Lazos de Sangre

1. Negación

Mi mundo se detenía en ese preciso instante. Parecía que no escuchaba lo que me decía, es más, definitivamente había dejado de escuchar. Mis lagrimales ardían, mi pecho se oprimía y mi cuerpo temblaba, la contención de mis lágrimas resultaba mucho más difícil de lo que hubiera imaginado. No quería estar aquí, no quería que nadie me viese de la forma en la que ellos me miraban.

Me tenían pena. No necesito la pena de nadie, ¿por qué no solo dejan de mirarme?

–Lynette, te quiero, ¿lo sabes, cierto? –

¿Lo sabía? ¿Realmente sabía algo? Lo único que sabía es que ahora mismo estaba en un mal lugar, recibiendo una muy mala noticia. Me acababan de decir que mi madre acababa de fallecer, justamente luego de anunciarme que había reprobado el último curso universitario. ¿Cómo debería sentirme?

Hasta hace poco lo único que me dolía era el ver la sonrisa de mis amigos a mi alrededor, todos teníamos un plan en mente para la graduación. Ya sabes, cuando eres ingenua y tonta sueles pensar muchas cosas en conjunto, planes a futuro como el hecho de buscar un trabajo, reunir dinero y viajar todos juntos a un país en donde iniciáramos una vida nueva.

Una vida...

Y ahora mismo soy yo quien se ha quedado atrás, soy yo quien tiene que contener las lágrimas, las sonrisas. Porque yo no soy la que he triunfado, yo no soy la que he superado sus metas. Milésimas son las que han truncado mi futuro y ahora el camino se ve derrumbado. Sin embargo, el detalle más desgarrador, es saber que mi madre se ha ido... El apoyo incondicional con el que he contado se ha esfumado. Se ha ido. Me encuentro sola, mirando a la nada misma porque a eso se ha reducido mi mente. Suelo ser una persona que piensa mucho en sus razones, en sus problemas, pienso mucho en cómo manejar la situación, en cómo proceder ante las dificultades. Pero...

¿Qué hacer en un momento como este? Me encuentro en blanco, me encuentro detenida en un gran paraje de color blanco inmaculado. Uno en donde no veo horizonte, no veo final, no veo margen. No sé hacia donde tengo que moverme. Sé que debo hacerlo y salir de aquí de una maldita vez para que los ojos que me compadecen no estén más sobre mí, pero definitivamente no puedo hacerlo. Uno a uno mis compañeros e incluso mis amigos fueron pasando por mi lado, acariciando mi hombro e incluso abrazándome. Pero no siento nada.

No necesito esto. No quiero esto. Yo puedo mejorar sola... No necesito esto.

No quiero esto

Rechacé los brazos de mis amigos, rechacé la caricia de personas que me tendían la mano y solo eché a correr. ¿A dónde? No tenía la menor idea. Mi padre se encuentra lejos de mí. Tiene una vida muy ocupada con su otra familia, una familia a la que definitivamente sí que quiere porque no la ha abandonado -o eso es lo que vi la última vez en su cuenta de facebook- claro, él no ha hecho como lo ha hecho con la mía.

O bueno, al menos lo que queda de ella, porque definitivamente ahora mismo no sé qué más hacer. Solo corro, corro y no me detengo. Me duelen las piernas y las lágrimas no dejan de correr por mi rostro. Quiero dejar de llorar, quiero dejar de sentir. ¿Cómo se consigue detener todo esa oleada de sentimientos? ¿Cómo se logra dejar de sentir?

¿Por qué justo ahora?

A veces suelen decir que los designios de Dios son demasiado poderosos como para darle un vuelco a tu vida. Un vuelco tan grande que te hace cuestionarte totalmente la vida y te hace pensar en las razones por las cuales vives. ¿Por qué vivo exactamente? Mi madre siempre se desvivió por darme todo lo que necesitaba para llegar a este punto en donde sólo se ha ido. Mi existencia se ve retenida por un tropiezo, pero... ¿Cómo levantarse con todo lo que me rodea? Me siento débil, me siento sin fuerzas, me siento con ganas de solo llorar, de tumbarme en cualquier lugar y dejarme caer, en derrumbarme, en hundirme en la miseria y no levantarme. Me siento con deseos de dejar de respirar. Me siento con deseos de no continuar existiendo, me siento con deseos de...

¿De qué?

Abrí los ojos de pronto cuando escuché aquellas palabras.

—Vaya —bufé, una nerviosa sonrisa se tuerce en mis labios—, que genial, ahora mi propia mente se encarga de jugarme una broma.

Sabes que has llegado al fondo de tu locura cuando empiezas a conversar con tu mente y ni siquiera has planeado la respuesta.

¿De qué tienes ganas? Porque has llegado hasta aquí con un propósito, ¿o no?

Abrí mis ojos de par en par cuando me di cuenta de que, definitivamente, no se trataba de mi mente.

¿O sí?

Miré a mi alrededor en un absurdo intento por detectar a alguien, al menos una mínima presencia que me demostrara que estaban jugándome una broma; pero no había nadie a mi alrededor. Me encontraba en la parte central de un puente peatonal que cruzaba un largo puente vehicular de paso rápido. Podía ver los vehículos circular, probablemente a más de 80 kilómetros o incluso más. La brisa que la altura me proporcionaba ondeaba mi cabello cobrizo de forma salvaje. Mis cabellos cosquillean a los laterales de mi rostro cada vez que volteaba hacia ambas direcciones para comprobar lo único que ya sabía. Estoy sola. ¿Qué... Demonios?

Sí, estás sola. Pero eso es porque no puedo dejar que me veas, no aún.

—¿No aún? ¿Qué demonios pasa aquí? ¿Eres alguien que... Conozco? 

No me conoces, pero quizás yo si esté interesado en conocerte.

¿Cómo?

—Pero, entonces... Espera. Es que esto es demasiado... Extraño. ¿Te estoy escuchando o...? 

Eso depende de lo que quieras creer. ¿Crees tú que sueno muy susurrante o sueno como un pensamiento? Probablemente sea incluso tu pepe grillo.

Fruncí el ceño. ¿Acaso se burlaba de mí? Acabo de pasar por una situación demasiado mierda como para ahora mismo caer en las bromas de algún cabrón que quiera pasarse de listo conmigo.



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En el texto hay: adolescentes, vampiros, sobrenatural

Editado: 11.09.2023

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