Lazos de sangre : escuadrón 7

Lazos de sangre : escuadrón 7 - CAP 6

Capítulo 6.

Sacrificio y Cenizas

​Habían pasado dos semanas desde la irrupción de Dimitry. La Dra. Jessica había estabilizado a Rock, pero la tensión era palpable. Tony, consumido por la sed de venganza tras la pérdida de Maira, decidió que la única manera de honrarla era atacar. Había planeado una incursión de reconocimiento profunda en territorio Valpuri, buscando los puntos débiles de Sergey Viloska.

​Esa noche, Tony y Luka estaban fuera de la base. Luka, con su nuevo parche ocular, acompañaba a su Alfa. Tony creía que la base estaría segura bajo la supervisión del comandante Garra y el apoyo de Darío. Su ausencia, motivada por la venganza y la arrogancia de su dolor, sería el error fatal que Sergey explotaría.

​Mientras tanto, Darío y Sofía encontraron su escape de la realidad en un rincón oscuro de la base. Los uniformes de cazadores nocturnos cayeron al suelo.

La base se sumió en una falsa calma. Darío, el francotirador, encontró a Sofía en el improvisado laboratorio. Ella revisaba las reservas de antibióticos y analgésicos, su rostro marcado por el cansancio.

​—No sé cuánto más podamos aguantar, Darío. Los sedantes de Tony se agotan, las curaciones son cada vez más complejas —murmuró Sofía, sin mirarlo.

​Darío se acercó, quitándole suavemente el vial de las manos.

​—Dejemos de pensar en la guerra, por un minuto —dijo Darío. Su voz era ahora un susurro íntimo—. Cada segundo en este lugar podría ser el último. No quiero que el último recuerdo que tengamos sea el de la sangre o el miedo.

​Sofía, que se había mantenido fuerte para todos, se quebró. Se apoyó en el pecho de Darío. Él la levantó en brazos, sus labios se encontraron con una necesidad desesperada. Se movieron hacia un rincón oscuro de la base, buscando desesperadamente un refugio de la realidad.

​El contacto fue un acto de rendición a la certeza de que el final podía llegar en cualquier momento. Sus labios se encontraron con una necesidad desesperada. Se aferraron el uno al otro, la pasión era un fuego voraz que consumía el miedo. Los jadeos y susurros de la intimidad llenaron el silencio, cada toque era una forma de sentirse anclados, vivos, en un mundo de muerte. Sofía encontró alivio en la fuerza de Darío, y él en la vulnerabilidad y la calidez de ella. Su noche, pasional y lujuriosa, fue su breve desafío al caos: un momento intenso que reafirmó la vida y el deseo en medio de la guerra.

​Sergey , impulsado por su ambición de poder y su acuerdo con el mercenario Milos, vio la oportunidad perfecta al notar la ausencia de Tony y Luka en sus rutas de patrullaje habituales con espías que estaban cerca a la fortaleza de los lycans.

​—El triple de tu tarifa, Milos, si matas a ese viejo perro —replicó Sergey.

​Milos, solo motivado por el dinero, aceptó encantado. Su plan era quirúrgico: atacar el punto más vulnerable de la legión en ausencia del Alfa.

​La incursión Valpuri comenzó con una distracción. Nicolai, el ex militar calvo con cicatrices en el rostro , utilizó su conocimiento táctico para detonar explosivos camuflados en un antiguo túnel de alcantarillado, creando una explosión que desvió la atención de la mayoría de los guardias.

​Mientras el caos se concentraba en el túnel, Milos, Sasa y un puñado de mercenarios élite se infiltraron silenciosamente por el perímetro oeste, la sección que el comandante Garra, Bastian, custodiaba personalmente.

​Garra, Bastian, el anciano fornido, vio la infiltración y entendió el engaño. No había tiempo para pedir refuerzos. A su lado solo estaba Lía, quien, a pesar de su disciplina, era joven e impulsiva.

​—¡Lía! ¡Saca a los heridos! ¡Esto es una operación de eliminación! —gritó Garra, su barba blanca bajo la luna, sacando su gran hacha de guerra.

​Milos y Garra se enfrentaron en un duelo brutal. El hacha de Garra era poderosa, pero Milos era rápido y estaba coordinado con Nicolai, que ofrecía fuego de cobertura precisa.

​La lucha era intensa cuando Sasa, la experta en venenos, se movió con la precisión de una sombra. Mientras Milos desviaba el hacha de Garra, Sasa se deslizó por el lateral y clavó una aguja en la parte posterior del cuello del Comandante. No era una daga; era una inyección rápida de su toxina de acción lenta, diseñada para inhibir la regeneración Lycan.

​Garra sintió un frío paralizante. Su fuerza se desvaneció.

​Milos se abalanzó, y en la lucha, logró hundir una cuchilla en el costado de Garra. El Comandante cayó de rodillas, el dolor físico eclipsado por el fracaso.

​Lía, horrorizada al ver caer a su mentor y dándose cuenta de la profundidad del ataque, blandió sus espadas con furia, pero los mercenarios eran demasiados.

​Garra, con su último aliento de conciencia, usó su hacha para un último golpe devastador de distracción.

​—¡Váyanse! ¡Mi nombre es Bastian! ¡Recuérdenme! —rugió Garra a Lía, antes de que el veneno lo dejara inerte en el suelo. Él no había muerto, pero su corazón Lycan apenas latía, sumido en un coma inducido por la toxina de Sasa.

​Milos, triunfante, recogió el hacha de Garra como trofeo. La misión había sido un éxito rotundo. Se retiraron de inmediato por el túnel que Nicolai había asegurado.

​Tony y Luka regresaron, alertados por las explosiones, encontrando el caos y el cuerpo de Bastian. Tony se arrodilló, su rostro un estudio de la desesperación y la ira. Había abandonado la base por su venganza personal y había pagado un precio terrible.

​Lía se desplomó al lado de Garra, sollozando el nombre de Bastian. Darío y Sofía, encontrados en la confusión, se unieron a los heridos. La noche de pasión había terminado, dejando solo las cenizas de la derrota.

​Tony levantó el rostro, sobre sus ojos brillando bajo la luna. La traición de Dimitry a Luka era personal , pero la herida de Garra era una declaración de guerra de Sergey.

​—SERGEY !!... PAGARÁS POR ESTO !!

​Fin del Capítulo 6.




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