Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 33

Camil

Cuatro meses Después

Los últimos meses habían pasado más rápido de lo que jamás imaginé. Ahora, con cinco meses de embarazo, cada día me sentía más conectada con el pequeño milagro que crecía dentro de mí.

Me senté en el sofá de nuestra sala, acariciando mi vientre ya redondeado mientras miraba por la ventana. Las hojas de los árboles se movían suavemente con el viento, y todo parecía tan tranquilo, tan perfecto.

Pensé en todo lo que había ocurrido desde que me enteré del embarazo: la emoción de compartir la noticia con Alexei, las bromas constantes de Rodrigo, las lágrimas de felicidad de mi madre y el apoyo incondicional de mi padre. Incluso los antojos extraños se habían convertido en una fuente de risas y recuerdos que atesoraba.

Pero hoy era especial. Hoy íbamos a descubrir el sexo de nuestro bebé. El simple pensamiento hacía que mi corazón se acelerara.

—¿Niño o niña? —murmuré para mí misma, como si pudiera adivinarlo con solo preguntar.

Alexei había estado increíblemente atento durante todo este tiempo. Desde asegurarse de que nunca me faltara nada hasta acompañarme a cada cita médica, había demostrado ser un compañero y futuro padre excepcional. Me hacía sentir amada, protegida y completamente preparada para esta nueva etapa de nuestras vidas.

—¿En qué piensas, mi fénix? —preguntó su voz detrás de mí, sacándome de mis pensamientos.

Me giré para verlo, apoyado contra el marco de la puerta con esa sonrisa tranquila que siempre lograba calmarme.

—En todo lo que ha pasado. Y en el hecho de que hoy sabremos si este bebé es niño o niña —respondí, sonriendo mientras colocaba mis manos sobre mi vientre.

Alexei caminó hacia mí y se agachó a mi lado, colocando una mano sobre la mía.

—Sea lo que sea, será perfecto porque es nuestro.

Sus palabras siempre lograban hacerme sentir segura. Lo miré, preguntándome cómo había tenido tanta suerte de encontrarlo.

—¿Estás lista para ir? —preguntó, inclinándose para besar mi frente.

—Más que lista.

Tomó mi mano y me ayudó a levantarme con cuidado. Mientras nos dirigíamos al auto, no podía evitar sentir cómo la emoción crecía con cada paso. Hoy era un día que cambiaría nuestras vidas una vez más, y no podía esperar para compartirlo con él.

El trayecto al consultorio fue tranquilo, pero lleno de emoción. Alexei conducía con esa calma característica suya, aunque de vez en cuando lo sorprendía echándome una mirada rápida, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.

—¿Estás nerviosa? —preguntó finalmente, con una leve sonrisa mientras giraba hacia la calle del consultorio.

—Un poco —admití, jugando con mis dedos sobre mi vientre. —Es un momento importante. Saber si será niño o niña hace que todo se sienta más real.

Alexei tomó mi mano libre, entrelazando sus dedos con los míos.

—Camil, sea lo que sea, este bebé ya es el centro de nuestra vida. Nada cambiará eso.

Sus palabras, como siempre, lograron calmarme. Respiré hondo y asentí mientras llegábamos al estacionamiento. Alexei aparcó el auto y salió rápidamente para abrirme la puerta, siempre atento y considerado.

Entramos al consultorio tomados de la mano, y la recepcionista nos recibió con una sonrisa cálida.

—La Dra. Ortiz los está esperando. Pueden pasar directamente.

Mi corazón empezó a latir más rápido mientras caminábamos hacia la sala de exploración. Una vez dentro, me recosté en la camilla mientras Alexei se sentaba a mi lado, tomando mi mano con firmeza.

La Dra. Ortiz entró poco después, saludándonos con su habitual profesionalismo y calidez.

—Bueno, Camil y Alexei, hoy vamos a descubrir algo emocionante, ¿verdad? —dijo mientras preparaba el equipo de ultrasonido.

—Así es —respondí con una sonrisa nerviosa, mirando a Alexei, quien me devolvió una mirada tranquila pero expectante.

Cuando el gel frío tocó mi vientre, Alexei apretó mi mano suavemente, como si me recordara que estaba conmigo en cada paso.

—Aquí está su bebé —dijo la doctora, señalando la pantalla mientras la figura del pequeño aparecía claramente.

Mi respiración se detuvo por un momento al ver cómo se movía, tan pequeño pero tan lleno de vida.

—Y ahora… veamos el sexo.

El silencio en la sala era palpable mientras la doctora ajustaba el transductor, buscando la mejor imagen. Finalmente, sonrió y señaló algo en la pantalla.

—Felicitaciones, van a tener una…

Alexei y yo nos miramos, nuestros corazones latiendo al unísono mientras esperábamos escuchar la palabra que cambiaría nuestras vidas una vez más.

—Felicitaciones, van a tener una niña —anunció la Dra. Ortiz, con una sonrisa cálida mientras señalaba en la pantalla.

Mi corazón se detuvo por un instante antes de que una ola de emoción me invadiera. Miré a Alexei, quien todavía estaba enfocado en la pantalla, como si estuviera grabando cada detalle de ese momento en su memoria.




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