Lazos de Sangre

Capítulo 2: Internado

—No me importa, ¿Qué me puedes hacer? Nada, no tengo nada que puedas quitarme, no tengo...

—Iras a un internado —sentencio mi padre.

¿Qué...?

Ni siquiera podía hablar, no era consiente de lo que mi padre acaba de decirme, él no podía enviarme a...

No... no... yo me escaparé hoy, él no puede, no...

—¿Un internado? —intervino el recogido—. Padre sé que mi hermana...

—Yo no soy tu hermana —chillé mirando con furia a mi padre—. No necesito que me defiendas.

—¡Basta Amalia por favor! —exclamó—. Sé que ella puede ser testaruda pero un internado, ¿No cree se esta precipitando? —le preguntó el ojos de gato siempre con ese tonto respetuoso, le encantaba hacerme quedar la mala del cuento y a él como el buen niño de papi.

—Ya te dije que no quiero que me defiendas, es mi padre, no él tuyo —reafirmé eso ultimo—. Tú solo eres un recogido —vociferé mirándolo con rencor—. Un recogido que...

—¡Basta! —me ordenó—. No la defiendas más Santiago —ordenó mi padre—. Iras a un internado —me aviso mirándome directamente a los ojos—, es mi palabra final —dictaminó con él seño fruncido, se volteó y caminó hacia la puerta de mi habitación.

—¡No puedes hacerme eso! —chillé acercándome a él—. No tienes derecho a...

—Soy tu padre. —Se detuvo sin mírame—. Si yo...

—Pero nunca te has comportado como tal —acusé molesta—. Desde que mi mad...

—Basta Amalia —me volvió a ordenar con la mano derecha en su ceño, le estaba hartando, pero no me importa, necesito decírselo.

—No, tú nunca quieres hablar de mi...

—Amalia no lo voy a repetir —se exaspero tratando de pasar, pero al yo estar en frente a él se lo impedía a toda costa.

—Ella era tu esposa, han pasado 11 años desde...

—¡Silencio! —exigió—. ¡Amalia no quiero...

—Yo no quiero seguir callando, tú siempre evitas el tema, desde que murió no has vuelto a repetir su nombre, ocultaste todas sus fotos, su ropa, entrar a su cuarto esta prohibido, soy su hija, solo era una niña que la necesitaba, cada vez que quise hablar de mi madre... —Cuando de pronto un ardor en mi mejilla me obligo a callar, tambaleé hasta perder el equilibrio hasta caer sobre mi cama.

—¡Basta Amalia! —se acerco furioso—. Hablar de ella esta prohibido en esta casa —recordó.

Yo aún no me recuperaba de lo que acababa de pasar, mis ojos comenzaron a humedecerse, no por el dolor, sino por lo que significaba aquello, ya no hacia acaso a lo que me decía, estaba pasmada por aquella bofetada, jamás creí que lo hiciera, mi padre me había golpeado, me había abofeteado.

Esto es el final... ni muerta iré a ese internado, para mañana yo ya no estaré aquí... cuésteme lo que me cueste me escaparé...

Santiago:

No podía creer lo que mis ojos veían, sé que Amalia lo saca de quicio pero no se merecía eso, frené mis impulsos de ir con ella y tratar de ayudarla, porque se que solo me rechazara y terminaré empeorándolo todo, de pronto escuché como la puerta se cerró de un fuerte tirón, estaba tan inmerso en el semblante que tenía Amalia que ni siquiera escuché alguna cosa de lo que dijo, tengo que hacer que desista de la idea del internado, no puede mandarla a un internado, solo logrará ensanchar la breca que a ido forjando desde que su madre murió.

Si tan solo mi hermana pudiera controlar un poco su carácter, talvez él no la castigaría tanto...

A los pocos minutos salí de la habitación, debía convencerlo de alguna forma, Amalia en un internado, sería lo peor para mí... para mi hermana, no podría soportar estar tan alejado de ella, aunque me insultará, aunque me dijera lo que me dijera no podía dejarla sola, después de vivir por 5 años en ese orfanato, entre burlas y humillaciones, ella fue la única persona que me demostró sincera amabilidad y cariño al llegar aquí, nunca olvidare eso, nunca, talvez ella quiera olvidarlo pero yo siempre lo recordaré con mucho...

Basta basta, es tu hermana, no puedes verla con otros ojos, pero hermana adoptiva, no llevamos...

No debí besarla, fue una tontería, pero no pude contenerme; siempre me trata mal, ojala eso disminuyera lo que siento por ella, solo quiero ayudarla, ojala lo entendiera. Ojala supiera porque me odia tanto, yo no lo hice nada, paso de un momento a otro, lo ultimo que recuerdo es que después del colegio su padre la castigo, no bajo para cenar y a la mañana siguiente ya estaba totalmente cambiada, más fría, engreída, a la defensiva y con una expresión de dolor en los ojos aunque quiera demostrar odio en ellos solo se observa sufrimiento y soledad.

Bajaba las escaleras a toda prisa, sabía que lo más probable era que se hubiera retirado a su despacho, tenía que calmarme y no sonar desesperado cuando le pidiera que no la mandará a ese lugar, por suerte sabía que decir para hacerlo cambiará de opinión, pero tenía que decir las palabras correctas, de no ser así todo podría empeorar.

Caminé hasta la puerta, respire hondo antes de colocar mi mano sobre el pomo de puerta e ingresar, tenía la suficiente confianza de mi padrea adoptivo como para entrar sin llamar, gire el pomo de la puerta e ingresé después de haberme preparado mentalmente para eso.

—Padre... —Lo encontré sentado en su silla mientras mantenía la vista fija en unos documentos.

—Ya deberías estar de camino a la escuela. —Levanto su vista hacia mí—. No sé ve bien que...

—Este asunto es más importante—hable sin sonar prepotente—. ¿De verdad la mandarás a un internado?

—¿La viste como actuó? Es lo que merece, a lo mejor si más antes hubiera tomado esta decisión no sería tan malcriada como lo es ahora.

No... tengo que hacerlo cambiar de opinión, de lo contrario...

—¿A que internado la mandarás? —pregunté zanjando el terreno para mi argumento.

—Eso mismo era lo que estaba buscando. —Se levanto de su silla con los documentos en manos y me los entrego, los tomé sin demora—. Al parecer hay uno muy bueno en el sur, por fin podrán poner fin a ese mal...




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