Todas las estudiantes de primer ingreso vayan a la oficina de la auxiliadora Angie Campos, por favor. Repito: Todas las estudiantes de primer ingreso vayan a la oficina de la auxiliadora Angie Campos.
Suena en los parlantes con un volumen consideradamente molestoso.
Después de que mi amiga se despidiera de mamá y mi persona también, tomamos nuestras maletas. La mano me tiembla un poco, es horrible sentir esta ansiedad.
Las estudiantes regulares pueden entrar al internado, vayan con el auxiliar Jonathan Gómez para la asignación de habitaciones. Repito: Las estudiantes regulares pueden entrar al internado, vayan con el auxiliar Jonathan Gómez para la asignación de habitaciones.
Informa la secretaria Katia, atreves de los parlantes.
Las puertas están abiertas de par en par, el campo lleno de hojas por la estación en la que estamos se encuentra lleno debido a la llegada de alumnas nuevas como antiguas con sus familiares pero desde que Katia dio el anuncio a las estudiantes regulares los familiares se están yendo y el lugar colapsa por la cantidad de alumnas presentes. Somos 1, 100 aproximadamente no se cuántas seríamos exactamente con las de primer ingreso.
Nos adentramos al internado y todo sigue igual desde la última vez que la vi – excepto que no están las decoraciones navideñas y el lugar está limpio – . Todo es un caos adentro, algunas van a la izquierda otras a la derecha y hasta noto que cuesta subir las escaleras.
Me lo pienso dos veces porque para llegar a Jonathan sería dando codazos y abriendo paso sin ser amable, observo a mi amiga que esta igual pensando en cómo llegaremos a la oficina de ese señor.
— Agárrate muy bien de mi bolso. — Especto a Evaluna mientras tomo mis maletas lo más fuerte posible.
— No lo vas a hacer.
— Es haciendo eso o esperar hasta media noche a que las gallinas del corral dejen de correr.
Ella me hace una mueca en forma de disgusto, pero se agarra de mi bolso fuerte y toma su maleta como si su vida dependiera de ella. Tomo impulso para caminar y quitar a quien sea de mi camino, recibo el impacto de varios cuerpos cuando las hago a un lado para llegar a las escaleras; me agarro de la baranda de las escaleras para poder sostenerme e impulsarme para seguir subiendo. Cuando finalmente llegamos al segundo piso caminamos para ir a la oficina del auxiliar.
— ¿Estás bien? ¿No te golpearon mucho? — Le pregunto a mi amiga, aunque es casi imposible no haber recibo un pequeño impacto en el camino.
— Pudo haber sido peor, pero estoy bien. — Responde ella en jadeos con el fin de buscar aire.
Cuando hay multitudes en un lugares pequeños, el aire hace falta y normalmente hay personas que se desmayan o terminan vomitando.
Llegamos finalmente a las oficinas de los auxiliares, en este internado solo hay cuatro entre ellos se reparten los niveles académicos a cuales van a auxiliar.
— Jóvenes en la lista indica la habitación a la que les corresponde con su número de identificación. — Indica Jonathan mostrando la puerta de vidrio.
Nos colamos entre la multitud para alcanzar ver la lista, escucho que alguien me llama pero no logro prestar atención. Todo es un caos, prefiero venir dos o tres días después de inicio de lecciones.
— ¿Cheli? ¿¡Araceli!? — Grita a todo pulmón Stacy.
Ahora si tiene toda mi atención, ella también se cola para llegar a mí y saludarme.
— Me voy, te veo luego. — Especta Evaluna secamente para luego abandonarme.
Eso es raro, más viniendo de ella.
— Esa chica tiene algo que no me da buena espina. — Comenta Stacy.
No respondo ni niego nada al comentario de Stacy, su cabello ondulado largo sigue intacto y su aspecto ha sido casi el mismo desde que la conozco.
— Esta vez si te bañaste eh. — Comentario burlista de Stacy.
— No indica el fin del mundo, Stacy. — Respondo irritada.
— Yo ya estaba escuchando las trompetas del fin de los tiempos. — Contesta.
Dirijo mi mirada hacia la lista y busco mi número de identificación para saber cuál es mi habitación este año. Siento el impacto de un balde agua fría en mi interior y el sentimiento de repugnancia me invade en todos los sentidos.
Supongo que Stacy nota mi mueca de disgusto porque me pregunta con quien me tocó compartir.
— Nadie importante. — Respondo
— Esa cara me dice otra cosa y siempre te tensas toda cuando se trata de Mariana. — Comenta.
— Si sabes que Mariana no es la única que me repugna ¿no?
— Tranquila gatito, solo decía.
Mariana...
Se había convertido en una de mis mejores amigas, pero todo se fue tornando más oscuro que no tengo una definición exacta para decir lo que fuimos. Fuimos muy inmaduras y tontas ya que dejamos nuestras diferentes y problemas a plena vista de las estudiantes antiguas, ya algunas salieron y otras no pero si le preguntas a cualquiera de las antiguas alumnas posiblemente te lo cuente con lujos y detalles.
He llegado a pensar que odiar es una palabra bastante fuerte y que no toda persona merece tener tal protagonismo en mi cabeza, solo trato de que mi camino no se cruce con el de ella para evitar gritarnos entre sí.
— Bueno, me voy a mi habitación. — Comenta Stacy —. Hasta pronto, Cheli.
Toma sus cosas y se va del lugar, suertuda.
Yo de seguro hasta media noche podre irme, no puedo ir a esa habitación. No cuando Mariana está ahí y la pobre otra compañera de habitación tendrá que aguantar muchas actitudes toxicas de parte de Mariana y mi persona. No la hare pasar por eso y no me hare vivir eso.