Lazos De Sangre Y Luna

Capitulo 36: Herencia de las Sombras

El amanecer se filtraba débilmente a través de los vitrales del Templo del Recuerdo, donde el silencio era tan espeso como la niebla de las colinas del Exilio. Kael se encontraba de pie frente al altar central, donde antiguamente se consagraban los lazos de sangre. Su respiración era medida, pero su alma... una tormenta.

Desde su encuentro con la figura en la niebla, no dormía con tranquilidad. Las visiones eran más intensas, más reales. Ya no solo sentía la voz de Serena como un eco en su mente; ahora la veía, aunque fuese fugazmente, al reflejarse en la superficie del agua, o en la llama vacilante de una vela.

Elandra lo observaba desde la entrada. Había envejecido en apenas semanas, como si la carga de la transición entre eras consumiera su esencia. Sin embargo, en sus ojos aún había fuerza.

—El Consejo se reunirá esta noche —dijo—. Los clanes quieren saber si esto es un nuevo despertar... o el preludio de la ruina.

Kael asintió sin apartar la vista del altar.

—Serena no se ha ido. Pero tampoco ha regresado. Estamos en una grieta del tiempo.

Elandra se acercó con paso lento.

—Y en las grietas... brotan las sombras.

En la frontera norte, un grupo de vigías descubrió un asentamiento abandonado. En su centro, tallado en piedra negra, había un símbolo olvidado: el emblema de la Espina Negra fusionado con el de la Reina Eterna. Nadie entendía cómo podía existir tal blasfemia. Pero estaba allí, como una advertencia.

Los ancianos interpretaron la aparición como un presagio: una nueva facción, quizá descendientes de aquellos que sirvieron a Aetheryon, estaba emergiendo de las ruinas. Pero más que eso, hablaban de un linaje... uno sellado por Serena misma.

Kael viajó hasta el lugar personalmente. Tocó la piedra, y una imagen le cruzó la mente: un niño, con ojos verdes como los de Serena, atrapado entre dos fuegos. En su pecho, una runa idéntica a la del sello.

Volvió con el corazón tambaleante. ¿Era un recuerdo? ¿Una visión futura? ¿Un eco de lo que vendría?

Esa noche, frente al Consejo, Kael habló con voz firme:

—No podemos fingir estabilidad. La energía que contenía a Serena aún vive. Y no está sola. Hay movimiento entre los fragmentos que dejó atrás. Y algo más... un despertar que no podemos ignorar.

El Alfa de los Lirios, un hombre orgulloso llamado Mavrick, golpeó la mesa de piedra.

—¿Propones revivir un culto? ¿Seguir a un fantasma?

Kael lo miró, con la calma de un hombre que ya ha muerto por dentro.

—Propongo no repetir el error de olvidarla. Porque el olvido es la grieta más peligrosa.

Elandra se puso de pie, alzando su bastón ceremonial.

—Yo he escuchado la voz. Y si nosotros, los viejos, aún podemos sentirla... imaginen lo que sentirán los nacidos bajo su sombra.

El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier palabra. No había unanimidad, pero sí duda. Y en el corazón de los líderes, la duda era la antesala del cambio.

Al final del día, Kael subió solo a la cima del Bastión. La luna llena flotaba sobre él, desafiando la oscuridad. Cerró los ojos y sintió cómo el aire vibraba. Serena estaba allí. No en carne, ni siquiera en espíritu. Pero su poder, su esencia... tejía la urdimbre de la noche.

Y con cada paso que daba en la oscuridad, Kael sabía que se acercaba no al final, sino al verdadero principio.

Porque las sombras no eran enemigas.

Eran herencia.

Y de esa herencia... nacería la nueva guerra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.