Lazos Malignos [libro 2] (en Edicion)

37.- No será la ultima vez

RAINER.

Miré a Amelie mientras intentaba calmar mi respiración, el pecho de mi chica subía y bajaba con rapidez mientras tenía sus manos inmovilizadas por sobre su cabeza. Sus ojos rojos me miraban fijamente, incitándome.

–¿Cansada tan pronto? – le dedique una sonrisa burlona.

Amelie entorno los ojos y con un movimiento rápido nos hizo girar, quedando sobre mi mientras colocaba su ante brazo sobre mi cuello.

–Ni siquiera un poco, guapo– se acercó para besarme.

La castaña se levantó y estiró su mano hacia mí para ayudarme a levantar, pero yo no pensaba de la misma forma. Enrede mis piernas con las suyas, logrando tirarla al suelo, me subí sobre ella, tomándola de las muñecas y dejándolas a cada lado de su bello rostro sonrojado, sus piernas intentaron quitarme de encima pero con algo de ayuda de mis dones, logre inmovilizarla por completo.

–Regla número uno en batalla: jamás des una pelea por terminada sin haber acabado completamente con tu enemigo.

Amelie gruñó al no poder liberarse, pero cambio de expresión cuando logro que sus piernas se enredaran en mis caderas, acercando más nuestros cuerpos. Inconscientemente acerqué mi rostro al suyo, ella se mordió el labio para después darme un golpe digno con su cabeza, vacile por unos segundos que ella aprovecho para girar la situación, esta vez ella estrangulándome ligeramente con sus piernas mientras me hacia una llave de lucha en la mano derecha.

–Regla número dos: jamás te dejes en engañar por tu rival, sobre todo si te atrae– juraría que está sonriendo.

Amelie se sorprendió a ver que ya no estaba entre sus piernas, llevó la vista hacia uno de los pilares que había en el sótano, el cual habían modificado para hacer un gimnasio personal.

Sonreí. –Regla número tres: Jamás te fíes de los dones de tus oponentes.

La chica me miro con una ceja alzada, para después mostrar una maliciosa pero terriblemente ardiente sonrisa.

Una niebla negra comenzo a esparcirse por el gimnasio hasta dejar todo completamente a oscuras, cerré los ojos para concentrarme en sentir la energía de mi novia, pero fui interrumpido por un golpe por la espalda. Dos segundos después, Amelie estaba sobre mí, apuntando una daga en mi cuello.

–Y regla número cuatro: Nunca dudes de usar tus dones en tu beneficio– sentenció la castaña–. Creo que te gané, cariño.

–¿Estas segura? – le sonreí con burla.

A pesar de que me había tomado por sorpresa y que me estuviera amenazando con una daga, Amelie no se había esperado que yo también tuviera una daga en la mano, la cual estaba perfectamente acomodada en un costado de su abdomen.

La chica vio la daga a su lado derecho y negó mientras sonreía, se levantó de encima y estiro su mano para ayudarme a pararme. Acepte su mano.

–¿Crees que algún día no quedaremos empatados en un combate?

Me acerque a una de las mesas una vez que Amelie elimino la niebla a nuestro alrededor, tome dos botellas de agua y le tendí una.

–Lo dudo, preciosa– bebí de la botella –, somos tan raros que pensamos igual a la hora de atacar.

La hereje inclino la cabeza son una pequeña sonrisa, viendo jodidamente tierna y letal a la vez.

Habíamos decidido entrenar hoy, pero ninguno de nuestros amigos estaba de ánimos de pelear, asi que solo éramos ella y yo. No es la primera vez que nos enfrentamos a duelo, de hecho, Janett suele decir que cuando ambos estamos peleando, es igual que ver una batalla infinita, nunca hemos logrado vencer al otro, siempre terminamos empatados, lo cual, a mi parecer, es lo más sensato. Al final de cuenta, ella y yo somos uno.

–Me urge una ducha– comento mi chica sacándome de mis pensamientos –. Quedamos de vernos con Faith a la cinco, y ya son cuatro treinta.

–¿Necesitas ayuda con el baño?

–No me vendría mal– se mordió el labio lentamente.

*** *** ***

El bosque estaba extremadamente tranquilo, la verdad parecía que nunca fue recorrido por una criatura destructora y desconocida que solo causa mal y trae oscuridad.

Amelie me tenía bien agarrado de la mano mientras caminábamos por el frondoso lugar. Faith nos había mandado un mensaje hace un rato, que por favor nos encontráramos en un punto especifico del bosque, y añadió que al llegar nos explicaría el porqué del lugar para reunirnos.

Al llegar al lugar me percate que era donde Amelie había liberado su oscuridad hace varios dias atrás, donde el fuego que creo dejo cosas grabadas en piedras. Cerca de ella estaba la pelirroja y el rubio.

–Que puntuales– soltó Faith al vernos.

–Hay asunto que requieren todo nuestro tiempo– Amelie se acercó a Faith y la abrazó, la médium recibió el abrazo con fuerza –. ¿Cómo estás?

–Tan bien como puedo.

–¿Por qué nos citaste a este lugar, Faith? – pregunté después de saludarme con ella y Colin.

–He tenido muchas visiones de golpe en estos dos dias– Faith levantó la manga de su chaleco.

Tenía ligeras cicatrices de las heridas que le causaba Amón, y por lo que parecía, el demonio se estaba ensañando más y más con la pobre chica.

–Recuérdenme torturarlo con ganas una vez que lo separemos de Faith– comentó Amelie con molestia.

–Eres la siguiente en la lista, Steinfield– le siguió Colin.

–Me parece bien.

Es curioso, para ser dos personas que se están aprendiendo a tolerar, Amelie y Colin comparten muchas actitudes, tal vez si no fueran tan impulsivos y explosivos, podrían ser buenos amigos.

Decidí volver al tema. –¿Y de que tratan tus visiones, Faith?

–De nosotros, todos nosotros, fracciones de sus vidas, de sus pasados, pero una de ellas me llamo más la atención– comenzó a explicar la pelirroja, camino hacia la piedra tallada –. Lo escrito en esta piedra juega un rol muy importante.

–¿Cómo? – pregunto mi chica con intriga.



#1185 en Fantasía
#750 en Personajes sobrenaturales
#176 en Magia

En el texto hay: medium, cazadores, hechiceros

Editado: 06.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.