Lazos De Sangre Y Luna

Capitulo 19: El nombre Prohibido

La noche era espesa, pesada, cargada de presagios. La luna estaba velada por nubes oscuras, y el viento traía consigo un murmullo antiguo, como si la misma tierra recordara algo que había querido olvidar.

Serena no podía dormir.

Desde el juicio, una inquietud distinta la rondaba. Ya no era solo el poder que la desbordaba, ni las amenazas políticas o los enemigos ocultos. Era una sensación más visceral: la sensación de que una parte de ella seguía velada, como si una capa entera de su historia hubiera sido cuidadosamente borrada.

En la soledad de la biblioteca ancestral de Liria, rodeada de tomos que olían a polvo y secretos, encontró una puerta oculta tras un estante. La había visto desde pequeña, pero su madre siempre decía que estaba sellada por el bien de todos.

Ahora, los fragmentos brillaban en su piel, y el sello se abrió sin resistencia.

La cámara oculta estaba llena de objetos cubiertos por telas negras. Un altar con símbolos de clanes extintos. Espadas sin nombre. Un retrato roto.

Y al fondo, un cofre metálico con una única inscripción:

"El que lleva la sangre de dos lunas, camina entre la sombra y la luz."

Serena acarició la inscripción. Un escalofrío recorrió su columna. Abrió el cofre con ambas manos, y lo que encontró cambió todo lo que creía saber sobre sí misma.

Cartas. Registros. Fragmentos de pergamino marcados con un nombre:

Tharen Vaelor.

—¿Quién eres…? —susurró.

Pero en el aire, la respuesta llegó como un eco.

Tu padre.

Horas después, con Kael, Elandra y Verna reunidos, Serena expuso lo descubierto. El rostro de Verna se tornó cenizo.

—Ese nombre está prohibido en todos los círculos mágicos —dijo con voz temblorosa—. Tharen Vaelor fue uno de los fundadores de la Orden del Eclipse… antes de su caída.

El silencio fue total.

—¿Mi padre… pertenecía a la Orden?

—No solo eso —intervino Kael, con el rostro endurecido—. Según estos textos, él fue quien creó el ritual de fragmentación.

Serena sintió que el suelo se abría bajo sus pies.

—¿Por qué nadie me lo dijo?

Verna bajó la mirada.

—Porque tu madre lo protegió. Porque él se arrepintió. Se enamoró de la Reina de Liria, y renegó del Eclipse. Pero… ellos no perdonan traiciones. Lo cazaron. Lo mataron. Y su nombre fue borrado de los registros para protegerte.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Serena.

Verna sacó un amuleto oculto bajo su túnica. Una piedra negra con un hilo rojo. El símbolo de Tharen.

—Yo fui su confidente. Su aliada. Estuve ahí cuando lo sellaron en el Monte de las Voces.

—¿Lo sellaron…?

—No está muerto —dijo Verna con voz grave—. Tharen vive. Encerrado entre el mundo físico y el espiritual. Su castigo fue la eternidad del olvido. Y el único que puede liberarlo… eres tú.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y revelaciones. Serena revivía los escasos recuerdos de su infancia: la voz baja de su madre, los secretos, los vacíos. Comprendía ahora por qué nunca hablaban de su padre, por qué ningún retrato lo mostraba.

Kael permanecía a su lado, inquieto.

—Si tu padre creó el ritual de los fragmentos, significa que tu destino estuvo trazado desde antes de que nacieras. Y si él sigue vivo…

—Podría tener respuestas —interrumpió Serena—. O podría ser la amenaza más grande de todas.

Elandra, siempre pragmática, trazó un mapa con los lugares mencionados en las cartas. Todos llevaban al Monte de las Voces, una montaña prohibida, ubicada más allá del Dominio Umbral, una zona controlada por clanes exiliados que juraron lealtad al Eclipse.

—Si vamos allí —dijo Elandra—, despertaremos algo que podría destruirnos a todos. Pero si no lo hacemos, otros lo harán.

Serena sostuvo el amuleto de su padre en la mano.

Necesito saber. Antes de que el mundo me reclame como su reina, necesito saber quién soy realmente.

Esa noche, en su habitación, Serena soñó.

No era una visión. No era magia. Era su sangre clamando.

Vio a un hombre envuelto en sombras. Ojos dorados, voz suave.

—Mi hija —susurró—. No soy un monstruo. Fui un arquitecto de esperanza… y luego, de ruina.

—¿Por qué me dejaste sola?

—No lo hice. Cada fragmento… lleva mi protección. Cada paso que diste fue guiado. Pero ahora debes decidir. ¿Quieres conocer la verdad, Serena? ¿Incluso si te rompe?

Ella no respondió.

La imagen se desvaneció. Pero en su mano, al despertar, el amuleto brillaba por primera vez.

A la mañana siguiente, Serena se vistió con la armadura ceremonial.

—Voy al Monte de las Voces.

Kael se colocó su capa de guerra.

—No irás sola.

Verna asintió con solemnidad.

—Entonces prepárate para lo que vendrá. Porque si Tharen Vaelor vive, y tú eres su hija… hay un linaje más antiguo que el trono de Liria en tu sangre.

Y no todos verán eso como una bendición.




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