FAITH.
Me estaba volviendo loca, eso es lo que estaba haciendo, y él lo sabía.
Me torturo toda la noche y continuo con su labor en la mañana. Papá y mamá estaba preocupados por mí, de hecho no querían que viniera a la escuela, por mi seguridad y por la del resto, pero no quería darle esa satisfacción a ese demonio. No quiero mostrarme débil ante él, a pesar de que lo esté.
Leandra había hablado con Kendrick sobre mi condición de hoy pero aun no tenia noticias del aquelarre, asi que estábamos sin muchas ideas de que hacer. Colin, Bart y Walter no me habían quitado el ojo de encima desde que llegue al instituto, al igual que Tobías, parecían estar alertas ante cualquier alteración de mi estado.
–Si quieres puedo maquíllate un poco, Faith– comentó Mayra mostrándome su cosmetiquero.
–Linda forma de decirme que me veo fatal– le dije mientras pasaba mis manos mojadas por mi cabello.
–¿Estas segura de que te sientes cien por ciento bien? – me preguntó Jia viendo mi reflejo en el espejo.
Suspiré. –Si, tengo todo bajo control– mentirosa, gritó mi mente.
Ambas compartieron una mirada pero dejaron de insistir. Sabia que las estaba preocupando mucho, y amaría poder decirles la verdad a ambas pero es peligroso, mi mundo no es como lo pintan los cuentos, tiene un lado oscuro que puede consumirte por completo.
Mayra y Jia son mucho mas que simples mejores amigas para mí, son mis hermanas de otra familia, mis otros yo y las amo, no puedo exponerlas a los riesgos del mundo sobrenatural, y tampoco al riesgo que represento yo.
Mayra tocó mi hombro. –Sabes que puedes contarnos lo que sea, ¿verdad?
–Lo sé.
–Entonces dinos, no vamos a juzgarte– Jia se paró a mi lado. –Somos tus mejores amigas, Faith, y queremos verte bien, no asi como estas.
Mas imágenes pasaron frente a mis ojos. Jia con una lanza atravesándole el abdomen mientras botaba sangre por la boca. Mayra con flechas incrustadas por toda su espalda mientras sus ojos me miraban.
¿Te gusta mi regalo, querida Faith?
–¡No! – grite alejándome de mis amigas.
Lleve las manos a mi cabeza mientras las lágrimas me corrían por las mejillas, apoye la espalda en una de las esquinas del baño de mujeres del instituto y me deslice al piso.
–Faith, escúchame, somos nosotros, Mayra y Jia– hablo la rubia acuclillándose a mi lado. –Faith, por favor, mírame.
Tobías con un cuchillo sobre su corazón, Leandra siendo aplastada por un montón de escombros, mamá dándose un tiro de bala en la cabeza al ver a sus hijos muertos, papá llorando sobre el cuerpo inerte de su esposa.
–¡NO!, ¡POR FAVOR!, ¡PARA! – lloré con fuerza. –TE LO SUPLICO.
–¡Faith!, nadie te esta haciendo daño, solo estamos Jia y yo– explicó Mayra.
Podía sentir el miedo de ambas, pero no era miedo de mi sino miedo de lo que pueda pasarme. Ellas siempre han pensado que todos mis arranques de “locuras” que he tenido son debido a un trauma de pequeña, por la muerte de mi abuela en un accidente en auto a la entrada de Melrose. Pero no están ni cerca de la verdad.
–Tra…traigan a Tobías– les pedí mientras intentaba reprimir el dolor.
Jia salió corriendo del baño mientras Mayra intentaba tranquilizarme.
Ese demonio me estaba haciendo sentir dolor en el abdomen y cabeza, mientras sus constantes palabras retumbaban en mi cabeza.
Serás mía.
Tic-Tac, niña tonta.
Pronto desaparecerás.
Mayra acunó mi rostro. –Faith, por favor háblame, dime que sucede.
Lloré. –N…no puedo.
–Claro que puedes, solo dime.
Miles de agujas comenzaron a recorrerme el torrente sanguíneo, el dolor era casi insoportable. Intente hablar pero las palabras no salían de mis labios, solo lamentos y sollozos salían de ellos. La pelinegra me atrajo hacia ella, arrollándome en sus brazos mientras me decía con calma que todo estaría bien y que nunca me dejaría sola.
–Faith– dijo una voz masculina.
Colin.
–¿Fay? –habló Tobi. –Tenemos que sacarla de aquí.
Sentí las manos de Colin rodearme la espalda y la parte trasera de las rodillas, salimos del baño.
La voz del demonio seguía en mi cabeza haciendo estragos, me aferre mas al chico rubio mientras mordían mis labios con fuerza para no gritar.
–Tenemos el auto afuera, Kendrick ira a la casa de los Lockwood a ayudar– la voz de Walter llego a mis oídos.
–No perdamos tiempo, ¡vamos! – soltó Bart.
–Nosotras vamos con ustedes– la voz preocupada de Mayra me hizo levantar la cabeza del pecho de Colin.
–No creo que sea buena idea– escuche decir al cazador arrogante.
–No importa lo que cualquiera de ustedes crea, iremos igual– repuso la pelinegra.
–Mayra, Jia, este asunto es delicado y ustedes no lo comprenderían– les explicó mi hermano.
–¿Y eso que?, ¡nuestra mejor amiga esta sufriendo y no la vamos a dejar sola! – explotó Jia.
–No estamos bromeando– soltó Bart con brusquedad.
–Nosotras tampoco– Mayra les hizo frente a los cuatro chicos. –Asi que escúchenme con mucha atención, niños bonitos, nosotras iremos con ustedes les guste o no, porque nos preocupa la pelirroja que estas cargando– apuntó a Colin. –, y me vale mierda si están de acuerdo o no, vamos a estar con Faith, ¿entendido o tengo que hacerles un dibujo?
Los cuatro se quedaron en silencio.
–Ella me agrada– soltó Walter cortando la tensión.
Colin me cargo hasta el auto de Walter y partimos rumbo a casa. Mayra y Jia venían detrás de nosotros en el auto de la rubia. Gimotee con fuerza cuando el dolor en mis huesos se intensifico, la amargura en mi garganta me estaba provocando asco mientras su estúpida voz resonaba por toda mi mente.
Tic-tac, tic-tac.
–Ya no puedo más– solté con voz apenas audible.
Colin me apretó a su cuerpo mientras permanecía en su regazo.