Isla
La noche del Ritual llegó.
El bosque estaba iluminado por cientos de antorchas que formaban un círculo alrededor del claro sagrado. El aire era denso, casi vivo. Evelyn y otros miembros del Consejo observaban desde las sombras. Liam no estaba.
Estaba completamente sola.
—Da un paso dentro del círculo —ordenó la líder del Consejo—. Y deja atrás quién crees ser.
Lo hice.
Un aullido lejano rompió el silencio, y la luna —llena y colosal— se alzó sobre los árboles. De pronto, el suelo bajo mis pies ardió, como si llamas invisibles quisieran tragarme. Cerré los ojos… y el fuego me envolvió.
Pero no dolía.
Era como si me reconociera.
“Tu espíritu no es nuevo, Isla. Ha vivido muchas vidas.”
Vi escenas que no entendía: batallas, besos furtivos, traiciones entre manadas antiguas. Sentí un poder ancestral en mis venas, reclamando mi cuerpo como su hogar.
Cuando abrí los ojos, estaba de rodillas… y todos me miraban con miedo.
Mis brazos brillaban con marcas plateadas que no tenía antes.
Y mis ojos… ya no eran marrones.
Eran dorados, como los de la mujer de mis sueños.