Lazos de Sangre

Capítulo 7: Cárcel

Amalia:

No lo puedo creer. Y todo por culpa de una tonta cenita. Ahora estamos corriendo para no ser atrapados por la policía. 

Maldición, ¿A ellos que les importa donde este? ¿Lo que hago con mi vida o no es problema mío? Para mi padre soy una molestia, una vergüenza, ¿Por qué tanto esfuerzo en que valla a ese dichoso internado? 

Seguíamos corriendo a toda prisa sin detenernos, Giorgi me tomaba la delantera, amaría correr tan rápido como él, se escabullía por entre los callejones oscuros como si los conociera al revés y al derecho. 

¿Cómo puede moverse tan rápido si esta oscuro? Ni siquiera se tropieza...

Yo no tenía ese destreza, él se dio cuenta, me cogió de la mano y comenzó a correr aún más rápido. A lo lejos se oía el sonido de la sirena de una patrulla. Choque contra él cunado se detuvo abruptamente.

—Giorgi —susurré—. Están detrás...

—Escóndete. —Fue lo ultimo que escuche de él, para luego empujarme y hacerme caer junto a un conjunto de bolsas negras las cuales con mi peso cayeron sobre mi ocultándome por completo.

Escuchaba pisadas por aquel callejón, cuando de pronto sobre las bolsas que me ocultaban algo comenzó a moverse, un olor nauseabundo comenzó a impregnarse por mis fosas nasales, de pronto un ser pequeño de color negro con una larga cola caminaba por mi hombro, el pánico me invadió, quise gritar a todo pulmón, me llave la mano a la boca para impedir que algún sonido saliera de mi y me delatase. Por el movimiento que había, unas pisadas se empezaron a escuchar más cercanas, cuando de pronto el horrible animal saltó de mi hombro hacia  afuera. A la vez un ruido intenso comenzó a escucharse desde las afueras del callejón. Rápidamente las pisadas se alejaron y dejaron de escucharse. Yo aún muy asustada y con el corazón a mil por hora por aquella rata no pude moverme, no tenía intensión de hacerlo, pudiese ser que aquellos policías aún nos estuvieran esperando.

A los minutos otra vez las pisadas se escucharon, me quede inmóvil en mi sitio esperando que no me hallaran, pero de pronto las bolsas comenzaron a moverse, me asuste y salí de allí de inmediato y eche a correr. No sería atrapada, no, hoy no, no sabía donde estaba Giorgi, pero no me podría quedar a esperarlo, después de todo la que estaba en peligro era yo y no él. Corría y corría hasta que una mano me jalo y me tapo la boca antes de poder  salir de aquel callejón.

Comencé a moverme y patalear. Me daba igual si era un policía o no. Nadie se metía conmigo.

—Lía, Lía —me susurró una voz muy querida para mí—. Calma, soy yo, no actúes como loca —bromeó retirando sus manos de mi, solo él podía bromear en una situación así.

Yo obedecí, lo miré fijamente, mi corazón aún latía desbocado por el miedo.

—Respira, ya se fueron —trató de calmarme—. Ya se... —Pero de pronto un hombre con uniforme lo enmarrocó contra la pared agarrándolo de improvisto.

Mis ojos se abrieron de par en par, retrocedí lentamente para echarme a correr, pero ni bien lo intente tropecé con un oficial, el cual me sujeto del brazo y sin importar cuanto trate de zafarme era inútil.

—Ya los tenemos —hablo una policía a través de una especie intercomunicador—. Al parecer iba acompañada de un... —Lo miró despectiva—, hombre de mal vivir.

—Suéltame. —Seguía forcejeando, talvez ya me tenían, pero eso no significaba que me daría por vencida—. Suéltame, déjame. —Me removía como una niña haciendo una pataleta

—Suéltala —ordenó Giorgi en modo serio y molesto, rara vez lo veía de ese modo, normalmente siempre era bromista y sonriente—. Suéltame. —Comenzó a moverse de izquierda a derecha tratando de soltarse, pero de inmediato el policía que lo tenía enmarrocado la puso las esposas en ambas manos e ignorando sus pedidos lo encerraron en una patrulla.

A pesar de mis intentos conmigo también paso lo mismo, estábamos, según lo que oí de los policías, yendo hacia la estación de policías.

Seguro allá me estará esperando ese guardaespaldas... ya me libré de él una vez, no será difícil hacerlo de nuevo 

A la media hora las patrullas se detuvieron me bajaron del auto como si fuera una criminal.

Me gustaría serlo, así sí podría acabar con estos policías de pacotilla

Fui acompañada con dos policías además del que me tenía agarrada del brazo.  A unos pocos metros se encontraban otros dos policías hablando animadamente con quien yo supongo será la recepcionista, pero al instante se separaron.

Tal vez sean los que tiene a Giorgi, no puede ser, en lo que lo metí... pero bueno dudo mucho que no esté disfrutando de la experiencia...

Al llegar con la recepcionista, se detuvieron por un momento frente a ella, quien mantenía la vista fija en una computadora mientras no dejaba de usar el teclado.

—¿Ya esta aquí? —pregunto él que me tenía agarrada con cierto enfado al ver que ella no le prestaba atención, no es que fuera chismosa y me gustará meterme en la vida ajena, pero ahora cualquier información para despistarlos era útil.

Hoy pasaré la noche en una celda, lo prefiero a dormir en una sucia cama de internado

—Aún no —respondió con frialdad mientras ella levanto la vista para verlo—. Pero comunico que ya esta en camino —agrego y retomo la vista a su monitor, no parecía tan complacida con hablarle por lo fruncido de su ceño.

—Bien —hablo el hombre de manera cortante y continuo caminando por las instalaciones.

Estos dos se traen algo, a lo mejor pueda hacer algo...

Giorgio:

Era transportado en una patrulla con ambas manos esposadas hacia atrás. Otra persona en mi lugar estaría asustada de pasar una noche en la cárcel, pero a estas alturas de mi vida lo único que podía hacer era reír. Era una de las formas que había encontrado de no sentir ni miedo ni preocupación, reírme de las cosas sin importar que tan mal fuera me daba resultado.




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