Lazos kármicos

La visita

 Por desgracia, todo indicaba que Mili tenía razón con lo de Bowen. Aparentemente, él cometió el error de regresar a su departamento para recoger sus pertenencias. Testigos aseguraban que escucharon sus gritos en la madrugada, de él no quedó nada más que una valija tirada en la calle y simplemente desapareció.

Milagros había estado realizando curaciones a Xuan y a una semana del incidente, los golpes y heridas en su rostro dejaron de ser visibles. Y fue muy a tiempo, pues el fin de semana siguiente, ambos volvieron a estresarse por unos segundos cuando la puerta volvió a sonar. Xuan vio con asombro que quien estaba fuera, era Kasumi, su abuela.

―¿Abuela? ―expresó con asombro―, ¿por qué no…?

―Bien, comencemos por el principio. ¿Es ella? ―dijo señalando a Milagros, quien estaba en la sala.

―¿Ella?

―La chica por la que decidiste al fin ir a estudiar a América.

―¿Cómo sabías…?

―Te conozco, Xuan ―la abuela entró dejando su maleta en la sala―. Tú no ibas a dejar esa vida de libertinaje a menos de que algo más fuerte te motivara, y en muchachos de tu edad sólo hay un motivo lo suficientemente fuerte: una chica.

―Bueno… sí, tienes razón. Es por ella.

―En ese caso ―la abuela se acercó a Milagros―, te agradezco que mi atolondrado nieto al fin tome la mejor decisión. Sin embargo, debo decir que me opongo rotundamente.

―¿Qué? ¿Por qué? ―exclamaron a la par.

―Tu tío me lo contó todo. No quiero parecer ofensiva, pero prefiero ser directa ―la abuela se sentó en la sala observándolos con un gesto severo―. Si quiero llevarte a América es principalmente para que te alejes de esta vida de delincuencia, y será algo que no vas a lograr nunca si te emparejas con una mafiosa.

―¡No soy ninguna mafiosa! ―Milagros reaccionó como si la hubieran agredido.

―Eres hija del “menonita” Lara, ¿o no? ―dijo la abuela tajantemente.

―Sí, pero…

―En América se habla mucho de él en las noticias. Ha causado muchas desgracias, muchas muertes y no quiero…

―¡Yo ya no soy su hija! ¡No se atreva a llamarme mafiosa! ―Milagros habló con rudeza, pero al ver el gesto ofendido de la abuela bajó la mirada―. Mi verdadero padre no es “el menonita” Lara. Él quizá me dio la vida, pero no es mi padre porque un verdadero padre es capaz de hacer lo que sea por sus hijos y él no es capaz de dejar su vida de delincuencia por mí. Mi verdadero padre se llama Gerardo, y es un sanador, alguien que realmente me ama y quiere verme a salvo.

―No sé de qué me hablas, jovencita ―dijo la abuela―, pero no importa lo que me digas, no me vas a convencer…

―Deja que ella te lo cuente todo, abuela ―intervino Xuan―. Antes de sacar conclusión alguna, escucha su historia.

La abuela no estaba muy convencida de que eso la haría cambiar de parecer, pero accedió a escucharla. Milagros le contó todo, procurando omitir detalles en los asuntos esotéricos para no sonar como una mentirosa, sin embargo, sí llegó a mencionar que don Gerardo le habló a su padre de que el karma era lo que podría estar detrás de tantas desgracias para su hija. Cuando terminó su relato, Xuan le contó de cómo él decidió dejar la pandilla y de haber estado a punto de perder la vida entre aquellos prestamistas y de cómo Milagros usó la medicina tradicional de don Gerardo para ayudarlo a sanar sus heridas.

―Con menos razón me convenzo ―dijo la abuela en cuanto terminaron el relato.

―¿Por qué? ―la reacción de Milagros fue casi agresiva.

―¿Por qué? Niña, mi marido era fiel creyente taoísta, y en su religión siempre hablaba del castigo terrenal. Yo soy budista y también creo en el castigo para quienes cometen errores. Ese hombre que te cuidó tiene razón, es muy posible que tú estés destinada a ser el castigo y no quiero a mi nieto cerca de ti cuando eso pase.

―¿No teme que el castigo de él llegue por el error de su hijo? ―Xuan se sorprendió del atrevimiento de Milagros al decir eso.

―Todo el tiempo, niña. Ya perdí a uno de mis nietos, perdí a mi nuera a quien estimaba… pero no creo que mi hijo se arrepienta y temo que Xuan pague por eso. ―La anciana miró a su nieto―. Lo siento, Xuan, pero si ella está cerca, me negaré a llevarte a América.

―En ese caso ―Xuan endureció su gesto―, me iré a América por mis propios medios. Regresaré a trabajar con los prestamistas para conseguir el dinero necesario y…

―¡Xuan! ―exclamó Milagros.

―Hijo, no digas tonterías, yo…

 ―¡No la voy a dejar, abuela! Es la primera vez en mi vida que me enamoro y no voy a perderla por tu miedo.

―Abuela… ―Milagros volvió a tornarse tranquila―, le pido por favor que se quede unos días con nosotros. Vea la forma en que Xuan ha mejorado, se convencerá de que él merece esta oportunidad.

―¿Qué hay de ti? ―preguntó la abuela―, ¿tú lo amas?

―¿Yo? ―Milagros no esperaba esa pregunta.

―Si realmente lo amas, no lo pongas en peligro. Dile que se vaya conmigo y mantente lejos de él. ―Milagros dudó por un momento, miró fijamente a Xuan y frunció los labios.



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En el texto hay: magia negra, mafias, brujeria

Editado: 16.05.2024

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