Lazos de Sangre

Capítulo 4

Rose.

Esto no podía estar pasandome.

Mis pies se detuvieron en el suelo,
mi respiración se volvió frenética y mi corazón martilleaba en mi tórax con violencia.

A esta distancia todavía podía distinguir el sonido de las risas de los adolescentes que salían del club, para finalmente irse a casa.

Me pregunte si realmente alguno de ellos llegaría a salvo hoy.

Y como pintaban las cosas, parecía que no.

Uno de los vampiros frente a mi dio un paso adelante, y extendió su mano en señal de paz.

Un gesto del que desconfíe.

Su porte era fuerte y rudo, la tonalidad de su piel era blanca como el papel y sus ojos grandes y expresivos me llamaban a caer en ellos. Eran hermosos; el color eléctrico que poseía me estaba haciendo perder la compostura.

Todo dentro de mi quería caer ante él, ante sus encantos.

Sin siquiera darme cuenta, ya me encontraba dando un paso hacía su dirección.

—Ven cariño.

El sonido que emitió al pronunciar esas palabras me dejó sin aliento. Suave y demandante que hizo que me sintiera expuesta ante él.

Todo mi cuerpo se sintió blando y débil, el dolor en mis piernas, las cuales se encontraban adoloridas por la pelea, ahora no existía. Como si con sólo escuchar su voz hubiera borrado todos mis malestares.

Mis labios se sentían secos y los vellos de mi nuca se erizaron.

Con la punta de mi lengua pase con suavidad sobre el extremo superior e inferior de mis labios. Acariciando lentamente la carne.

Di otro paso hacia el desconocido. Dejándome llevar por esa dulce melodía que se reproducía en mi cabeza.

Trayendome paz.

—Eso es, ven cariño —Volvió a pronunciar.

Mire fijamente al hombre frente a mi.

Todo en el era hermoso, demasiado hermoso. Debería ser prohibido esa clase de belleza. Con cada paso que daba más era la tentación de correr hacia el y envolver mis brazos sobre su torso.

Me vi envuelta en su aroma adictivo, algo dulce y metálico. No era del todo bueno, pero tampoco era algo malo.

El viento frío de la noche trajo mechones de mi cabello, donde las sueves hebras chocaron contra mi mejilla trayendo consigo un susurro.

<<Huye>>

Esa oscura y siniestra voz martillo en mis oídos y podría jurar que ya la había oído antes en algún lugar. Lleve con cuidado mis manos hasta que sentí como mis dedos rozaban el metal frío de la estaca.

<<Huye, no podrás con todos... Y lo sabes>>

Mis oídos dolian, y la voz en mi cabeza sólo hacia que me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba.

Espere ansiosa que el vampiro llegará un poco más cerca.

Mis dedos picaba por tomar la estaca y clavarle en su pecho, pero debí a esperar hasta que estuviera más cerca.

—Eres una buena niña —Repitió, dando otro paso más cerca.

Luche por mantenerme inexpresiva y la distancia que nos separaba era cada ves mas escasa.

El hijo de puta uso su compulsión en mi, y ahora sabía que yo no era inmune a los encantos de los vampiros.

Que mal.

Di otro paso adelante para que siguiese creyendo que era una de sus muñecas, y me detuve lo suficiente para que el terminará de cerrar el pequeño espacio entre nosotros.

Su mano se movió hasta mi rostro y apartó uno de los molestos mechones de mi mejilla. A esta distancia, que era muy escasa a decir verdad, podía distinguir realmente el color de sus ojos. Ojos azules como el hielo me miraban con tanta seriedad y peligro que hicieron que me encogiera ante su mirada.

Era de esas miradas poderosas y demandantes que transmitían poder. El vampiro era uno realmente poderoso y su influencia era sin duda una de las más peligrosas.

Mis dedos picaron por tomar con velocidad la estaca y estrellarla en su pecho delante de sus secuaces.

Pero una vez más me contuve.

—Eres realmente hermosa.

Sus manos se movieron en dirección a mi cara, y yo deje que lo hiciera, necesitaba que estuviera lo suficientemente distraído para atacar y poder escapar de está con vida.

Sus dedos largos se encontraban fríos sobre mi piel, y me sorprendió que me tocará con tal suavidad como si estuviera hecha de porcelana.

Su exploración siguió hasta mi frente para luego bajar por mi nariz hasta finalmente llegar a mi boca, el cual trazó con una deliciosa caricia de forma lenta con su pulgar, que en cualquier otro momento hubiera disfrutado.

Sin dejar de mirarlo, con una velocidad que hasta yo me sorprendí, tome la estaca y rasgue la piel de su pecho. Haciendo que se apartace de mi.

El familiar cosquilleo caliente sobre mi piel hizo lo que finalmente debí haber hecho desde el principio.

Correr.

Corrí tan rápido como mis piernas me permitían, ni siquiera mire hacía atrás, no quería ver como una horda de vampiros venían a cazarme para que fuera su cena.

Yo no era cena de nadie.

Llegué a la parte frontal de unos de los edificios que rodeaban en club y recoste la espalda en la pared para calmar mi respiración, los vampiro ni siquiera me seguieron.

No fue hasta que pude respirar con normalidad que sentí como mi cuerpo me recordaba todo lo sucedido en la noche.

La pelea con el vampiro me hizo quedar exhausta, pero no se comparaba con lo que estaba sintiendo en este momento.

La habilidad mental de aquel vampiro brabucon me llegó de lleno cuando sentí como el dolor agudo se extendió dentro de mi cráneo.

Nunca había experimentado tal cosa en mi vida y supuse que así se sentía pelear contra una pared invisible, que amenazaba con arrebatarte todo tu ser.

De algún modo me hacía sentir sucia. Por qué todo de mi había anhelado que cada una de sus palabras fueran ciertas. Mi cuerpo había anhelado sus caricias. Y estoy segura que si no hubiera sido por esa extraña voz en mi mente, hubiera cedido a cada una de sus peticiones sin pestañear.

Como un verdadero títere.

Eso era lo que más asco me daba. Que no hubiera tenido la potestad de poder combatirlo, un sentimiento al que no estaba acostumbrada, nunca me había pasado algo así, siempre fuí quien tomaba mis desciciones y que alguien pudiera arrebatartelas con sólo un pensamiento era algo verdaderamente atroz y asqueroso. Por qué ahora sabía cuan desnuda y desarmada podía llegar a sentirme.




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