Lazos De Sangre Y Luna

Capitulo 31: Ecos De La Sombra

La noche no concedía descanso. Serena descendía los escalones del templo como si cada peldaño la condujera más profundamente a una verdad que no deseaba enfrentar. El aire estaba saturado de magia contenida y emociones no dichas. Kael no se había defendido tras la acusación velada de Liora. Su silencio hablaba, y eso dolía más que cualquier grito de traición.

Elandra la esperaba en los jardines de luna, donde las flores brillaban débilmente al contacto con la luz lunar. Serena se acercó sin palabras, los ojos fijos en las estrellas, buscando una guía que no llegaba.

—Lo amas —dijo Elandra con una ternura inusitada.

—No se trata solo de amor —respondió Serena, con la voz quebrada—. Es lealtad. Es destino. Kael es parte de mí. Si él me ha ocultado algo...

—Entonces tendrás que decidir si el corazón pesa más que el reino.

Serena apretó los labios. La reina alfa ya no podía permitirse ser solo mujer. Tenía que ser símbolo. Firmeza. Orden.

En los confines del Valle del Eco, en una caverna olvidada por el tiempo, Kael se hallaba frente a un altar cubierto de runas antiguas. Hadrien lo había seguido en secreto, desconfiando del silencio de su hermano de armas.

—¿Qué buscas aquí? —preguntó, emergiendo de entre las sombras.

Kael no se sobresaltó. Se limitó a mirar el altar.

—Verdades que he evitado por demasiado tiempo.

Colocó su palma sobre las runas, y estas brillaron en rojo sangre. De inmediato, un espectro emergió: un anciano de ojos blancos, con la misma estructura facial de Kael.

—Padre...

El espectro no respondió con palabras, sino con imágenes: la infancia de Kael en las montañas del Norte, la ceremonia donde recibió una marca secreta... una unión de sangre con un clan olvidado. La Espina Negra.

—No sabías —dijo Hadrien, impactado.

—No. Mi padre selló ese conocimiento en mí. Solo ahora, con la magia del valle alterada, las memorias resurgen.

El espectro se desvaneció. Kael cayó de rodillas.

—Entonces es cierto. Llevo parte de la oscuridad en mí.

Hadrien se arrodilló junto a él.

—Lo que importa no es lo que llevas, sino lo que eliges hacer con ello.

Serena convocó a un nuevo concilio, esta vez sin clanes ni espectadores. Solo los suyos. Hadrien llegó primero, seguido de Elandra. Kael tardó más, pero apareció, con el rostro limpio y una nueva resolución en los ojos.

—Habla —ordenó Serena, sin mirarlo directamente.

Kael se arrodilló ante ella, sin armadura.

—Mi linaje contiene un fragmento de la Espina Negra. Fue sellado en mí al nacer, por un pacto entre mi padre y los restos del consejo sombrío. Él creyó que así protegería nuestro futuro. Nunca fui consciente... hasta ahora.

Silencio. Serena respiró hondo.

—¿Has sentido deseos de traicionarme?

—Nunca. Pero si lo deseas... puedes desterrarme. O ejecutarme. No me defenderé.

Elandra se adelantó, colocándose entre ambos.

—No podemos perder más aliados verdaderos. Ni destruirnos desde dentro. Si Kael ha sido marcado, no es por voluntad. La pregunta es: ¿puede resistirse?

Kael levantó la cabeza.

—Puedo. Lo juro por la luna y mi alma.

Serena se acercó. Sus dedos rozaron el rostro de Kael, buscando una mentira. No encontró ninguna. Su corazón, sin embargo, no sabía cómo sanar.

—Entonces te quedarás. Pero estarás bajo el juramento de sangre. Cada paso, cada decisión... sabré si se tuerce.

Kael asintió, aceptando el precio.

Mientras tanto, en las ruinas del Bosque Marchito, una figura encapuchada se reunió con los remanentes de la Espina Negra. Su voz era femenina, elegante y peligrosa.

—Serena ha consolidado poder, pero no sabe que su raíz se asienta sobre arena movediza. Pronto... el tercer sello se romperá.

Los otros asintieron, formando un círculo de sombras.

—Cuando el último fragmento despierte —continuó la mujer—, no solo Serena caerá. Caerán todos los linajes.

De regreso en el Valle, Serena se encerró en la cámara de las estrellas. Allí, entre reflejos celestes, consultó el Oráculo.

—¿Sobreviviremos?

Las constelaciones temblaron. Una figura femenina, rodeada de lobos, se alzó en la visión. Pero detrás de ella... fuego, traición y un niño de ojos bicolores.

—¿Quién eres tú...? —susurró Serena.

La visión se desvaneció. Solo quedó un mensaje, grabado en luz:

"La corona no es el final. Es solo el principio."

Y con ello, supo que el verdadero enemigo aún no se había revelado. Que su linaje, su unión con Kael y los fragmentos... todo había sido una preparación.

Para algo mucho más grande.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.