Estuve con mal estómago toda la mañana, acabare vomitando el jugo gástrico si no me dan respuesta a la carta de mis papás. En mi cabeza no entiende quien tuvo el grandísimo descuido de permitir que ella se pasara al mismo salón que estoy, la campana sonó indicando el almuerzo.
Todos salen como gallinas alborotadas para que el receso les alcance, me limite a faltar al comedor el día de hoy. No había mucho apetito, aunque no es algo fuera de lo normal en mí.
— ¿Ya te dieron respuesta? — Pregunta Ana, mi mejor amiga.
Me encuentro sentada en el suelo de una esquina de los tantos pasillos que tiene el internado, acostada y leyendo "Ana Frank" es una de las mejores lecturas que puedo hacer.
— No, fui temprano y no la tenían. — Respondo mientras sigo con mi lectura.
— Eso es extraño. — Comenta mi amiga —. Ah Marianne le dieron la respuesta hoy y eso que hizo la carta casi al mismo tiempo que tú.
Una alarma se enciende en mi cabeza.
— ¿Aún hablas con Marianne? — Le pregunto.
Un silencio la invade antes de que llegaran sus otras dos amigas: Olivia y Eva. Grupo de amigas que identifico como "Las vocales" por la inicial de sus nombres.
— Todos los microondas están ocupados, no se puede hacer fila. — Comenta Eva.
— ¿Qué esta sucediendo aquí? — Cuestiona Olivia mirando a ambas.
De nuevo el silencio se vuelve amigo de la situación.
— Sí, hablo con Marianne todavía. — Dice finalmente Ana.
Pude notar como Olivia abrió los ojos en forma de sorpresa por la declaración que mi mejor amiga ha hecho.
— Bien.
Sigo con mi libro intentando no mostrar interés y que estaba molesta, Ana sabía desde principio a fin las situaciones que viví con Marianne. Simplemente mi supuesta mejor amiga no le dio importancia porque no fue su situación, fin.
Olivia hablaba sin parar de su proceso con un libro que decidió escribir, pero no lo ha subido porque quiere que tenga una buena estructura —su inspiración fue un sueño bastante loco donde fue secuestrada—. Prestaba atención a sus palabras porque no podía negar que era interesante el desarrollo de la trama, pero Eva era quien le ayudaba con la continuación o le daba ideas para que el libro no muriera en la mitad el sentido hasta que suena la campana indicando que la hora del almuerzo se acabó.
Quisiera decir que tenía la oportunidad de saltarme la siguiente clase o incluso escaparme, pero en un internado eso es imposible. Hay guardias en las puertas principales y en el garaje que son custodiadas todo el día, persona que entra y sale es vista por estos guardias. Ellos no dudaran en reportar en la dirección si alguna hace el intento de huir o escapar, el castigo no era el mejor pero si te agotaba el tener que ayudar al servicio del internado a limpiar todos los salones o habitaciones —en lo que sea que ellos te mandaban hacer—.
Solo hay tres grupos del personal en servicio de limpieza en diferentes horarios: el primer horario comienza de seis de la mañana hasta las once, el segundo comienza a las doce del medio día y acabe hasta las seis de la noche. Finalmente el último horario —el tercero—, comienza a las siete de la noche y termina hasta las cinco de la mañana.
Lo mismo era con los guardas, así que terminabas conociendo a todo el personal en menos de un año.
Camino derrotada hacia la clase, sentía que me habían drenado toda la energía. Mi mal humor apareció, aunque un rayo de esperanza me mantenía a flote. La profesora de física matemática no había llegado aún al salón por lo que era beneficioso para mí porque podía aprovechar el ir a la dirección con Evaluna para tener la respuesta de las cartas hoy si o si, no podía aguantar más un segundo estando en el mismo lugar que ella. Empiezo mi camino hacia la dirección con Evaluna, no me importaba las miradas que recibía por salir de la clase como si hubiera sido una don Juan. Al llegar Allie —la secretaria principal— nos recibe con una sonrisa.
— Que dicha que vinieron chicas, ya iba a buscarlas. — Expreso ella mientras escribía en el libro —. Aquí tienen la respuesta de la carta que sus papás dirigieron a nosotros, entonces lleven este papel a su profesora para que sepa del cambio de salón — Agrega mientras escribe en un postic una sección —, para que no las apunte en la lista de este salón porque ya no pertenecen a él.
Un sentimiento de alivio y alegría me invadió, no pude evitar brincar y sonreír ante la noticia.
— Muchas gracias, Allie. — Le digo tomando el papel.
Ella solo nos guiña el ojo antes de irse, nosotras corremos a la clase para informarle a la profesora que esta vez sí llegó al salón. No pude estar pendiente de las miradas porque mi mente estaba enfocada ver cuando la profesora tacha nuestros nombres en la lista y nos da su visto bueno para retirarnos.
Sorpresa, sorpresa.
Al salir hago una llamada a una amiga muy querida.
— ¿Qué? — Contesta con mal humor la llamada.
— ¿En dónde estás? — Le pregunto.
— En clases, ni siquiera debería contestarte. — Responde.
— Yo sé que en clases, tonta. — Le digo —. Pero ¿En qué materia y dónde?
— En geografía, las aulas que están de bajo por el comedor.
— Bien.
— ¿Por qué? — Me pregunta desde la otra línea.
— Porque finalmente por segunda vez, seremos compañeras mi querida Stacy. — Respondo.
Al terminar la llamada, una notificación llega a mi celular.
Fiesta en la hoguera esta noche, no faltes.