RAINER 💥
Hacia bastante tiempo que no tenía insomnio, a tal nivel que se me hacía extraño estar despierto a las tres de la mañana. Sin duda algo extraño me estaba pasando. Observé a la chica castaña que dormía plácidamente sobre mi pecho. Sus largas pestañas le hacían sombra en sus pómulos, su respiración regular y tranquila me hacía cosquillas en el cuello y enredaba cada cierto tiempo mis dedos en los leves rizos de su cabello. Ni en mis sueños más locos me vi en este tipo de situaciones con esta chica, pero heme aquí, compartiendo la cama y velando el sueño de mi primer amor.
Porque sí, Amelie sin duda había sido mi primer amor, y curiosamente nos hemos vuelta a encontrar. Tal vez Jackson tenga razón, y los Dioses me han mandado señales para estar junto a ella.
—Zich bevrijdend opstellen— susurró la castaña mientras arrugaba la frente.
Apretó con fuerza su puño, empuñando parte de mi polera. Creo que está teniendo una pesadilla. Acaricie su espalda y la acerque más a mí, ella al notar mi tacto se relajó lentamente y me abrazo el torso. Suspiró.
Esas palabras, ese idioma. Lo conocía. No estaba seguro de cómo y por qué, pero sabía lo que quería decir como también el poder que tienen.
Libérate a ti mismo.
** ** **
Al despertar, Amelie no estaba a mi lado. Me sentí algo desorientado, aun no estoy acostumbrado a despertar en otro logar que no sea mi habitación, pero el despertar aquí no me disgusta para nada.
—Buenos días, dormilón— dijo la chica entrando en la habitación.
Tenía dos vasos de jugo en las manos, los dejó sobre su escritorio. Se acercó a mí.
—Buenos días— la vi sentarse en la cama, me beso castamente —. Podría acostumbrarme a esto.
—Por qué no me sorprende— negó mientras sonreía, volvió a besarme.
Tuvo la intención de alejarse, pero le rodeé la cintura con los brazos y tiré de ella para recostarla a mi lado. Una pequeña risa salió de sus labios antes de encontrarse con los míos, llenándome de miles de sensaciones tan increíblemente placenteras que sentía que flotaba. Besar a Amelie es igual que llegar al paraíso para mí.
La miré a los ojos al separarnos. — ¿Qué hora es?
—Las diez de la mañana.
—¿Qué?, llegaremos tarde a clases, ya vamos tarde a clases— me levanté rápidamente de la cama con ella aun entre mis brazos.
La castaña quedó sentada en mi regazo y me acunó la mejilla con la mano, distrayéndome por completo.
—Tranquilo, bonito— chasqueó los dedos con su otra mano, la bandeja de comida comenzó a flotar hacia nosotros —. Cancelaron las clases por el incidente de ayer. Iba a despertarte antes, pero te venias muy lindo durmiendo.
Sus palabras me relajaron, llevé la espalda contra el respaldo de la cama.
—Hoy harán una ceremonia celta para Anabelle, vendrá su familia y su tribu para rendirle honores.
—Aún no me lo creo, no puedo creer que alguien haya muerto— Amelie se levantó de mi regazo y tomó la bandeja flotante, la trajo a la cama para dejarla entre nosotros —. Siento que este mundo no deja de sorprenderme.
—A veces yo me siento igual, y eso que soy la más rara en un mundo de raros— se sentó en la cama.
—Dirás eso, pero para mis ojos y percepción, tu eres lo más hermoso del mundo.
Me miró con una pequeña sonrisa en los labios mientras sus mejillas se tornaban rosadas. Comenzamos a desayunar en lo que la castaña me contaba algunas cosas sobre la cultura Celta.
—Lo que me entristece es no poder estar con Janett, pero no podemos irrumpir en sus sagradas ceremonias de las tribus Celtas— hizo un puchero —. Al menos podremos estar en el memorial que harán a las doce.
—Siento pena por Janett, se veía bastante afectada ayer— tomé uno de los vasos de jugo, el dulce olor a naranja llego a mi nariz.
—Los druidas no son una especie muy amplia, y suelen encariñarse rápido entre ellos— explicó Amelie —. Janett es uno de los quince druidas que hay en la escuela, y en la región deben haber alrededor de sesenta.
—No considero que sea un número tan bajo— bebí el jugo, estaba en la línea perfecta de dulce y acido.
—En la región habemos más de doscientas brujas, licántropos, vampiros y hechiceros, sin contar a las especies que faltan.
—Ok, tal vez si son reducidos, pero saben que se tienen los unos a los otros, son como una enorme familia— concluí mirando a la chica de ojos bonitos.
—Es una linda forma de verlo— me sonrió y comió un cuadrito de melón —. ¿Cómo dormiste?
—Bastante cómodo y abrigado— le sonreí de lado —. Me tenías bien agarrado.
Sus mejillas se tornaron rosas.
—Es que eres una excelente almohada.
—Sí, seguro que sí.
Amelie me miró con los ojos entrecerrados, pero su expresión era de diversión. Seguimos con el delicioso desayuno entre palabras, risas y miradas subjetivas, era más que obvio que si la bandeja no estuviera en la cama, nosotros estaríamos haciendo otra cosa.
Habíamos desatado algo que no lograba comprender del todo, el simple hecho de tocarle la piel o que ella tocara la mia, me hacía sentir fuerte, eufórico y poderoso, como si algo dentro de mí supiera que junto a ella puedo hacer de todo y más. Amelie despertaba en mi cosas conocidas y desconocidas también, pero lo único que, si entendía de todo esto, es que tenerla conmigo, es la mejor sensación del mundo.
Pero mi mente en estos momentos no dejaba de pensar ella y los momentos que hemos más privados que hemos vivido en los últimos dias. Además, el pijama que tenía puesto no me ayudaba mucho a quitarme esas imágenes o ideas de la cabeza; todavía quedaban vestigios de clima de verano durante la noche, y verla con una polera gris una poco ancha y unos shorts negros con diminutos, solo me hacia pensar más y más en la suave y tibia piel que tenía.