La habitación es iluminada por los rayos del sol, haciendo que se vea alegre y tranquila. Aunque mis emociones son todo lo contrario, desde que tome mis cosas de la clase de matemáticas y fui directamente a la profesora explicándole sin muchos detalles las circunstancias, decido irme a la habitación. No hable con ninguna de mis amigas, pero el ambiente paso de estar bien a intenso e insoportable.
Tiro mi bolso a un lado de la puerta sin prohibir el paso en caso de emergencia, y me tiro a mi cama. El sonido de una notificación suena en toda la habitación, agarro mi celular de la bolsa de la enagua para observa de que va.
«Recuerde venir en la hora del almuerzo para ayudar a las demás a recoger los platos.» Dice el mensaje de la encargada del comedor.
La situación del video era para que me suspendieran, sin importar que estamos en curva de exámenes. Sin embargo, mi hermana es buena negociadora y logro que me dieran un trabajo comunal para limpiar mis acciones. Hasta el momento me había ido bien, solo los pequeños problemas de asco porque contenía saliva de las demás y los olores desagradables de la comida cuando se encontraba en la bolsa de basura.
Es increíble la cantidad de comida que suelen votar.
Bloqueo la pantalla de mi celular y lo guardo donde estaba anteriormente. Me volteo boca bajo, tomo una de las almohadas que está en mi cama para callar un poco más mis sollozos. Convirtiéndola en mi hombro o consuelo en ese momento durante dos horas.
Horas más tarde me despierto, topándome con la habitación oscura. Me incorporo para levantarme y acercarme a la ventana para abrirla. Una ola de viento provoca que mi cabello se mueva suavemente, respiro profundamente llenando mis pulmones con todo lo que puedo agarrar de aire para luego exhalar.
El sonido de una notificación de celular aparece, saco mi celular de la bolsa de mi enagua. Toco la pantalla para ver de qué trata, es un mensaje de Caitlyn.
«Hey ¿Dónde estás? ¿Puedes hablar?» Dice su mensaje
Debería sentir alivio porque se trata de ella, pero en realidad solo siento tristeza. A veces me gustaría sacarla de este círculo que es mi vida, eso suele convertirme en una persona complicada.
Tras la partida de un ser querido fue que la conocí, su madurez va más allá de la edad que tiene. Su persona me cautivo, pero mi limite es su edad y la sociedad. ¿Siento algo más que un sentimiento de amistad por ella? Sí, pero no quiero arrastrarla a un mundo tan complejo donde hoy me dice lo que quiere pero más adelante puede cambiar de opinión.
Admito que esta relación dejo de ser una amistad, pero ambas tratamos de mantenerlo así.
La tensión entre ambas es evidente, sé que no es idea mía.
Tuve su confesión.
Le comento por un audio lo ocurrido en estas semanas, a la distancia no tienes muchas ideas de como animar a alguien. Sin embargo, ella logra levantarme el ánimo.
«Todo va a estar bien, te quiero.» Dice su último mensaje.
Evito a toda costa palabras de ese tipo para evitar incomodarnos, para ninguna de las dos es secreto que sentimos algo pero preferimos mantener la amistad sobre otra cosa. Solo que a veces se nota la conexión.
Con ella conecte y no me arrepiento.
Las preguntas abundan en mi cabeza ¿Estamos llevando esto mal? ¿Cuánto tiempo más seguiremos fingiendo? ¿Cuántas veces debo repetirme que es mi mejor amiga y no algo más? ¿La perderé si las circunstancias cambian?
He sido demasiado vulnerable con ella, me ha visto llorar, reír, me ha visto bastante mal, molesta e incluso me ha hecho sonreír. Siempre ha estado para mí, como yo para ella en este tiempo desde que nos conocemos. Me obligo a dejar de pensar en ello
Vuelvo mi mirada a lo que este fuera de la ventana, a lo lejos veo a una chica con sus maletas. Nos observamos por unos minutos, definitivamente ella me noto.
Me limito a saludarla en caso de que no sea idea mía que me haya notado, cierro la venta y me doy media vuelta para alistarme e ir a dormir.
🍁.
Desayuno en el comedor a las seis de la mañana, no hay personas a esta hora. Más privacidad, es mejor.
He pasado con mis audífonos en el desayuno, intentando animarme para enfrentar el día de hoy con lo que se viene. El toque de alguien hace que me sobre salte.
Se supone que nadie viene a esta hora al comedor…
Me quito los audífonos para darle atención, me volteo para ver de quien se trata y quedo perpleja.
— ¿Puedo sentarme? — Pregunta.
Su piel tiene un tono bonito, no es pálida pero tampoco es morena. Su cabello tiene dos mechones rosados, se ha peinado con pequeñas trenzas con el cabello suelto.
— Sí. — Respondo.
Toma asiento a mi lado, yo hago lo mismo mientras intento terminar el desayuno.
— ¿Eres de segundo año? — Pregunta la misma persona.
— No, soy de primer año de bachillerato. — Respondo a su pregunta.
Hace un pequeño puchero.
— Que mal, hubiera sido bueno conocer a alguien antes de dar clases. — Comenta.
Arqueo una ceja ante la sorpresa de su comentario.
—¿Eres profesora? — Le pregunto.
Su risa hace eco en el comedor — Sí, empezare hoy.
— Supongo que debo decirte “bienvenida”, pero mejor te deseo éxitos. — Especto.
— ¿Tan mal es este lugar para dar clases? — Cuestiona en sorpresa.
— No lo sé, deben haber lugares peores. — Comento —. Tal vez este lugar no es nada del otro mundo y yo soy una paranoica.
Ahora ella es la que arquea una ceja
— Empecemos de cero ¿sí? — Especta —. Soy Alejandra.
Me tiende su mando esperando a que le dé la mía y que me presente.
— Soy Araceli, pero suelen llamarme más Cheli. — Me presento mientras le extiendo la mano.
Su mirada es penetrante, podría considerar que ha visto mi alma. Estos bajan y suben, como si estuviera analizándome.