Lazos De Hielo Y Fuego

Capitulo 35

Camil

Una semana había pasado desde que Ariadna llegó a nuestras vidas, y todo había cambiado. Mi mundo ahora giraba en torno a ella, y cada momento con mi pequeña era una mezcla de aprendizaje y maravilla.

Estaba en la habitación de Ariadna, con ella recostada en mis brazos, mientras mecía suavemente la mecedora. Sus ojitos comenzaban a cerrarse, y sus pequeños labios emitían leves suspiros. Verla así, tan tranquila y vulnerable, hacía que cada noche sin dormir valiera la pena.

—Eres tan hermosa, mi niña —susurré, acariciando su suave mejilla.

Había algo tan reconfortante en esos momentos de paz, solo nosotras dos, mientras Alexei estaba en la empresa atendiendo algunos asuntos. Aunque lo extrañaba, sabía que él siempre estaba pensando en nosotras.

—Papá está trabajando duro para asegurarse de que tengamos todo lo que necesitamos, Ariadna —le dije en voz baja, como si pudiera entenderme.

Dejé un suave beso en su cabecita antes de colocarla cuidadosamente en su cuna. Se movió ligeramente, haciendo un pequeño puchero, pero volvió a quedarse dormida casi al instante. Me quedé ahí por un momento, observándola, asegurándome de que estuviera cómoda.

El sonido de mi teléfono vibrando en la mesita junto a la cuna me sacó de mis pensamientos. Lo tomé rápidamente, asegurándome de no hacer ruido, y sonreí al ver el nombre de Alexei en la pantalla.

Alexei: "¿Cómo están mis chicas? ¿Todo bien con Ariadna?"

Sonreí mientras le respondía.

Camil: "Todo perfecto. Está dormida ahora. Creo que la mecedora tiene poderes mágicos. ¿Cómo va tu día?"

Pocos segundos después, llegó su respuesta.

Alexei: "Mucho mejor ahora que sé que ambas están bien. No dejo de pensar en ustedes. Terminaré pronto aquí y volveré a casa."

Mi corazón se llenó de calidez. Alexei siempre encontraba la manera de hacernos sentir su amor, incluso a la distancia.

Camil: "Te esperamos. Ariadna y yo extrañamos a papá."

Dejé el teléfono de vuelta en la mesa y me quedé junto a la cuna, observando a mi hija dormir plácidamente. Cada día con ella era un regalo, y aunque la vida como madre era agotadora, no podía imaginar nada más maravilloso.

"Estamos listas para ti, Alexei", pensé, sabiendo que, aunque él no estuviera físicamente aquí ahora, su amor y compromiso siempre llenaban nuestro hogar.

Después de asegurarme de que Ariadna estaba completamente dormida en su cuna, tomé el monitor de bebé que Alexei había instalado días atrás. Era una cámara que me permitía verla desde cualquier parte de la casa, lo cual me daba mucha tranquilidad.

Prendí la pantalla y ajusté el volumen al nivel justo para escuchar cualquier movimiento o sonido que hiciera mientras dormía. Observé por un momento cómo su pequeño pecho subía y bajaba con cada respiración. Parecía tan tranquila, tan segura en su mundo.

Con el monitor en mano, salí de la habitación y bajé las escaleras con cuidado, tratando de no hacer ruido. La casa estaba en completo silencio, salvo por el leve sonido de mis pasos.

Me dirigí a la cocina, sintiéndome un poco más relajada. La noche había sido larga, y aunque estaba exhausta, sabía que necesitaba algo para mantenerme en pie. Abrí el refrigerador y tomé una botella de agua fría, dejando que el aire fresco me ayudara a despejarme un poco más.

Mientras servía el agua en un vaso, busqué algo para comer. Terminé eligiendo un poco de fruta y una barra de granola, algo rápido y sencillo que no me alejaría mucho tiempo de Ariadna.

Me senté en uno de los taburetes de la cocina, con el monitor colocado frente a mí en la isla. De vez en cuando, miraba la pantalla para asegurarme de que todo estaba bien. Ariadna seguía profundamente dormida, moviéndose apenas un poco mientras soñaba.

—Eres una niña tranquila, ¿sabes? —murmuré para mí misma, sonriendo al verla.

Pensé en Alexei, imaginándolo en su oficina, probablemente contando los minutos para regresar a casa con nosotras. Desde el momento en que Ariadna llegó, había sido el padre más dedicado que jamás podría haber imaginado. Cada día me demostraba cuánto la amaba y cuánto significábamos para él.

Terminé mi vaso de agua y mi pequeño refrigerio, sintiéndome un poco más renovada. Antes de subir nuevamente, miré el monitor una vez más. Ariadna seguía durmiendo plácidamente, y eso me dio la confianza de que todo estaba bien.

Con el monitor en mano, apagué las luces de la cocina y comencé a subir las escaleras, lista para regresar junto a mi pequeña. Sabía que en cualquier momento Alexei también estaría en casa, completando nuestro pequeño pero perfecto mundo.

Después de regresar a la habitación con Ariadna, la observé dormir por unos minutos más antes de recostarme en nuestra cama. Estaba agotada, pero saber que mi bebé estaba segura me daba una tranquilidad indescriptible. Con el monitor aún encendido en la mesita de noche, cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio.

El sueño me venció más rápido de lo que esperaba. No sabía cuánto tiempo había pasado cuando desperté de repente, sintiendo una extraña inquietud en el pecho. Me incorporé de inmediato, mirando hacia la cuna al otro lado de la habitación.




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