FAITH.
–Toma esto, cariño, te ayudara a recuperar tus fuerzas– mamá me tendió un tazón humeante.
No me atrevía a mirar a la cara a mi progenitora, no después de lo que hice, no después de sentir la satisfacción de hacerles daño. Me abrace más a mí.
–Faith– llamo la rubia, la cama se hundió a mi lado, siento su mano pasear por mi cabello. –Hija, mírame.
Arrugue los labios, intentando no llorar. –No puedo.
–Si, si puedes– me tomo del mentón, obligándome a conectar mis ojos a los suyos. –No te mortifiques por lo que paso, no fue tu culpa, no fuiste tu quien lo hizo.
–Herí a mi hermanos, te lastime a ti y a papá, me doy asco– las lagrimas corrieron por mis mejillas. –Quiero morir, mamá.
–No digas eso– los ojos de mamá se cristalizaron. –No vuelvas a decir eso en tu vida, Faith Beatrice, me rompes el corazón.
–No quiero causar mas daño, si muero, la maldición muere conmigo. Ya no puedo vivir con su voz y veneno dentro de mí.
–No, Faith, te salvaremos, cueste lo que cueste– papá entro en la habitación. –Tu mereces vivir, como todos nosotros.
–Se los ruego, acaben con mi sufrimiento– solloce con fuerza. –No puedo vivir sabiendo que les hare daño tarde o temprano, por favor.
Papa se acercó a mí. –Mi pequeña, ¿crees que alguno de nosotros podría cometer tal acto?, cada integrante de esta familia a luchado para mantenerte aquí, no vamos a permitir que te derrumbes por un pequeño incidente, saldrás victoriosa de esta batalla.
Se que lo que pido es mucho, y se que nadie de mi familia se atrevería a cumplir con mi pedido, pero estoy desesperada. Cada vez que ese demonio se apodera de mi cuerpo y mente, todos sus recuerdos se quedan, a veces pienso que lo hace para castigarme, o simplemente por diversión, pero no puedo más. Diecinueve años aguantando su voz, su llamado, pronto no me dejara volver, lo sé.
–Si ustedes quieren engañarse a sí mismos, bien, háganlo, pero no crean que yo pienso igual. Se que él ha ganado, solo hay que esperar.
–Amor, ¿nos dejarías un momento a solas? – pidió papá a mamá. La mujer asintió.
–iré a ver a Leandra– comento antes de salir de la habitación.
Roger Lockwood se sentó en el lugar donde estuvo su esposa, acuno mis manos con las suyas.
–Te ruego, te imploro, Faith, que no te rindas, no aun– su voz se volvió frágil. –No puedo perderte, eres mi pequeña.
–Yo tampoco quiero esto, papá, pero no quiero vivir en una mentira. Siempre hemos sabido lo que va a pasar, pero tal vez podemos ponerle fin antes de que empiece.
–¿Comprendes que nos piden un acto inhumano?, ninguno tiene las agallas de dañarte, cielo, jamás. No puedes pedirnos que te demos fin asi sin más.
–Se que lo que pido es mucho, pero no sé qué más hacer– sorbí mi nariz. –Hoy ha sido un ataque con heridas algo severas, ¿después que?, no podría vivir sabiendo que acabe con la vida de alguna persona que amo.
Papá llevo mis manos a su cabeza, dejando mis palmas en sus sienes. Respiro profundamente.
–Quiero que me leas, pequeña– su voz salió firme. –Quiero que veas el futuro que nos depara.
Una cosa que pocas veces solía hacer es leer a mi familia, la abuela Calista me había enseñado a bloquear mis dones por unos minutos. Ser un médium no es fácil, sobre todo por que el termino privacidad para nosotros no existe, me entero de cosa que no quiero saber, asi que trato de guardarle ese respeto a mi familia. Además, se que de haberlos leído cuando se me da la gana, mas de una vez hubiera intervenido en sus futuros.
Me concentro en papá. La verdad se me hacia muy raro saber que vería parte de su futuro o de su pasado.
–Es una niña– proclamo la mujer sosteniendo a una bebé.
Mamá y papá estaban en una sala de parto. Mamá estaba exhausta en la camilla mientras esperaba ansiosa porque le entregaran a la bebé. Cuando la tuvo en sus brazos, sonrió. –Hola, preciosa, bienvenida al mundo– le dijo rozando su nariz en su pequeña mejilla.
*** ***
–Oh por los Dioses– Calista Lockwood entró en la habitación del hospital. –Es un angelito pelirrojo.
–Por lo menos mi genética esta vez gano– comento papá, la bebé era yo.
–¿Y Leandra? – pregunto mamá.
–Esta con Gina, ya deben venir para acá.
Apenas termino la frase una pequeña niña rubia entro en la habitación junto con una mujer mayor. Leandra se acerco a mamá para poder ver a la bebé que cargaba. La tía abuela Gina miro a la bebé y después tomo el brazo de Calista.
–Ya ha llegado al mundo la portadora– la habitacion se quedo en un silencio absoluto, los ojos de mamá y papá se posaron en mí.
*** ***
–¿Podrán ayudarnos? – pregunto papá.
–Es posible, pero necesitamos tiempo.
–¿Cuánto tiempo? –pregunto mamá.
–Todo el que puedan darnos.
Los ojos de papá estaban fijos en los míos, parecía saber lo que había visto.
–La fe es lo último que se pierde, Faith, por eso te dimos ese nombre– tomo mis manos y las volvió a acunar. –No vamos a rendirnos contigo nunca, tenlo siempre presente.
–Tengo miedo papá– confesé con un hilo de voz. –No quiero desaparecer.
Ante mis palabras el pelirrojo me acerco a su cuerpo, dándome ese tipo de abrazos que no quieres que acaben, de esos que te demuestran tanto amor y fuerza que te recargan el alma de a poco. –No desaparecerás, pequeña. Te lo prometo.
*** *** ***
Pensé que me costaría mas convencer a mamá y papá de dejarme venir al velorio de Evan, después de lo que habíamos acontecido, parte de mi creyó que me dejarían en casa lo que restaba del día, pero me equivoque.
Christian estaba nervioso a mi lado, mientras que Elliot y Marcus parecían almas andantes. La verdad me apenaba verlos asi, los tres tenían auras muy lindas que se veían apagadas por la gran tristeza que estaban cargando.