Tres días después, la pareja de embarazados encabezó una de las fiestas más llamativas y caras de la ciudad, en la que Jaime se mostró como un empresario muy importante de la mano de su esposa Marlene, donde celebraron el anuncio por lo alto de su primer hijo. Aquel día en dicha celebración Jaime también recibiría una noticia que le estremecería todo el cuerpo y le quitaría la ebriedad que tenía en el momento, mientras todos se encontraban en el jardín compartiendo la comida y los tragos, Jaime se dirigió a la cocina por más hielo, al entrar se encontró con Janeth, ella viéndolo a los ojos con una mirada indiferente inicio la conversación que le quitaría el peso enorme que llevaba en sus hombros.
—Muchas felicitaciones, espero su hijo llegue con buena salud y su vida este llena de muchas bendiciones. —Dijo Janeth con sinceridad.
—Gracias, no te preocupes… nada entre nosotros va a cambiar, seguiremos pasándola bien. —Contesto Jaime con picardía.
Segundos después se acercó a Janeth pero ella de inmediato dio dos pasos atrás, tratando de disimular su preocupación le dijo.
—Tengo algo muy importante que decirte Jaime, he tratado, pero no estás y no e encontrado el momento más adecuado para esto.
El definitivamente se dignó a atender a Janeth y le preguntó.
—Dime, ¿que es tan importante que me tienes que decir?
Ella, tragó saliva y guardo silencio por unos segundos.
—Te escucho, que sea rápido ya que tengo unos invitados que atender. —Insistió.
Ante la insistencia de Jaime a Janeth no le quedó de otra que soltar la verdad sin pensar la manera más adecuada de decirla.
—Estoy embarazada.
De inmediato el rostro de Jaime quedó completamente pálido y perplejo ante aquella inesperada noticia, sin tiempo de responder Marlene ingresó a la cocina completamente anonadada y con notoria sorpresa pregunto.
—¿Estas embarazada?.
Ambos quedaron atónitos ante la repentina presencia de Marlene frente a ellos, Jaime no supo responder en el momento y Janeth mientras tarareaba la respuesta se secaba las manos llenas de sudor en su blusa.
—Discúlpeme señora por no decirle nada, pero…
—No te preocupes, Dios, pero que felicidad. —Interrumpió Marlene y prosiguió a darle un fraternal abrazo, de inmediato pregunto y ella misma se contestó.
—¿Imagino que has estado nerviosa últimamente?, son los síntomas a mi me a pasado lo mismo, pero es normal.
Marlene miró a esposo y con una gran sonrisa le pregunto.
—¿Te sucede algo amor?.
—No para nada mi amor. —Respondió el de inmediato.
—Amor, Janeth nos acaba de dar una buena noticia y tu ni dices nada. —Insistió Marlene una vez más.
—Me tomo por sorpresa, muchas felicidades Janeth espero su hijo llegue con muy buena salud. —Dijo Jaime tratando de disimular su impacto.
Marlene, una mujer pudiente, llamativa y muy hermosa no lograba dimensionar la situación que estaba presenciando en el momento frente a su esposo y su amante en secreto, por un momento recapacito y pregunto sin tregua.
—¿Por cierto quién es el papá?.
Ante la pregunta, Jaime y Janeth quedaron más que perdidos al filo del abismo, en el que solo le quedaba a Jaime confesar la verdad de su apasionante amorío y que a causa de esa aventura no solo esperaba un hijo con Marlene si no que también con Janeth, pero al paso de los pocos segundos, respondió con la primera excusa que se le vino a la cabeza.
—No te puedes imaginar quien es el papá. —Dijo el, dejando a la expectativa a ambas mujeres.
—Es Euclides. —Respondió con cinismo.
Janeth quedó petrificada ante la declaración de Jaime, sus esperanzas por una solución a su secreto ahora se había convertido en una mentira. Pensó, que contándole la verdad al padre de su hijo, buscaría una respuesta a su martirizada realidad, pero lo que se encontró fue una excusa perfecta para evadir la verdad.
—Euclides, el jardinero. —Recalco Marlene con sorpresa.
—Así es mi amor, Janeth me lo contó antes que llegaras. —Respondió Jaime con tranquilidad.
Janeth lo observó por unos segundos y solo le trasmitió náuseas y desprecio, nunca pensó que la reacción de Jaime ante aquella situación fuera mentir e involucrar a Euclides en un problema de los dos, para simplemente salir librado de su obligación como padre.
—Esto merece una celebración. —Exclamo Marlene con alegría.
—Jaime amor, llama a Euclides, me imagino que debe estar enterado de que también será papá.
—La verdad todavía no está enterado, mi amor.
—¿Enserio?. Nadie mejor que yo para darle la buena noticia.
—No crees que es algo de ellos dos.
—Para nada Jaime, son nuestros empleados y son como de la familia. Por cierto, no sabía que andabas de amores con el jardinero Janeth. —Comento Marlene mostrándose graciosa con la situación.
