Esmeralda
La oscuridad se cernía sobre nosotros como un manto pesado. A medida que enfrentábamos la figura ominosa, la tensión se apoderaba de cada uno de mis músculos. No podía dejar que el miedo nos consumiera. Miré a mis amigos, sintiendo su energía a mi alrededor, como un lazo indestructible que nos unía.
—¡Unámonos! —grité de nuevo, esta vez con más fuerza, alzando la mano hacia la sombra que se alzaba frente a nosotros. La luz que emanaba de nuestro vínculo comenzó a brillar con más intensidad, iluminando el claro con un resplandor dorado.
De repente, la figura oscura se detuvo, como si se sintiera amenazada por nuestra unidad. Su risa se desvaneció, pero su presencia seguía siendo aterradora. Me giré hacia Ajax, quien estaba a mi lado. Sus ojos estaban fijos en la sombra, su lobo interior latente y dispuesto a protegernos.
—¿Qué es eso? —murmuró Flora, su voz apenas un susurro.
No podía permitir que el pánico nos invadiera.
—Es solo una manifestación de la oscuridad. No somos débiles, y si nos mantenemos juntos, no podrá hacernos daño —respondí, intentando infundirles valor.
Agni, al otro lado, respiró hondo, su expresión decidida. —Si todos canalizamos nuestra energía, podemos empujarla hacia atrás. No dejaré que nos venza.
La figura parecía moverse, como si estuviera evaluándonos. En ese instante, recordé las historias que me contaron de jóvenes guerreros que enfrentaron criaturas de la oscuridad. Se decía que la unión de corazones y la fuerza de la luz podían vencer cualquier adversidad. Era nuestro momento de demostrarlo.
—Formemos un círculo —ordené. Todos se agruparon a mi alrededor, sus manos entrelazadas. La luz comenzó a fluir entre nosotros, llenando el espacio con una calidez reconfortante.
Ajax, a mi lado, se giró hacia mí, su mirada llena de determinación. —No tenemos que temer. Somos más fuertes de lo que creemos.
Sentí su confianza como un ancla en medio de la tormenta. Cuando todos estuvimos listos, cerré los ojos por un instante, enfocándome en la energía que pulsaba a nuestro alrededor. Sentía la conexión con cada uno de ellos, como si sus corazones latieran al unísono.
—Al contar hasta tres, liberaremos nuestra luz. Uno… dos… tres —exclamé, y todos, en perfecta sincronización, exhalamos.
La luz estalló de nosotros, un torrente brillante que empujó a la sombra hacia atrás. La figura chilló, un sonido desgarrador que resonó en el aire. Pero no iba a ceder. La oscuridad comenzaba a retorcerse, intentando consumir la luz que habíamos desatado.
—No te detengas, sigue! —gritó Merlín desde el otro lado del círculo. Su voz era un faro de esperanza.
Mia, aún en el claro, mantuvo a nuestra hija protegida, mirándonos con una mezcla de admiración y preocupación. Sentí su amor a distancia, una fuerza que alimentaba nuestra lucha. Tenía que hacerlo no solo por mí, sino por todos nosotros.
El viento aullaba entre los árboles, y las sombras parecían cobrar vida. En ese momento, comprendí que la figura oscura no era solo un enemigo; era un reflejo de nuestros miedos y dudas.
—¡Mantened la fe! —grité con todas mis fuerzas. —No solo luchamos por nosotros, sino por lo que amamos. ¡Nunca dejaremos que la oscuridad nos venza!
Lucien, a mi lado, cerró los ojos, su rostro en calma. Sentí su energía fusionándose con la nuestra, uniendo nuestras fuerzas en un solo torrente de luz. La figura oscura empezó a desvanecerse, debilitándose ante nuestro poder.
La Luz que Brilla en la Oscuridad
Ajax
El calor de la luz nos envolvía, y aunque la figura oscura aún intentaba resistirse, sentía que comenzaba a ceder. El miedo que me había embargado al inicio se transformaba en determinación. Sabía que no estaba solo; estaba rodeado de amigos que compartían mi lucha, y juntos, éramos más fuertes.
—¡Sigamos, no podemos flaquear! —grité, sintiendo cómo la energía corría por mis venas. El bosque parecía resonar con nuestro grito de guerra, los árboles agachándose ante la fuerza de nuestra luz.
Flora, al otro lado, se concentró en la luz que emanaba de nuestras manos. —¡Vamos! ¡Podemos hacerlo! —exclamó, su voz cargada de fe. La conexión entre nosotros crecía más fuerte, y cada palabra resonaba en el aire, aumentando nuestro poder.
Agni miró a la figura con desdén, sus ojos destilando confianza. —Eres débil, y hoy aprenderás que no tienes lugar aquí —dijo, y con cada sílaba, la sombra titubeaba.
El oscuro ser parecía retorcerse, luchando por encontrar su equilibrio. Miré a mis amigos; todos teníamos la misma expresión de resolución. En ese momento, comprendí que habíamos transformado nuestro miedo en fuerza.
—¡Juntos! —grité, y todos repitieron al unísono, formando un eco poderoso que resonó en el bosque.
La luz se intensificó, y la figura oscura comenzó a desvanecerse, como si se estuviera consumiendo por su propia oscuridad. Pero sabía que aún no era suficiente. Teníamos que mantener el ímpetu, no dejar que la sombra se reagrupara.
—Concentrémonos en lo que amamos —sugirió Merlín, su voz firme. —Recuerda a aquellos por quienes luchamos. Cada uno de nosotros tiene una razón para estar aquí.
Pensé en Mia y en nuestra pequeña, y el amor que sentía por ellas se convirtió en un faro de luz dentro de mí. —¡Por nuestras familias! —grité, y la luz brilló aún más intensamente.
La figura oscura se encogió, pero aún parecía amenazante. Una risa burlona surgió de ella, un eco que reverberaba en el aire. —¿Creen que pueden detenerme? —dijo, su voz llena de desdén.
—¡Sí! —respondimos al unísono. Era un grito lleno de determinación que resonó en el bosque, llenando el espacio de una energía palpable.
Flora dio un paso al frente, su mirada firme. —La oscuridad no puede tocar lo que es puro. Nos mantendremos unidos, y eso es lo que te asusta.
La figura titubeó, y con cada palabra, nuestra luz se intensificó. El claro, antes sumido en la penumbra, se llenó de un brillo radiante. La sombra retrocedió, intentando encontrar un refugio en las profundidades del bosque, pero nosotros no íbamos a dejarla escapar.