siempre lograba arrancarme una sonrisa.

—¿Lista? —preguntó sin mirarme, aunque su tono suave delataba que sabía que estaba allí.

—Lista —respondí, apoyándome en el marco de la puerta mientras lo observaba.

Él se giró con dos tazas en la mano, extendiéndome una. El aroma del café llenó el aire, y aunque solía ser un placer, hoy sentí que el olor era demasiado fuerte, haciendo que frunciera ligeramente el ceño.

—¿Todo bien? —preguntó Alexei, notando mi reacción.

—Sí, solo… creo que no quiero café esta mañana —dije, dejando la taza en la encimera.

Alexei arqueó una ceja, claramente sorprendido.

—Eso es nuevo. Siempre tomas café por las mañanas.

—Supongo que hoy no tengo ganas —respondí rápidamente, tratando de restarle importancia mientras agarraba una manzana de la frutera.

Él no insistió, pero me lanzó una mirada curiosa antes de tomar un sorbo de su café.




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