Thomas cada vez que dormia tenía sueños que no eran comunes para alguien de su edad, siempre incluía cosas mágicas o situaciones sacados de un libro de Fantasía y misterio, y lo más curioso de aquellos extraños sueños, es que solían repetirse constantemente.
El sueño de ese día incluyó a Thomas cayendo por un agujero oscuro, y a la hora de levantarse del suelo, soñó que estaba en el otro lado, como él había decidido llamar a ese lugar extraño a donde la puerta misteriosa de la tienda lo había llevado. En ese sueño estaba reviviendo lo que había hecho en ese lugar en la vida real, caminó de punta a punta en el círculo y luego de eso hizo lo mismo que en otro lado tocó el cilindro del centro y luego el temblor ocurría, pero en el sueño fue diferente, algo oscuro empezó a salir de donde ahora había un agujero, luego de estar afuera, la materia empezó a tomar forma, el chico miraba eso con mucho asombro. Cuando la materia oscura estaba completamente formada, vio que tenía la forma de una persona normal, lo único que lo diferenciaba es que no tenía rostro, era completamente negro, como una sombra.
El hombre oscuro alzó su mano y acto seguido empujó a Thomas en el aire haciendo que el muchacho se golpeará con el suelo al caer. El ser oscuro empezó a acercarse al joven, llenando de negrura a todo su paso hasta que sólo hubo una profunda oscuridad.
Thomas se despertó de un salto, su alarma estaba más fuerte que nunca, ya eran las seis y treinta de la mañana, y la escuela empezaba a las siete y media, ósea que le quedaba una hora para irse. Estaba sudando mucho, se tocó la espalda, notando lo mojada que se encontraba debido al gran susto que le provocó tan raro sueño, mejor dicho, pesadilla.
A pesar de que en ese sueño había sido casi igual a lo que vivió en la tienda, el detalle de ese hombre oscuro fue lo que realmente lo dejó pensativo y con el corazón alborotado de miedo.
Thomas apagó la alarma, estaba tan concentrado pensando en aquel sueño que no le había prestado atención. Se bañó rápidamente para luego cambiarse de ropa en cinco minutos, agarró su mochila junto con el móvil y salió de su habitación. Escuchó ruido en la cocina, supo al instante que su mamá ya estaba despierta preparando el desayuno. Antes de entrar, se miró en el pequeño espejo que colgaba en la pared para ver que su rostro no reflejara falta de sueño porque definitivamente no pasó una buena noche, al notarse muy normal, decidió entrar a la cocina. Su mamá enseguida volteó a verlo y le mostró una dulce sonrisa
—Buenos días, Thomas —dijo ella volviendo su atención frente a ella.
—Buenos días —saludó él, jalando una silla para sentarse frente a la mesa—. ¿Qué hay de desayunar?
—Hice omelet de huevo con tocino —respondió su mamá, un poco después le sirvió un plato lleno de comida.
Thomas comió con prisa ya que tenía que estar temprano en la escuela, él se iba en su bicicleta y la escuela quedaba a diez minutos de distancia, lo que quería decir que Thomas no podía darse el lujo de salir tarde de su casa.
—Muchas gracias —dijo cuando terminó de desayunar y luego junto sus trastes para llevarlos al fregadero y lavarlos.
—No te preocupes hijo, yo los lavo. Date prisa que se te hace tarde —apremió su madre que le dio unas palmaditas en la espalda.
—Gracias, mamá. Nos vemos en la tarde —sonrió Thomas agradecido por la nobleza de su mamá.
—Está bien, qué te vaya bien, hijo, y vete con cuidado, eh —se despidió su mamá.
Sacó su bicicleta del garaje, subió a ella con prisa y empezó a pedalear como si su vida dependiera de ello, era un poco exagerado, pero no quería llegar tarde a la escuela.
En el trayecto despejó su mente, el aire chocaba contra su rostro, una sensación que siempre disfrutaba, de pronto se distrajo pensando sobre tener un coche propio, lo vio innecesario, ya no sería lo mismo, el parabrisas obstruía el aire y a él le encantaba sentir el viento cada vez que usaba su bicicleta, además, Jax ya tenía su propio auto y le hacía el favor de llevarlo de regreso a casa cuando había mal clima o se encontraba cansado como para regresar en su bici. Estaba muy a gusto con su bicicleta.
• • •
Thomas estaba a punto de llegar a la escuela, pero vio hacia atrás, reconociendo el auto de su amigo Jax, así que se orilló. En el estacionamiento de la escuela había una pequeña área para los que se movían en bicicleta. Jax se estacionó lo más cercano a ésa área y esperó a que Thomas encadenara su bici.
Conocía a Jax desde el octavo grado, cuando Jax era el chico nuevo de la clase y solo Thomas se acercó a él para hablarle convirtiéndose rápidamente en su mejor amigo, y es que desde ese momento sintió que entre ellos había una gran conexión. Si le preguntaran quién era su mejor amigo, sin duda alguna y al instante, respondería que era Jax.
Cuando entraron al décimo grado, Jax cambió radicalmente en el verano, había hecho mucho ejercicio para estar en el equipo de fútbol americano y lo logró, cosa que a Thomas le dio mucho gusto por el esfuerzo de su amigo, sin embargo, como consecuencia, también atrajo la atención de las chicas de la escuela, especialmente de las porristas que había ocasiones que no lo atosigaban que el asunto se volvió agobiador e incluso el chico decía sentirse asfixiado —a veces Thomas se burlaba de Jax respecto a las porristas—. Jax se volvió muy popular y solicitado en la preparatoria, a pesar de su descomunal fama, siguió siendo igual con Thomas, era el mismo chico que conoció, alegre, humilde y buen amigo que nunca lo abandonó ni lo hizo menos por ser quien era. Un motivo más por el cual Jax era su mejor amigo.
Thomas sonrió al acordarse de las veces que Jax en su desesperación por librarse de las chicas que lo acosaban le pedía ocultarlo en su casa, y en definitiva, era el mejor escondite, porque él jamás llamaría la atención de esas chicas, hasta pensaba que ellas ignoraban por completo su existencia a pesar de estar junto a Jax.