Lazos de sangre : escuadrón 7

Lazos de sangre : escuadrón 7 - CAP 1

Capítulo 1.

​Legiones

​El mundo era un campo de ruinas que nunca cicatrizaban. En este planeta arrasado por una antigua guerra entre razas, el equilibrio no residía en la paz, sino en la fuerza bruta. La existencia de Lycans y Vampiros no tenía un propósito noble, solo el de la supervivencia, en un caos que llamaban su hogar.

​Tony, el alfa de los Lycans, estaba sentado en un imponente trono forjado con restos de metal y huesos, la sala de guerra sumida en un silencio tenso. Su mirada no se centraba en los soldados que esperaban sus órdenes, sino en el inmenso vacío glacial que lo habitaba, un precio pagado por el liderazgo. Su aura, sin embargo, era pura autoridad, un dominio que imponía silencio.

​Un sonido de botas bien pulidas resonó, y un soldado se acercó, rompiendo la inercia.

​—¡Señor! Noticias críticas. Se ha detectado un rescate de Lycans en Inglaterra, en el corazón de un territorio Valpuri, y, más preocupante, hay mercenarios humanos involucrados —respondió el soldado con la respiración entrecortada.

​—¿Humanos? ¿En medio de nuestra carnicería? —respondió Tony, levantando por primera vez la vista. La mención despertó un eco persistente en su mente: la imagen borrosa del sueño que lo había perseguido noches enteras, un rostro humano que no podía identificar.

​—Señor, ¿enviamos un grupo de reconocimiento pequeño para su ayuda? —preguntó el soldado.

​La prioridad de Tony siempre fue la seguridad de los suyos, pero esta vez, su instinto Lycan se fundía con la necesidad impuesta por sus proyecciones nocturnas.

​—Iré con ustedes. Preparen todo para partir esta misma noche. Avísale a Luka que partiremos al anochecer —respondió Tony, sintiendo una conexión ineludible con ese rescate en el caos. Luka, su mano derecha y mejor amigo, debía estar listo. Proteger a los Lycans era la capa, pero la subtrama de ese humano desconocido era la llama que lo impulsaba.

​El escenario cambiaba a la base secundaria, situada en Francia. Allí estaban la hermana de Tony, Lía, y su amada, Maira, esperando la confirmación de la misión.

​—Bzz ~ Bzzz ~ Me copian…

—Aquí Lía, te copio —respondió Lía.

—Bzz ~ Bzz ~ El jefe va a Inglaterra. Bzz ~ Quiere que se movilice el Escuadrón Oro. Bzz~ Bzz~ Saldremos esta noche —informó el Comandante Garra, mentor de Tony.

—Bzz ~ Copiado, Garra —terminó Lía la comunicación.

​—Al parecer, viene mi hermano —dijo Lía a Maira con una voz que contenía una mezcla de alegría y tensión.

​Maira sonrió con serenidad, ese rostro cálido que era el único ancla de Tony. —Creo que al fin juntará a todos.

​—Esos malditos Valpuris no han dejado de atacar nuestras bases —masculló Lía con el puño cerrado, su rabia siempre a flor de piel.

​—Quisiera que todo esto acabe —suspiró Maira—. Pero los Valpuris nos tienen a tope con los ataques.

​—Tienes razón, pero es imposible. Los Valpuris hacen más de ellos, cazando humanos por deporte y reclutando nuevas filas —respondió Lía con la vista perdida.

​Maira se acercó y la abrazó con una fuerza reconfortante. —Solo queda tener paciencia y luchar con honor.

​Base de Operaciones Valpuri.

​Sergey Viloska, el frío líder Ruso de los Valpuris, estaba en una videollamada de comunicación holográfica con sus tres lugartenientes más poderosos, las almas más oscuras de su ejército. El aire en la sala se sentía denso, contaminado por el aura maligna y la sed de sangre de los participantes.

​Ivanov: Segundo al mando, un vampiro de temperamento volátil y amante de las armas pesadas.

​Mateo: Tercero al mando, un sudamericano de Argentina. Su rostro angelical y su sonrisa meliflua ocultaban la naturaleza de un completo asesino con gustos retorcidos en la tortura.

​Charlotte: Cuarta al mando, una Canadiense cuya belleza era una trampa mortal; experta en combate mano a mano.

​—Entonces, dime Mateo, ¿crees que puedas acabar con estos perros rabiosos? —preguntó Sergey con la calma de un depredador.

​Mateo sonrió, el gesto no alcanzando sus ojos helados. —Yo me encargaré de ellos, Sergey. Y traeré conmigo un gran botín para la reserva. Me encantan los Lycans enojados.

​—¡Ivanov, déjame ir con Mateo! —gritó Ivanov, su voz áspera—. ¡Necesito explotar todo esto que llevo guardado!

​—¡Espera, vampiro estúpido! —dijo Charlotte, su voz como hielo al aire—. Los Lycans han destruido la base que estaba a tu cuidado. No has demostrado la eficacia para esta misión.

​—¡Maldita! No me eches en cara la incompetencia de los demás —respondió Ivanov, con la vena del cuello hinchada.

​—¡¡SILENCIO!! —La voz de Sergey fue un látigo autoritario que congeló la discusión—. Ivanov, te dejaré ir con Mateo. Pero si cometen otro error, el castigo será ejemplar.

​La reunión de los Valpuris terminó, dejando una promesa de violencia en el aire.

​Llegada a Inglaterra.

​Tony viajaba con su escuadrón hacia la ubicación de los refugiados.

​—Llamen a Lía, estamos cerca. ¿Los demás se comunicaron?

​—Sí, señor. Dijeron que nos darían el encuentro en Inglaterra.

​Ambos bandos, las Legiones Lycan y Valpuri, convergían hacia lo que sería una guerra encarnizada. Tony buscaba respuestas a su sueño y la forma de proteger a su raza; su Escuadrón 7 se reunía para el rescate:

​El líder Tony

​Comandante Garra

​Lía (Impulsiva y audaz)

​Maira (El ancla emocional de Tony)

​Luka (Mano derecha y mejor amigo)

​Darío (El francotirador/observador)

​Sofia (La curandera/logística)

​Conocidos por su efectividad, esta misión era solo otra tarea. Llegaron al lugar, un laberinto de edificios derruidos, buscando la ubicación de los refugiados. Sabían que los Valpuris acechaban, pero no sabían que Mateo e Ivanov ya habían localizado el lugar y esperaban una emboscada.

​—Detecto movimiento a las ocho, Tony —respondió Darío, desde una posición elevada en un tejado.




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