HALLIE BELL
Si alguien me hubiera dicho que él, un atractivo chico que sí que llamaba bastante la atención nunca había salido con nadie, realmente no lo creería. Pero aquí estaba con él frente a mí.
—¿Por qué?
Frunce el ceño.
—¿Por qué qué?
—¿Por qué yo? Ni siquiera te conozco y apenas llevo aquí con mi mamá un solo maldito mes como para que tú quieras invitarme a salir.
—Bueno —trago saliva cuando se acerca aún más a mí y debo alzar la cabeza para poder seguir mirándolo a los ojos por lo alto que es—. Realmente no es algo que importe, pero sí que me gustaría conocerte y hablar sobre mi voz en tu cabeza.
Doy un paso atrás chocando con la pared.
—No digas eso, solo lo estoy imaginando y me estoy volviendo loca.
No es cierto.
Me estremezco al escuchar esa voz de nuevo metida en mi mente y lo miro a los ojos notando que de verdad es sincero conmigo sobre lo que dice, aunque sea algo demente y que cualquier persona ya hubiera salido corriendo.
—¿Hallie?
Doy un respingo al escuchar la voz de mamá llamarme a lo lejos y sé que si no aparezco pronto, va a venir por mí para asegurarse de que estoy bien.
—Vale —casi digo en un susurro.
—¿Qué?
—Que sí, saldré contigo y al parque por un helado —lo señalo con mi dedo—. No me gustan las cafeterías y no es mi temporada para ir a un cine con muchísima gente.
—Bien, dame tu teléfono.
No lo pienso mucho y se lo doy, veo como agrega su número y se envía a sí mismo una llamada perdida por lo que supongo es para saber que es mi número telefónico y así poder agregarme, porque se me puede llevar a olvidar.
—Ten, te envío un mensaje para acordar todo.
Tomo mi teléfono, giro sobre mis talones para poder ir en dirección al comedor y veo como mamá suspira aliviada de que esté más que perfecta. Vuelvo a tomar asiento en mi silla.
—Lo siento, cosas de chicas, ya saben —hago un gesto con la mano y sonrío con gracia.
No lo vuelvo a mirar en lo que resta de la cena, pero si puedo sentir a la perfección su mirada perforando mi costado como si no pudiera quitar sus ojos de mí y no sé exactamente cómo reaccionar a eso.
No lo conozco, lo poco que sé por parte de las chicas es que ha salido con varias chicas y que nunca ha sido una de aquí mismo como también que se ha metido en varias peleas.
Nos despedimos de ellos al final de la cena y me sorprendo cuando la señora Lawrence me da un abrazo que no puedo evitar corresponder.
—No creas en todos los rumores que existen, la gente es demasiado chismosa —susurra en mi oído y se separa dándome una sonrisa antes de seguir a su esposo e hijos.
—Me cayeron bien —le digo a mamá mientras recojamos todo para llevarlo a la cocina—. ¿Tú qué opinas sobre ellos, mamá?
Frunzo el ceño cuando no me responde de inmediato y cuando la miro, tiene una pose pensativa, está completamente silenciosa.
—Siento que algo falta.
—¿Qué? ¿Algo como qué?
—No lo sé, es como cuando se siente un mal presentimiento, pero no lo siento como malo a decir verdad —hace un gesto con su mano para restar importancia—. Pero no importa, tal vez estoy imaginando cosas.
Río porque yo me he mantenido así y ahora aún más con la voz de Zed en mi cabeza como si fuera una loca por completo que escucha voces, pero no de muertos, sino de vivos.
—Noté qué Zed no dejaba de mirarte, ya entiendo porqué él estuvo de acuerdo en crear esta cena esta noche.
Siento como mis mejillas se calientan y carraspeo.
—No sé de qué hablas.
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Editado: 30.11.2025