Liam
Sabíamos que el Consejo no se quedaría de brazos cruzados.
Lucien había desaparecido, pero no estaba solo. Había otros como él: conservadores, lobos de linaje puro que creían que Isla debía ser eliminada antes de que su poder desequilibrara todo.
—Están reclutando —dijo Evelyn mientras caminábamos por los túneles antiguos bajo el bosque—. Algunos de los clanes del sur ya se han unido a su causa.
—¿Y el Consejo? —pregunté.
—Dividido. Pero la mayoría no hará nada… por ahora.
Yo sí haría algo.
Esa misma noche, convoqué a nuestra nueva manada. Los reuní en el claro, iluminado solo por la luna.
—Esto no es una alianza temporal —les dije—. Esta es una declaración de existencia. Nos negamos a vivir bajo amenazas. Nos negamos a ser gobernados por el miedo.
Isla dio un paso adelante, su presencia tan fuerte como la mía.
—No queremos guerra —dijo ella—. Pero si vienen por nosotros… les mostraremos que esta manada no se rompe. Esta manada muerde.
Y el rugido que estalló en respuesta hizo temblar los árboles.
Sabíamos que venían por nosotros.
Pero esta vez, estaríamos preparados.