Janeth disimuló reservadamente con una pequeña risa, pero la realidad era que se moría de miedo por dentro.
—Amor, ya deberíamos ir a descansar. —Insistió Jaime una vez más.
Marlene se negó y de inmediato le pidió a uno de sus escoltas invitar a Euclides a la reunión.
Al paso de los segundos, la incertidumbre se apoderó de Jaime y Janeth los cuales hacían lo imposible por disimular y ocultar la verdad que estaba frente a los ojos de Marlene. Dos minutos después, Euclides se presentó frente a sus patrones y ahí se encontró con Janeth mirándolo a los ojos con los suyos cargados de nostalgia.
—Bienvenido Euclides, no te imaginas de lo que nos acabamos de enterar. —Comento Marlene con expectativa.
—Buenas noches patrona, ¿a que se refiere?. —Pregunto Euclides un tanto confundido.
—Dile ya Janeth, no lo hagas esperar más. —Insistió Marlene.
Janeth no le quedó más remedio que seguir tejiendo la mentira que Jaime había inventado, camino hacia Euclides y al estar cerca de el, le confesó su verdad.
—Estoy embarazada.
—¿Estas embarazada?. —Pregunto el con notorio asombro.
Indudablemente desde que la conoció, Euclides sintió por Janeth una admiración y atracción especial hacia ella, a pesar del gusto que le tenia y el amor que sentía siempre guardo distancia, con la esperanza de que algún día ella se acercara a él, nunca imagino que ese acercamiento se diera cuando mirándolo a los ojos le confesó su verdad. Era imposible, el nunca le toco ni un solo cabello, el no podía ser el padre de su hijo recapacito sin mencionar palabra alguna, de inmediato recordó el día en el que descubrió el encuentro amoroso entre su patrón y ella, ahí lo entendió todo.
—No, espere… eso no puede ser.
—Tranquilo Euclides, así de pálido se puso mi esposo cuando le di la noticia de mi hijo. —Intervino diciendo Marlene ante la reacción extraña del supuesto padre.
Para que la mentira no se cayera ante la confusión de Euclides, la extrañeza de Marlene y el desconcierto de Janeth, Jaime no le quedó alternativa que intervenir.
—Tranquilo hombre, vamos por un trago. Disculpen, nos retiramos un momento.
—Valla como que no le cayó muy bien la noticia. —Opino Marlene, de inmediato giró la mirada hacia Janeth y le pregunto.
—No te parece extraño.
A Janeth casi se salió el corazón de la presión y la preocupación que sentía en el momento, pensó que después de todo ocultar la verdad no era tan malo como pensaba. Era eso o que su patrona descubriera la todo y todo se hubiera vuelto un caos.
—En fin, no importa. Ya lo entenderá mucho mejor. —Comento Marlene con una gran sonrisa mientras se acercaba a Janeth.
Janeth trago saliva y trato de sonreír.
—¿Estas nerviosa?.
—Un poco. —Respondió con la voz entrecortada.
—No te preocupes, todo va a salir bien. Aunque si estuviera en tu lugar estaría en shock, la reacción de Euclides es la más extraña que e visto en mi vida. —Comento Marlene, mientras bromeaba por la situación y continuó diciendo.
—Al final eso es lo que somos, le entregamos todo nuestro cuerpo, nuestra belleza, nuestra vida al hombre ideal y a nuestros hijos. Es nuestra naturaleza como mujer, ser esposa y madre. Aún eres joven Janeth, ya lo entenderás, igualmente tendré una conversación muy seria con Euclides.
—Señora no es necesario.
—Sin objeción. Mejor vamos a la fiesta, tenemos un motivo más para celebrar. ¡Que felicidad!.
Marlene tomó del brazo a Janeth y la llevó al jardín, allí en la presencia de sus padres dio la sorprendente noticia mientras Euclides y Jaime los observaban desde la distancia.
—Explíqueme por que no entiendo nada señor. —Dijo Euclides después de beber el último sorbo de whisky de su copa.
—Por el momento necesito que guardes silencio y te comportes como el futuro padre que vas a ser, mañana hablaremos del tema.
—Solo dígame una cosa señor, usted también es el padre del hijo de Janeth.
—Dije que mañana hablamos del tema Euclides, ahora solo nos queda disfrutar de la celebración, entendiste.
—Si señor.
—Perfecto, te espero en la reunión familiar.
Jaime se dirigió nuevamente hacia sus familiares e invitados, al llegar le besó los labios a Marlene en presencia de Janeth y Euclides se quedó con la decepción más grande de su vida. Aquella noche todos disfrutaron de la celebración por la pronta llegada doble de dos integrantes más a la vida, todo transcurrió en normalidad mientras cada uno sostenía una máscara que ocultaba su verdad.
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Editado: 01.07.2024