AMELIE.
–Toma esto, querida, te hará sentir mejor– la señora Lockwood me entrego una taza humeante de hierbas.
–Gracias– le dije irguiéndome un poco, Rainer me ayudó haciendo de mi soporte.
–¿Cómo te sientes, preciosa? – me preguntó él con algo de preocupación.
–Adolorida pero puedo manejarlo– un fuerte dolor me clavó en el brazo, me queje–, o al menos lo intento.
El veneno de Amón era demasiado fuerte, me estaba quemando por dentro, de la misma forma que Eleonor lo hacía. Saber que nuevamente tengo veneno oscuro en mi cuerpo me asqueaba por completo.
Pero sabía que lo que sentía el dolor que estaba sintiendo en estos momentos yo me lo había buscado, y pensaba afrontarlo.
–¿Quieres que intente quitarte el dolor? – la suave voz de Rainer me sacó de mis pensamientos, asentí.
Rainer se acomodó mejor detrás de mí en el sillón, dejando mi espalda descansar en el costado de su pecho, una de sus manos acaricio mi brazo bueno mientras la otra se enrollaba en mi abdomen.
Podía sentir la empatía de Rainer en mi cuerpo, pero el dolor aún estaba presente en mí, solo que en menor escala, tener oscuridad dentro de mi hace que el veneno oscuro se rehusé a salir de mi sistema de manera sencilla.
Los Lockwood habían sido muy atentos conmigo después del ritual, Lydia Lockwood era la más preocupada, asumo que tiene que ver con ese instinto de madre. Desde que había entrado en la casa se han encargado de mi brazo, curándolo con un tónico hecho por ella misma junto a su marido.
–¿Qué tal ahora? – preguntó con suavidad.
–Mejor– le sonreí para intentar tranquilizarlo.
Unas fuertes pisadas llamaron nuestra atención, en la entrada de la sala de estar estaba Faith, su mirada verdosa cayo en mí, mejor dicho en mi brazo vendado, ella rápidamente se acercó y se llevó la mano a la boca al ver los paños de sangre que había cerca del sillón.
–Dioses, lo siento tanto– me dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
–No es tu culpa, Faith.
–Claro que lo es, Amelie, no intentes quitarle importancia a eso. Ese demonio intento matarte, lo sé.
¡Oh rayos! Saber eso no me daba buena espina.
–Se molesto por que no quieres estar de su lado, y quiere descargar su ira en ti– sentí los músculos de Rainer tensarse a mi alrededor.
–¿Sabes algo más? – le pregunto el castaño.
–Tiene miedo de lo que pueda pasar, sabe el control que tiene sobre mi pero también tiene claro que si alguien puede detener sus planes, son ustedes dos– me miró fijamente –, busca ponerte de su lado para que tu seas su escudo, Amelie, le tiene terror a la energía de Rainer– miró a mi chico–, sabe que tu no harías nada en contra de ella, por eso la quiere.
–Es un bastardo del infierno– soltó Rainer con enojo.
La verdad no me sorprendía la confesión de Faith, a pesar de que los seres oscuros sentimos atracción a los seres de la luz, no es ningún secreto que Rainer es jodidamente poderoso. La sangre de un arcángel justiciero y príncipe de los Cielos corre por su venas al igual que la sangre de un ángel caído que decidió convertirse en un demonio. Siempre he pensado que Rainer mucho más dones o habilidades de las que ya conocemos, y no dudo que él pueda matar demonios mayores, Amón debe sentirte sumamente amenazado por mi chico ángel.
–Pronto nos liberaremos de él, estoy segura– intente tranquilizar el ambiente.
Mi brazo ardió con fuerza, este maldito veneno sí que es potente.
–¿Por qué no te curas?, creí que poseías la regeneración de los licántropos– soltó Colin desde atrás.
–El veneno de demonio es algo muy fuerte y peligroso, para los mortales e incluso sobrenaturales puede ser mortal, no es fácil de curar– explicó el señor Lockwood.
–¿Entonces cómo es que sigue viva?
Todos parecían realmente intrigados por mi respuesta, y es que el señor Lockwood tenía razón, el veneno de demonio te podía llevar hasta la muerte siendo humano o sobrenatural. Una vez tío Bash fue atacado por un demonio (la verdad desconozco el por qué), tía Zada y Uma pensaban que iba a morir, hasta que encontraron la solución, yo.
–Porque esta no es la primera que tengo veneno de demonio en mi sistema– comenté intentando enderezarme, Rainer me ayudo.
–¿De qué hablas?, ¿Cómo es eso posible? – me preguntó Faith angustiada.
–Todo fue culpa de una maldita gran bruja, Eleonor… mi abuela. Ella llevaba años envenenándome por un estúpido lazo que compartíamos– recordar a esa mujer me revolvía el estomago –. Mi cuerpo se a adaptado al veneno oscuro, pero nunca lo habia recibido de un demonio directamente.
–¡Por los Dioses!, tenemos que ayudarte mejor, no podemos dejar que te pase algo.
–Tranquila, Faith, estaré bien, una vez que el ardor deje mi cuerpo me sanaré– la tranquilice.
A pesar de que ninguno de los Lockwood lucia muy convencido por mis palabras, decidieron no intentar convencerme, y lo agradecía.
El ardor comenzo a desaparecer a los minutos después, mi sangre había consumido el veneno de Amón por completo para volverlo oscuridad, una oscuridad tan pura y fuerte que pedía a gritos ser liberada.
Para mi sorpresa todos quisieron venir con nosotros, menos los dos adultos al bosque. La verdad se me hacia extraño que tanta gente viniera a ver como desahogaba la oscuridad que estaba cargando.
Al llegar a una de las zonas mas remotas del bosque miré hacia atrás, a pesar de que Rainer estuviera cerca de mí, no siempre me era fácil controlar mis dones, desde que aprendí a controlarlos tienden a magnificarse a dimensiones que simplemente no puedo manejar con facilidad. La verdad hubiera preferido que solo Rainer hubiera venido conmigo.
–Hagan lo que hagan, no intenten acercarse– les advertí, mis ojos se volvieron rojos.
–Cool– escuche susurrar a Walter.
–También les sugiero que no corran– siguió Rainer –, manténganse cerca de mi.
La magia comenzo a chispear en mi manos, creando dos llamas en mis palmas mientras la runa en mi mano derecha comenzaba a tornarse roja. Mi cuerpo comenzo a levitar junto a mi cabello, mientras miles de espinas me recorrían en la sangre.