RAINER.
–¿Piensas hablarle? – me preguntó Cam desde el otro lado de la mesa.
–La verdad no lo sé– solté mientras jugaba con el concho de té en la taza.
Después del incidente del bosque, no volví a cruzar palabra con Amelie, y la verdad, dolía, dolía demasiado mantener las distancias con ella. A pesar de sus intentos por acercarse a mí, solo le respondía de manera monótona y algo fría a pesar de que mi cuerpo gritaba por ella, por su cercanía, me resistí. Creo que lo más difícil fue compartir la cama sin poner tocarla, sin estar uno pegado al otro, sin sentir sus caricias en mi rostro cuando no podía dormir. Ella es mi todo en esta vida y el simple hecho de saber que se pone en peligro me preocupa, lastima y enoja a la vez, y más si no me deja ayudarla a afrontarlo.
Siempre he sabido que Amelie Steinfield no es una princesa encerrada en una torre y que no necesita que un caballero de brillante armadura la rescate, ella es una reina guerrera que puede pelear sus batallas sin problema, pero eso no quita que quiera protegerla de todo los males del mundo. La amo tanto que moriría por ella, y a pesar de ser un ser prácticamente indestructible, ella tiene el poder de hacerme pedazos si lo desea.
Había decidido no decirle a nadie el porqué de mi distanciamientos con la castaña, este era un asunto que nos involucraba tanto a ella como a mí y es injusto que nuestros amigos estén en medio. Cam había respetado mi decisión de no comentarle nada, en cambio Josh intentaba averiguar algo, aunque fracaso en todo sentido.
–Sé que no hablaras del tema con nosotros, pero imagino que sea lo que sea que haya hecho Amelie, lo hizo pensando que era lo correcto– continuo el licántropo –. Todos sabemos que ella es una cabezota cuando se trata de los problemas, pero sus intenciones siempre son buenas.
–Eso lo sé, Cam, nunca lo he puesto en duda– lo miré –. Pero dime, ¿Cómo te sentirías si Mayra te ocultara un secreto de grandes dimensiones, que podría tenerla en peligro y además sabiendo que tú eres su compañero de vida?
Cam suspiró –Estaría enojado hasta la mierda.
Por lo menos no estoy siendo tan ilógico en este aspecto.
–Pero si la escucharía, e intentaríamos resolverlo, juntos.
–Hay cosas que no se resuelven tan fácilmente.
Dejamos de hablar cuando Amelie y Janett entraron al comedor, la pelinegra se sentó junto a Cam mientras que Amelie se sentó a mi lado. Maldije mentalmente su ropa, tenía claro que se había vestido asi a propósito, ella sabe que mi debilidad son esos vestidos ajustado que se amoldan perfectamente a su figura, y justo ahora llevaba uno negro con una polera manga corta debajo. He de admitir que mi preciosa si sabe jugar sus cartas.
–Pensé que me despertarías, amor– me susurró la chica inclinándose hacia mí.
–No, hoy no– solté evitando mirarla.
Apoyé los codos sobre la mesa y jugué tranquilamente con mis manos, intentando evadir cada pensamiento e impulso de tocarla, de posar mi mano en su muslo mientras ella sonríe por sentir el calor de mi piel.
–Rainer– ella susurró con voz más baja –, cariño, ¿te sientes bien?
La miré por uno segundos para después volver a enfocarme en mi plato de wafles. –Estoy bien, ¿hay alguna razón para que no lo esté, Amelie?
La castaña mantuvo la mirada fija en mí, pero me negué a mirarla de vuelta. Sabía que debíamos hablar en algún momento, pero no sé qué pasara entre nosotros. Amelie lo es todo para mí, pero me duele en lo más profundo que no confíe del todo en mí.
Sin decir una sola palabras me levanté de la mesa y caminé hacia el jardín de la casa, necesitaba pensar un poco las cosas, tenía que mantenerme tranquilo para hablar con ella.
Unos pasos llamaron mi atención después de unos minutos de silencio. –Ya lo sabes, ¿no es asi? – Janett se puso a mi lado mientras observaba los rosales que se extendían frente a nosotros.
–¿Tú también lo sabes?
–Me lo confeso ayer, cuando fui detrás de ella por el bosque, ¿Cómo lo supiste tu?
–Faith me lo dijo– solté apoyando los brazos en la baranda de la terraza –. Ella estaba asustada por la seguridad e integridad de Amelie, y decidió que lo mejor era que yo supiera lo que hizo.
–Y la idea te cayó como un balde de agua fría.
–Yo diría, más bien, como un golpe en las bolas– la druida rio levemente.
–Es raro verlos distanciados– expresó mirándome –. Ustedes son, literalmente, un cuadro de la relación perfecta, y ver que ese cuadro a veces se rompe es raro.
–Amelie y yo jamás hemos sido perfectos, somos los raros del mundo sobrenatural, pero creí que por ser diferentes al resto entre nosotros no habría más secretos, sobre todo por las cosas que hemos vivido juntos.
–Entiendo tu posición en esta situación, Rai, estas en todo tu derecho de estar enojado– Janett hizo florecer unas rosas que se estaban marchitando. –Pero no olvides escucharla, tú la conoces mejor que cualquiera de nosotros y muy en el fondo, detrás de todo el enojo y descontento que sientes, esta ese amor incondicional y compresión que siempre le has tenido – ella dejo sobre la baranda una piedra tallada con la runa de la armonía celta –. Ustedes pueden con esto, juntos logran grandes cosas. Aun somos jóvenes y hacemos estupideces, y los secretos siempre han sido parte de la vida de Amelie, secretos que ella ocupa para mantener a salvo a las personas que le importan.
Sabía que la chica tenía razón. Tomé la piedra tallada y jugué con ella entre mis dedos. Unos tacones sonando contra el piso captaron mi atención pero no me giré.
–¿Podemos hablar? – su voz sonaba suplicante e inquieta.
–Les daré privacidad– Janett se alejó de mi lado y camino hacia dentro de la casa, cerrando la puerta al jardín/terraza detrás de ella. Amelie me miraba fijamente desde la distancia.
–Acabo de terminar de hablar con Diana, sobre las cosas que me dijo la criatura hace un tiempo.