FAITH 💥
El chico esperó unos segundos para quitar su mano de mi boca, pero de igual forma hizo el gesto de hacer silencio para mantenernos ocultos. Resoplé levemente y obedecí, pero no pude quedarme callada por mucho tiempo.
—¿Sigue ahí?
No respondió.
—¿Eso es un sí o un no silencioso?
Hizo un gesto de molestia, pero siguió sin responder.
—¿Al menos piensas decirme tu nombre?
—Yo soy él que hace las preguntas— sentenció con frialdad—, ¿Por qué sigues a esa cosa?
Bueno, al menos ya emitió algunas palabras. Déspotas, pero palabras a final de cuentas.
—Necesito saber que es, es para ayudar— contesté de la misma forma.
No tengo porqué darles tantas explicaciones a un completo desconocido, que, para colmo, es considerado el enemigo natural de cualquier especie sobrenatural.
—¿Y planeas morir en el intento?, para ser sobrenatural, no eres muy lista, pelirrojita.
¿Quién carajos se cree este chico?, Cazadores, siempre tan desagradables de presencia.
Su aura destilaba tenacidad y confianza en sí mismo, pero sobretodo mostraba que tenía buenas intenciones. Tristemente su forma de dirigirse a las personas, lo arruina.
—¿Disculpa?
—¿Qué?, ¿Ahora también eres sorda?
Mi cara enrojeció de rabia. —¡¿Quién te crees para…?!
Antes de poder percibirlo, su mano volvió a cubrirme la boca, evitando que mis posibles insultos y quejas salieran. Mi espalda volvió a chocar contra el tronco del árbol, y podría jurar que estamos más pegados el uno al otro que antes. Lo vi sacar una pequeña daga de su cinturón de armas.
—Quédate quieta y no hagas ruido— susurró mientras observaba por el costado del árbol de manera sigilosa.
Como un predador acechando a su presa.
El viento sopló, trayendo con sido algunas notas de la música de la fiesta a unos metros de nosotros, pero lo más alarmante para mí en este momento no era el chico desconocido acorralándome con un arma en la mano, más bien el extraño escozor dentro de mi piel que me hacía saber que esa cosa desconocida y extraña estaba presente y cerca de nosotros. La carga de traía es completamente pesada, maligna y perturbante. Pareciera que cubierta de oscuridad.
Por el rabillo del ojo noté que Bart junto al otro cazador estaban detrás de los otros árboles junto a nosotros. El castaño se sorprendió al ver que su amigo y yo estábamos en una posición bastante comprometedora.
Un fuerte rugido se escuchó y todas esas sensaciones extrañas desaparecieron, asumí que la sombra esa se había ido.
—¡Excelente!, perdí mi oportunidad de matar a esa cosa— soltó el cazador con molestia —. Gracias, eh.
Lo miré con enojo e hice que quitara su mano de mi boca. —Tu incompetencia no es mi problema, cazador.
Lo bueno de hablar con cazadores es que sacaba la valentía que no tenía para hablar contra Denisse u otras personas que solían molestarme.
Supongo que los cazadores sacan lo peor de los sobrenaturales.
—¿Estás cuestionando mis habilidades?, ¿Te atreves a cuestionarme?
—¡Vaya!, que listo eres por notarlo— sonreí.
—No me provoques, pelirrojita.
—O ¿qué, rubio?
Gracias Dioses por darme esta valentía momentánea.
Bart y su amigo se acercaron a nosotros, evitando que alguno dijera algo más para violentar más nuestra discusión.
—¿Qué haces aquí, Faith? — Preguntó Bart Hayward.
—Estaba siguiendo a esa sombra— expliqué mirando al castaño —, necesito saber qué es y qué es lo que quiere.
—No me lo tomes a mal, Lockwood, pero no es seguro que te internes al bosque en la noche— aconsejó.
—Una idea suicida, en simples palabras— comentó el rubio—, ¿lo entiendes, pequeña pelirroja?
Volteé los ojos en dirección al rubio.
—Puedo cuidarme sola— crucé los brazos en señal de molestia.
El cazador castaño suspiró. —De igual forma es peligroso. Papá me dijo que estabas ayudando en el caso, pero no es buena idea que te internes sola en el bosque, sé que eres una sobrenatural, pero tus dones no te ayudan a defenderte.
Sus palabras fueron como un golpe a mi ego y al de toda mi rama familiar.
Avancé un paso hacia Bart con determinación.
—Tal vez no tenga magia en mi cuerpo, ni garras afiladas, o fuerza descomunal o supervelocidad, pero tengo las habilidades necesarias y suficientes para dar unos buenos golpes y quizá quebrar un par de huesos, además veo cosas que el resto del mundo ignora— apunté hacia donde había estado la sombra —. No le temo a eso, sea lo que sea, he visto cosas peores en mis cortos años de edad que ni siquiera tus peores pesadillas se le acercan.
Bart se mantuvo en silencio ante la firmeza de mis palabras.
Siempre he sabido que tanto médiums como sacerdotisas somos los eslabones más débiles de los sobrenaturales, pero tenemos más aguante que los humanos, además de un demonio de armas bastante amplio, al igual que cualquier cazador entrenado.
—No me subestimes, Hayward— sentencié.
El cazador simplemente levanto sus manos en señal de paz. Sonríe satisfecha ante mis palabras.
—Bueno, al parecer la pequeña pelirroja si tiene garras— comentó el molesto cazador rubio.
Creo que nunca antes había deseado tanto darle una bofetada a alguien.
¿Solo una bofetada?
—Mejor me voy, mis amigas deben estar buscándome.
Comencé a caminar en dirección a la casa, pero me detuve al recordar algo.
—Y gracias— dije mirando al cazador rubio—, por tu extraño y molesto intento de ayudar.
Como dice un viejo dicho: “Lo valiente no quita lo cortés”, y por muy a la defensiva que estuviéramos los dos, de igual forma debía decirle gracias.
Volví la vista hacia la dirección que caminaba y me apresuré a llegar a la fiesta. Aún podía escuchar los pasos de los tres chicos detrás de mí, pero nunca tan cerca como para que llegáramos al mismo tiempo. Al llegar al jardín de la casa, noté que todo seguía de la misma forma; música, bales, alcohol y diversión. Solo espero que Jia y Mayra no estén como locas buscándome.