Lazos de sangre : escuadrón 7

Lazos de sangre : escuadrón 7 - CAP 9

​Capítulo 9.​Tregua

​Rock, el mercenario transformado, se había convertido en el puente entre la humanidad y la Lycanía que había prometido ser. Tras la huida de los mercenarios y el ataque fallido a la base, Rock reconoció los patrones de combate de los asaltantes. Recordó haber trabajado con algunos de ellos en el pasado.

​Rock se dirigió al puesto de mando, donde Tony, aún con la cólera contenida por la herida de Bastian, planificaba el siguiente movimiento.

​—Tony —dijo Rock con su voz grave—, Reconozco a esa gente. Layla y Christian, al menos. Son mercenarios de élite, libres, no ideológicos. Si podemos hablar con ellos, podríamos evitar una guerra en dos frentes. Los Lycans solo buscan la tregua, no la conquista. Necesitan saberlo.

​Tony lo miró fijamente, su mirada fria y rostro de poca expresión. Su dolor y sus impulsos le decían que atacara, pero la razón que Luka y Bastian le habían inculcado lo frenó.

​—Un mercenario Lycan pidiendo la paz a mercenarios humanos. Es un riesgo que solo tú puedes tomar, Rock —sentenció Tony—. Ve. Si vuelves con una tregua creíble, habrás honrado tu promesa. Si es una trampa... ire por ti ahora eres de mi familia.

​Rock partió. Usando antiguos códigos mercenarios, logró contactar y concertar una reunión con una parte del grupo. Solo Amelia, la mujer de armadura de imponente, se presentó.

​Rock fue directo. —Soy Rock. Estoy aquí buscando una tregua. Los Valpuris son el enemigo real. Lycans y humanos no debemos matarnos entre nosotros, tenemos el mismo enemigo.

​Amelia lo observó con frialdad. Su mirada se detuvo en los ojos de Rock, que ahora brillaban con el color dorado de la transformación. Su complexión corpulenta y su evidente fuerza deshumanizada la alarmaron.

​—Tregua. ¿De verdad, Rock? —dijo Amelia con desdén—. ¿Y por qué no vino tu dueño? Nos envías a una... una mascota para hablar de paz.

​—Soy yo quien cree en esto. Los Lycans solo quieren un refugio seguro —insistió Rock.

​Amelia se rio amargamente. —No te reconozco. Eres Lycan. Y yo no confío en monstruos que hablan de tregua. Solo buscan atraparnos y hacernos su comida.

​Rock sintió el peso de su nueva identidad. Ella no veía al hombre, solo a la bestia. No tuvo más opción que retirarse.

​—Volveré, Amelia. Y te mostraré que la tregua que buscamos es justa. Pero si insistes en cegarte, los valpuris los acabarán, aún así si nos necesitan estaremos ahí con ustedes.

Rock sin más remedio decide regresar.

​De vuelta en la base, la tensión entre Darío y Sofía estalló. Darío, aún sintiendo el peso de la reprimenda de Tony, confrontó a Sofía.

​—¡Casi morimos! Tony me lo advirtió, Sofía. ¡Casi pierdo mi puesto! Me estoy descuidando por... por nosotros.

​Sofía lo escuchó en silencio, entendiendo el miedo real detrás de su arrebato.

​—No me grites, Darío. Yo no te pedí que abandonaras tu puesto.

​—¡Pero yo lo hice! ¡Porque no quiero que pienses que...!

​Sofía lo interrumpió con voz serena. —Escúchame. Tony te considera familia, por eso te perdonó. Pero tiene razón. Si te distrajeras y él lo notara de nuevo, él podría explotar todo su enojo contigo. Y no podrías protegerme si él te mata. Ambos entendemos que Tony no es de aguantar demasiado, Darío. Si queremos este futuro, tenemos que ser más fuertes que el miedo, y más responsables que el deseo.

—¿Sofía si nos vamos solos?—. Dijo Darío

—Estas loco Darío, ¿abandonarias a tu familia así?—. Dijo Sofía soltando una cachetada.

​Darío se desplomó, la lección clara. El amor no era suficiente para una traición con cara de locura.

Lía entre pasillos buscaba a Tony.

​Lía encontró a Tony solo, observando un mapa táctico con una frialdad desoladora.

​—Tony... tienes que abrir los ojos —dijo Lía con una madurez recién adquirida—. Sé que Bastian está herido y sé que Maira... Maira se fue. Pero la Dra. Jessica, ella te mira diferente. Respetó tu relación con Maira por muchos años, incluso cuando la alejabas con tu dureza. No puedes dejar de amar. Maira no hubiera querido que te quedes solo.

—No tienes idea de lo que hablas Lía—. Dijo Tony con voz seca sin mirarla.

—Hable con Jessica antes de que... que se fuera, deberias considerar muchas cosas hermano.

​Tony se mantuvo inmóvil, pero sus ojos se desviaron hacia un rincón oscuro de la sala. De repente, una figura etérea y borrosa de Maira apareció en su visión. Ella sonrió, un brillo suave de aprobación en sus ojos. Luego, se desvaneció.

​Tony parpadeó, la realidad regresando.

​—¿Qué pasa? —preguntó Lía, dudosa.

​Tony sacudió la cabeza, su voz apenas un susurro. —No fue nada. Solo... no fue nada. ¿Cuándo creció tanto mi hermana?

​Mientras la legión Lycan lidiaba con el dolor y la disciplina, Sergey, en su fortaleza dañada por la explosión, estaba lleno de una furia animal. Rompía objetos en su palco de mando, incapaz de controlar la rabia por la humillación de los humanos.

Charlotte, su amante nocturna, se acercó, sus movimientos elegantes y peligrosos. beso a Sergey mientras lo seducia y poso sus manos sobre sus hombros tensos.

​—Mi Amo, el poder no reside en la destrucción de objetos. Reside en el control —dijo Charlotte, su voz como un bálsamo helado.

​Ella deslizó sus manos sobre el vientre de él, luego sobre el suyo. Sergey la miró, la ira lentamente reemplazada por una oscura ambición.

​—El heredero se acerca, mi Señor —susurró Charlotte—. No malgastes tu fuerza. Resérvala.

​La necesidad de dominar la reemplazó la sed de venganza. Sergey la tomó con la fuerza de un tirano. Su encuentro cuerpo a cuerpo fue un acto de dominio, un ritual oscuro de placer que prometía la continuación del Imperio Valpuri a través de su sangre. La rabia de Sergey se convirtió en lujuria, y la lujuria en la certeza de un futuro Valpuri garantizado.




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