Isla
Esa noche no pude dormir.
No por miedo, sino por una verdad que finalmente acepté: nunca me dejarían vivir si no reclamaba lo que me pertenece.
No quería el poder, pero el poder me eligió.
Entré al salón principal de la casa Blackthorne con el cabello suelto y las marcas lunares visibles. Algunos lobos me observaron con cautela. Otros con esperanza.
—Hoy ya no soy solo la pareja del heredero —dije con voz firme—. Soy la descendiente de la Primera Hija. Soy el puente entre la sangre y la luna. No vine a dividir esta manada… vine a liberarla.
Evelyn me observaba desde un rincón. Asintió una sola vez.
—A partir de hoy —continué—, no toleraré más ataques ni amenazas. Si quieren que me marche, luchen por ello. Pero si quieren un futuro en el que no reine el miedo… entonces únanse a mí.
Liam me tomó la mano. Me sentí más fuerte con él a mi lado.
Uno a uno, algunos miembros dieron un paso al frente. Jóvenes, mujeres, incluso ancianos que me habían ignorado hasta ahora.
Una nueva manada se estaba formando.
No por linaje.
Sino por elección.
Y cuando salí al exterior, la luna brilló justo sobre mí. Sentí su energía recorrer mis venas. Una voz interior susurró:
"Estás lista, Isla. Tu guerra apenas comienza."