Thomas cerró los ojos por un momento, se pellizcó la piel pensando en que todo era un sueño y cuando creyó estar todavía en la tienda decidió abrir los ojos dándose cuenta que en realidad sí estaba en otro lugar.
El cerebro del muchacho empezó a procesar varias respuestas lógicas sobre cómo es que había llegado a ese lugar, debía de existir una explicación razonable para eso.
Abrió bien los ojos y se fijó en cómo era el lugar: oscuro y se podían ver las estrellas. Pero había más, Thomas caminó un poco hacia adelante, guiándose por la poca iluminación que le brindaban las estrellas y logró distinguir que en ese lugar había cuatro pilares muy altos, y en el centro de cada uno de ellos había pequeños aguajeros. Se acercó al más próximo de los pilares.
Antes de tocarlo, lo observó muy detenidamente, el tamaño del pilar era tan alto como el de su casa, sobre su superficie había dibujos extraños en relieve y cuando lo tocó sintió que estaban hechos de roca, una roca muy firme por lo que pudo sentir. Retrocedió un poco y observó que detrás del pilar no había nada, poco a poco se acercó a la orilla y cuando vio hacia abajo notó que había un gran vacío oscuro allí, lo que significaba que tal vez estaba flotando. Thomas corrió hacia el otro lado y vio que allí también estaba el oscuro vacío. Eso confirmaba su teoría, ese definitivamente no era su mundo, y ahora se encontraba en una especie de tablero con cuatro grandes columnas en cada esquina que flotaba en la oscuridad.
— ¿Dónde estoy? —se preguntó Thomas cuando retrocedió alejándose de la orilla, temeroso a perder el equilibrio y caer.
Quería saber qué era ese lugar y por qué estaba allí.
La mente de Thomas seguía procesando lo que él estaba viviendo, varias explicaciones se le venían a la cabeza y la única que le resultaba lógica, era que la puerta que hace unos instantes cruzó, debía de ser como un portal, igual a las que usan en los programas de ficción, pero mientras esa teoría le daba respuesta a su pregunta, otra surgía en su mente. ¿Por qué su abuelo tenía una puerta que te llevaba a otro lugar?
Sin duda alguna, la tienda de su abuelo tenía muchas cosas extrañas. A Thomas le entró curiosidad por saber por qué los pilares tenían esos agujeros que parecían estar diseñados para resguardar algo, pero como no era tan alto para alcanzarlo no podía checar qué es lo que podría caber allí.
Lo que le importaba al chico en esos momentos era conocer más de ese extraño lugar, había estado tan ocupado preguntándose el por qué, que no había prestado atención al cien por ciento al lugar, que cuando vio un circulo en el centro se acercó a él y observó que había algo escrito con las mismas letras que en el libro. Estaban escritas alrededor de un círculo.
«Debe de estar relacionado» pensó Thomas.
Se agachó y tocó la letra la cual después de que pusiera su mano sobre ella dio un resplandor azul, el mismo que había dado el libro. Thomas retrocedió al ver esto y luego de eso sus ojos vieron algo sorprendente.
El círculo donde estaban las letras empezó a elevarse poco a poco, no pudo cerrar los ojos de la sorpresa que eso le generaba. El círculo empezó a tornarse a la forma de un cilindro y antes de quedarse inmóvil, el cilindro dio varias vueltas sobre su propio eje, finalmente se quedó quieto.
Thomas se levantó de donde estaba y caminó hacia el círculo, las letras aún estaban allí, lo único que había cambiado era que ahora había letras alrededor de todo el cilindro. No podía entender nada de lo que había escrito allí, al tocar las letras una idea se vino a su cabeza, tenía su teléfono con él así que tomaría fotografías de lo que había escrito, puso la cámara de su teléfono y empezó a tomar las fotos de todo el texto que estaba escrito. Tomó cinco fotografías, después guardó su celular.
Ahora que ya había explorado todo ese lugar, decidió que ya era momento de regresar a su casa, volteó hacia atrás y empezó a caminar hacia la puerta, al estar frente a ella, tocó el picaporte, pero cuando lo hizo, escuchó un pequeño susurro.
— ¿Qué rayos? —dijo Thomas y volteó hacia donde estaba el circulo.
Regresó sobre sus propios pasos, al estar en el centro vio que las letras de la orilla estaban brillando con un tono azul un tanto fuerte, pero lo que más le sorprendió fue que las letras del centro estaban brillando de un color negro intenso, eso lo asustó, ya que no sabía qué era lo que eso significaba. Lo primero que se le ocurrió hacer fue poner la mano en el centro del círculo y hacerlo fue la peor decisión que haya tomado.
Todo el lugar empezó a temblar, los pilares se movían de una forma que parecía que se caerían de un momento a otro, retrocedió poco a poco y como pudo logró mantener el equilibrio para no caerse. El cilindro empezó a dar vueltas sobre su propio eje, como lo había hecho la primera vez, solo que de forma más agresiva que incluso soltaba un aire frío que le agitó el cabello. Giraba de tal forma que iba enterrándose en el suelo hasta no quedar ni rastro de lo que hace unos segundos era. El lugar dejó de temblar, aunque todavía le quedó a sensación de que continuaba temblando. Una vez recuperado, se acercó y vio que en donde antes estaba el círculo ahora no había nada, desapareció por completo.
Antes de que algo más pudiese pasar, decidió que era momento de irse, caminó lo más rápido que pudo hacía la puerta y cuando tocó el pomo no se detuvo para escuchar y ver algo, abrió la puerta y salió. Se sintió aliviado de verse rodeado por las estanterías llenas de libros. Había vuelto a la biblioteca de su abuelo.
Inhaló tanto aire como le fue posible y lo liberó en un pesado suspiro. Dio unos pasos al frente y dar la media vuelta para visualizar la puerta que lo condujo a ese lugar tan extraño, se quedó en una sola pieza al notar que ya no estaba ahí, sólo la pared desnuda. Se fregó los ojos, incrédulo. Fue a la pared y extendió la mano, temblorosa por lo que estaba por tocar. Sus dedos rozaron la lisa pared, percatándose que era fría y no había nada fuera de lo común en ella. Empezó a tocarla con ambas manos, desesperado, pero no había rastro de que ahí hubo una puerta de madera hace poco tiempo.